Violencia intrafamiliar donde los machitos alcanzan la plenitud del patriarcado.
Violencia sexual con el creciente acoso en las escuelas, como los últimos casos en la CBTIS 142 de Mariano Escobedo, el Tecnológico de Orizaba y el Ilustre Instituto Veracruzano de la ciudad jarocha.
Y ni se diga la violencia sexual en las oficinas públicas y privadas.

DOS. Violencia institucionalizada

Violencia penitenciaria como el preso recluido en el penal de Poza Rica que asfixiara a su pareja en el acto sexual.
Violencia ideológica política de funcionarios públicos y políticos y líderes partidistas contra mujeres.
Violencia institucionalizada cuando desde la 4T niegan señalamientos. Incluso, cuando amenazaran a la titular del ORFIS con el despido por el informe sobre la Cuenta Pública del año 2021.

TRES. Pasiones desenfrenadas

Violencia partidista que alcanzan el decibel más alto en la política, todo por el control del poder total y absoluto, el poder político que suele llevar al poder económico y social.
Basta y sobra con recordar la frase bíblica del presidente de MORENA en Veracruz, Esteban Ramírez Zepeta, cuando pidió a los Morenistas que nadie se peleara “porque había dos mil cargos públicos para repartir”.
Violencia educativa como la denuncia de las estudiantes del CBTIS 142 de Mariano Escobedo de que un profesor, parece, o más, piden “sexo a cambio de calificaciones”.

CUATRO. “Aquí mando yo”

Violencia política de los jefes de jefes en contra de los ciudadanos de a pie como por ejemplo, cuando la Fiscal General dijera que “no a todos los Colectivos (integrados con padres con hijos desaparecidos) se les puede tener contentos”… porque “Aquí mando yo”.
Violencia sicológica en las oficinas públicas y quizá también privadas cuando los jefes hostilizan a las mujeres para tener sexo una y otra ocasión hasta consumar sus deseos atrabiliarios.
Violencia religiosa cuando los ministros de Dios advierten a los feligreses que si se portan bien en la tierra irán al paraíso celestial a la hora de morir y si mal, ni modo, al infierno.

CINCO. La violencia de la miseria y el hambre

Violencia sociológica y antropológica cuando seis millones de habitantes de Veracruz de los ocho millones y cachito siguen viviendo en la miseria y la pobreza.
Violencia académica cuando por ejemplo, en cada ciclo escolar para ingresar a la Universidad Veracruzana más de 45 (cuarenta y cinco) mil jóvenes (como en el ciclo anterior) presentan examen de admisión y únicamente son aprobados 17 (diecisiete) mil.
Y eso que la educación está garantizada.

SEIS. Niños huérfanos, parejas viudas

Violencia laboral cuando un millón de paisanos de Veracruz debieron partir de migrantes a Estados Unidos buscando un empleo digno y estable que en el territorio jarocho por ningún lado encontraron.
Violencia moral con el liderazgo nacional en feminicidios y lo peor, además de la impunidad, los cientos, miles quizá, de niños huérfanos y parejas viudas.
Nada sume tanto en la angustia personal, familiar y social como los Memoriales de Desaparecidos erigidos para recordar más y siempre a las personas (la mayor parte hijos) plagiados en Veracruz, el decibel más alto de la violencia.
La violencia, el gran legado de la 4T en Veracruz, igual, igualito que con los gobernadores Javier Duarte y Agustín Silvestre Acosta Lagunes.