ROMPEOLAS: Mucho más, cuando la persona respetada, admirada, idolatrada, se canoniza en las neuronas y el corazón y hasta el hígado… Y más, cuando se le mira (y admira) como un dios (a) terrenal… Y más, cuando además de la simpatía se ha entregado la adhesión total y absoluta, activa y apasionada, intensa y frenética… Entonces, el derrumbe en el abismo sin final… Equivale, por ejemplo, a un desencanto como cuando el niño descubre que Superman, Batman y El Hombre Araña, entre tantos otros, son el invento de un genial caricaturista…

ARRECIFES: La vida, entonces, se vuelve un páramo, un desierto, ni siquiera, vaya, un oasis en el desierto para abrigar la esperanza de una redención… Incluso, hay quienes y en el viaje a la oscuridad (la oscuridad del desencanto) terminan suicidándose… Más cuando se cree y siente que se ha perdido la brújula para seguir caminando… Y el dolor y la tristeza se multiplican en los días y las noches… La vida, pues, transfigurada en un infierno… Por eso quizá cuando Zeus envió a Pandora con la famosa caja de la vida a la tierra, la esperanza se escondió en un rincón y se resistía a salir… Estaba consciente de los males que significa y engendra…

ESCOLLERAS: Nadie, claro, puede vivir sin esperanzas, ilusiones, sueños, utopías… Y más o menos, el mismo daño, con decibeles diferentes, causa el desencanto de un amigo que de una pareja… Y de un político que de un partido político… Peor, quizá, cuando el desencanto es familiar… Basta y sobra, por ejemplo, con una disputa entre hermanos, primos, tíos, etcétera, sobre la herencia familiar para exponer la vida en la mesa de los sacrificios y para que corra, inevitable, la sangre…

PLAZOLETA: Desde luego, nadie está exento de la desilusión… Incluso, el viejito del barrio asegura que “la vida es así y ni modo qué le vamos a hacer”… Hay dicha, pero también desdicha… Hay encanto y desencanto… Hay esperanza y desesperanza… Alegría y tristeza… Buenos y malos… Entusiasmo y decaimiento… Pilas altas y pilas bajas… Buen karma y astros acomodados en contra… Y, bueno, y como reza el dicho popular, “una puerta se cierra y otras se abren”… Y ni modo de cruzarse de brazos y zambullirse en el dolor por culpa de un desencanto… Además, y en el caso de los amigos, por ejemplo, la verdad histórica lo demuestra con claridad… “Los únicos que en la vida traicionan son los amigos porque los enemigos enemigos son”…

PALMERAS: Y lo importante nunca es caer, sino por el contrario, levantarse con mayor enjundia y con los guantes puestos para “agarrarse a trompadas con la vida” (Ricardo Garibay, el gran cronista del siglo XX)… Cierto, es un proceso doloroso… Pero al mismo tiempo, inevitable… Y como dice (otra vez) el viejito del barrio, “la vida sin problemas sería (es) insípida”… Es como comer todos los días faisán, pues tanto faisán hartan y empachan…