Incluso, y como descubriera la senadora Gloria Sánchez, Complot Mediático para derrocarlo de la silla embrujada del palacio.
Entonces, el trascendido:
Primero, María José, de treinta años de edad, era madre de seis hijos.
Segundo, el marido, José María Juárez Martínez, la golpeaba.
Tremendas, descarnadas, golpizas.
Y a cada rato.
Y por cualquier pretexto.
Así, tal cual, la ligereza de Cuitláhuac García hablando de que tomó raticida.
Sin considerar las circunstancias sociales.
La víctima, victimizada.
Ella, pues, como una mujer suicida...cuando, caray, su vida era un infierno.
Y Cuitláhuac, con el aparato gubernamental a su servicio para investigar los hechos y rastrear en el subsuelo existencial, sin informarse en tiempo y forma de que con todo y suicidio, digamos, se trató de un caso duro y rudo de violencia intrafamiliar.
El machismo en su más alto decibel.
El hombre golpeador.
La fuerza de un hombre ante la fragilidad de una mujer.
La vida, todos los días, un infierno.
En el relato bíblico, María Magdalena, considerada la apóstol número trece de Jesucristo, abandonó a su marido porque todos los días cuando llegaba borracho la golpeaba.
Y la golpeaba en nombre del alcohol.
En todo caso, y de ser así, terrible, espantosa, la decisión de María José de quitarse la vida con raticida y con seis hijos de por medio.
Pero al mismo tiempo, ella miró el suicidio como la única manera de escapar del infierno.
Entonces, y su muerte en medio de otro infierno.
La víctima, victimizada, incluso, por el mismo jefe del Poder Ejecutivo estatal.
El político honesto del Golfo de México según AMLO, el presidente.
Satanizada como suicida, cuando las condiciones para quitarse la vida eran cruentas.
La angustia y la desesperación humana en su punto más terrible.

II (Machismo, asunto de seguridad nacional)
En todo caso, el machismo como un asunto de Seguridad Nacional.
El terreno moral, ya se sabe.
La vida sana.
La vida sicológica sana.
Igual, igualito, digamos, que el bullying en las escuelas y la vecindad.
Y que el alcoholismo, ¡ay, los Alcohólicos Anónimos!
¡Y que los neuróticos, ¡ay, los Neuróticos Anónimos!
¡Y que los comelones!
¡Y los asesinados seriales!
¡Y que los sicópatas!
Ene número de años y sexenios y hasta siglos hablando del machismo.
La mitad del mundo político y de funcionarios públicos canturreando el legítimo derecho del Estado, digamos, para reeducar a la población, a la altura de aquella historieta del siglo pasado intitulando “Educando a papá”... con Pepita, la hija maravilla y prodigiosa.
Pero como en el cuento más corto de la historia narrativa y de Tito Monterroso, “y al despertar el dinosaurio seguía allí”.
El machismo continúa igual, invicto, inderrotable, en el país de los derechos humanos de la 4T y MORENA y la purificación moral.
Ninguna campaña oficial para reeducar a los hombres.
Tampoco de las dependencias oficiales con sentido social.
Ni de la iglesia, y que por lo general se reduce a la homilía en el púlpito, como si tal fuera suficiente.
Más cuando los machos son golpeadores porque aprendieron desde la infancia quizá mirando a su padre asestando fenomenal golpiza a la señora madre, la esposa, la pareja.
Ni hablar, si el Estado incumple con la obligación primordial de garantizar la seguridad en la vida, más, mucho más riesgo dejando sin combatir el machismo.
El machismo como argumento, entre otros, cuando el presidente Lázaro Cárdenas del Río pactó con los empresarios cerveceros para disminuir la venta de cerveza y alcohol en las regiones indígenas y campesinas de la nación y en donde más se recreaba y refocilaba el machismo.