“A tiro por viaje” le están dando con “hacha, calabaza y miel”.
El penúltimo rafagueo fue de la ex gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega.
Le endilgó par de adjetivos calificativos.
Uno, intolerante.
Y dos, sectario.
Todo, porque en el sarcófago paseado en hombres por sus huestes en la Ciudad de México ordenó poner el nombre de la ministra presidenta, Norma Piña, por descarrilar el Plan B Electoral de AMLO, el presidente.
Todo, porque en el interior del féretro colocaron la foto de la ministra presidenta.
Además, claro, de las fotos de otros ministros.
Y, bueno, conforme el rafagueo opositor se fue recrudeciendo, el secretario General de Gobierno, raudo y veloz, bajó su foto de las redes sociales donde muy orgulloso va cargando el ataúd, como si así, caray, borrara lo sucedido.
Más todavía, como Poncio Pilatos se lavó las manos.
Además, la felicidad de Cuitláhuac G. J. alcanza “la plenitud del pinche poder” a partir de que AMLO, el presidente, lo ha felicitado.
Entonces, y de acuerdo con el sistema político, mientras esté bien con el jefe máximo “en el país de un solo hombre”, allá los querubines y los ángeles se emberrinchen.
“Estando bien con Dios”, Luzbel puede conspirar... y que a ningún camino llegará.
Más, mucho más, cuando el aparato gubernamental de Veracruz está al servicio de Rocío Norma Nahle García y Claudia Sheinbaum Pardo como candidatas de MORENA a la gubernatura y la presidencia de la república.
Por eso, incluso, le vale que en Papantla una mujer más desaparecida, asesinada y tirado el cadáver en un camino.
Yasaret Hernández, 45 años.
Y en Coatepec apareciera el cadáver de un hombre asesinado y cubierto con cal.
Podrán los opositores seguir latigueando a Cuitláhuac G. en el palenque público.
Pero mientras tenga contento a AMLO, la crítica furibunda se interpreta como la música de la democracia para ejercer la libertad.

II (Tirados al piso del presidente)
Cuitláhuac, a tono con muchos de sus antecesores “tirados al piso” de su presidente de la república.
Antonio López de Santa Anna con Agustín de Iturbide.
Teodoro A. Dehesa y Luis Mier y Terán con Porfirio Díaz Mori.
Cándido Aguilar con Venustiano Carranza.
Adalberto Tejeda Olivares con Plutarco Elías Calles.
Fernando López Arias con Gustavo Díaz Ordaz.
Rafael Murillo Vidal y Rafael Hernández Ochoa con Luis Echeverría Álvarez.
Agustín Acosta Lagunes con José López Portillo.
Fernando Gutiérrez Barrios, Dante Delgado Rannauro y Patricio Chirinos Calero con Carlos Salinas.
El sistema político funciona así y funciona bien.
Nadie dudaría de que, de los veintidós gobernadores de MORENA en la república, Cuitláhuac G. es el más obradorista de todos.
Uno:
Copia Xerox de AMLO repitiendo y cacareando la fraseología de “La mañanera”.
Dos:
El único a quien ha levantado número de veces la mano como campeón nacional de la honestidad.
Tres:
El más aplicado haciendo propaganda a favor del par de favoritas de AMLO, Nahle y Sheinbaum.
Cuatro:
Campeón nacional en el subejercicio y que consiste en devolver el erario federal al gobierno central... que dada la incapacidad para invertirse en Veracruz y que más bien significa como dice el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica para los programas políticos nacionales de la 4T.
Cinco:
El más aplicado garantizado el Estado de Derecho como campeón nacional en feminicidios, secuestros, extorsiones y fosas clandestinas.
Seis:
El operador político desviando el epicentro nacional de los pendientes sociales a ritmo de salsa, danzón y huapango.
Siete:
El intenso y volcánico rafagueo (al mejor tono obradorista) en contra de los antecesores en la silla embrujada del palacio, anexos y conexos.
Ocho:
Estar en contra y a ciegas y satanizando de todo lo que viene y proviene de los opositores y críticos a AMLO y la 4T y MORENA.
Es, pues, un hombre, un político, digamos, de ideas fijas y que después de todo y con todo “son las convicciones”. (Octavio Paz en su siglo, Christopher Domínguez Michael)
El feligrés más religioso de la capilla obradorista.
El sacristán más puntual del templo del Edén.
El capellán del palacio federal luego del sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra.
Entre otros puntitos.
Entonces, el desfile, mejor dicho, la nueva política del ataúd, como “anillo al dedo” del jefe máximo.
Casi casi como cuando Porfirio Díaz Mori ordenó a su góber Luis Mier y Terán, “matar en caliente” a los nueve jarochos sublevados a una reelección más.

III (Todo se lo debe a AMLO)
Todo debe Cuitláhuac G. a AMLO, el presidente.
Y a su padre, el profe Atanasio García.
AMLO, por ejemplo, lo ungió diputado federal.
En par de ocasiones, candidato a gobernador.
Entonces, y como dijera Juan Gabriel, “amor eterno”.
Gratitud perpetua.
Más si después de gobernador resuelve el desafío económico para estar, ser y trascender.
Bendito el Ser Superior, entonces, porque a Cuitláhuac se le atravesó AMLO en el camino.
Casi casi como sacarse el premio mayor de la Lotería Nacional, el Melate, y sin jugar un número ni una serie, vaya.