Hay coraje social. Indignación crónica. Legítima lucha social para mejorar y enaltecer la calidad de vida de todos.
Una vida libre y digna y justa para cada uno y para todos.
Ahora solo falta que ese fuego social se traduzca en las urnas en el año 2024 cuando serán elegidos el presidente de la república, nueve gobernadores, quinientos diputados federales, 128 senadores y montón de diputados locales y alcaldes.

DOS. Por ahora, ningún caudillo social

Los teóricos y prácticos aseguran que el fermento social ahí está. Listo, por ejemplo, para ser abanderado por un gran líder social que estremezca y cimbre a la mayoría poblacional.
Desde luego, y por ahora, está en chino tener un nuevo Carlos Alberto Madrazo. Un Alfredo Vladimir Bonfil. Un Demetrio Vallejo. Un Javier Barros Sierra. Un Samuel Ruiz. Vaya, un nuevo subcomandante Marcos del EZLN. Entre tantos otros.
Incluso, un nuevo Andrés Manuel López Obrador.
Y ni modo de improvisarse de la noche a la mañana, es decir, de aquí al año 2024.

TRES. Milagro sexenal

El grueso de la población está jodido. Seis de cada diez habitantes del país, en la miseria y la pobreza. El desempleo y el subempleo.
Entonces, las bequitas mensuales de AMLO (igual, igualito que antes en el priismo) son efectivas.
Cuatro años y meses después han logrado el milagro sexenal. AMLO, el dios terrenal. AMLO, la figura sacrosanta.
La gente jodida… agradecida con el obradorismo. Para la mayoría, el dinerito de la bequita mensual es sagrado. Les ayuda a vivir. Para otros, les auxilia hasta para dar a los hijos necesitados.
Por eso tanto fervor religioso y social y político cada dos meses haciendo filas gigantescas para cobrar el emolumento.
Dinerito, claro, que es dinerito del presupuesto oficial.

CUATRO. Clases medias, posible esperanza

Y por eso mismo, más dura y ruda y difícil y desgastante y extenuante que el fuego social se traduzca en las urnas votando en contra de los candidatos de MORENA a los cargos de elección popular.
En todo caso, también dicen los expertos, el centro del descontento y el desencanto social está en las clases medias.
Clases medias altas. Clases medias medias. Y clases medias bajas.
Incluso, hasta en parte de las clases altas, pues mucha gente riquilla y pudiente también suele integrarse en la fila para cobrar la bequita mensual.

CINCO. Indignación crónica

En los celulares y el WhatsApp, el café y el restaurante, la cantina y el antro, en las reuniones familiares y amicales, parte de la población, indicativa y significativa, despotrica contra AMLO y su corte de cortesanos.
Faltaría ahora esperar y esperar con el corazón y las neuronas inflamadas de esperanza social, que ese fuego social, esa inconformidad, esa indignación crónica que parece, se traduzca en las urnas a mediados del año 2024 cuando el tiempo electoral.

SEIS. Para bailar ‘La bamba’…

Ya se verá si los partidos opositores a AMLO y MORENA y la llamada Cuarta Transformación, 4T, son capaces de “poner de cabeza” a los morenistas y lanzarlos del Palacio Federal y los nueve palacios estatales y las curules locales y federales y las presidencias municipales.
Una verdad histórica permea. La política electoral es como “La bamba”… que para bailarla “se necesita un poquito de gracias y otras cositas”.