Y más allá de lo que pudieran decir en el lado oficial, tres sucesos, por lo pronto, lo testimonian: En San Rafael fue asesinada Valeria, de 22 años. El 20 de marzo.
Y nueve días después, la familia, los amigos y los vecinos bloquearon la carretera federal.
Un solo grito sonó y resonó: “¡Justicia, justicia, justicia para Valeria!”.
Claro, nunca ha de olvidarse que la Fiscal General ya fijó su postura desde hace ratito cuando advirtiera:
“No a todos se pueden tener contentos”.
En Maltrata, en la madrugada del domingo 26 de marzo, antier, tres chicos fueron asesinados.
Y a cincuenta metros del palacio municipal.
Entre ellos, dos primos.
Jesús Romero, de 35 años. Y Aarón Juárez, de 23 años.
Otro chico más, de 28 años, Emmanuel Fabián Lázaro, quien también viajaba en el automóvil objeto de la agresión, también fue aniquilado.

II (Dos menores más desaparecidas)
En la Comisión Estatal de Búsqueda boletinan par de chicas, menores las dos, desaparecidas en las últimas horas.
Evelyn Alarcón, de 16 años, en Rafael Lucio.
Y Dalia Mateos, de 14 años, en Tantoyuca.
En un Veracruz donde hay más de siete mil desaparecidos según las ONG y Colectivos.
Y en donde el Estado jarocho sigue liderando los feminicidios de norte a sur y de este a oeste de la república obradorista.
Las dos chicas, secuestradas y desaparecidas.
La vida, a la orilla del precipicio social.
Ninguno de los ocho millones de habitantes (y cacho) de Veracruz puede festinar que ya libraron el tsunami de incertidumbre, zozobra y violencia.
Con todo, los malos siguen adueñados de la agenda pública y van marcando la pauta en el día con día y de noche en noche.
En teoría se afirma que el Estado de Derecho significa garantizar la seguridad en la vida y los bienes.
Más, mucho más, en la vida, porque los bienes van y vienen... si vuelven, como en el caso bíblico de Job, el paciente.
Pero en Veracruz, y en el tiempo inmaculado de la 4T se viven las veinticuatro horas en medio de sobresaltos, miedos, temores, pánico, horrores.
Los derechos humanos, en la lona.
Diga lo que diga la autoridad.

III (El derecho a vivir con dignidad)
Y, claro, eso de seguir inculpando a los antecesores en la silla embrujada del palacio parece ya el grito del pastorcito oaxaqueño avisando que “ahí viene el lobo”.
Los antecesores, simplemente, ya fueron juzgados por el tribunal civil y en un caso, como Javier Duarte, preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
Y cuando han caminado cuatro años y cuatro meses de la 4T obradorista en Veracruz, entonces, lavarse en la bandeja de agua sucia del pasado resulta una pifia, una patraña.
A otros, pues, con ese cuento.
De por medio están los derechos universales de los seres humanos, las personas, los ciudadanos de a pie, las familias, la población electoral.
Un empleo seguro y estable y cubierto con justicia laboral.
El derecho a la salud y educación de calidad.
El derecho a vivir sin incertidumbre ni zozobra.
El derecho a la procuración de justicia “pronta, rápida y expedita”.
El derecho al desarrollo humano.
Y así como andamos y vamos, los derechos humanos, vulnerados en Veracruz.
Caray, hasta menores de edad secuestrados y desaparecidos.
Los crímenes.
Y como ninguna autoridad escucha, entonces, la protesta callejera y el bloqueo de caminos y carreteras.
¡Qué duro y rudo vivir en Veracruz!