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Escenarios
Jueves 26 enero, 2023

El amor de una enana

•Fascinante amanecer
•El circo en el pueblo

UNO. El amo de una enana

Nada era tan maravilloso como la llegada del circo al pueblo. Claro, por las preciosas trapecistas. Más, por los enanitos que tanto hacían reír. Pero mucho más, por las enanitas.

Luis Velázquez

Incluso, años después, Héctor Fuentes Valdés y sus amigos recordaban felices la relación amorosa, pasional, llena de deseo, con alguna enanita y que fue un deslumbramiento.
Primero, la curiosidad. Y luego enseguida, apenas, apenitas, las caricias furtivas, tímidas y osadas entre ambos. Y, claro, la relación íntima.
Era fascinante, como dice la canción de José Alfredo Jiménez, “amanecer en los bracitos” de ella.

DOS. Permiso de la tribu

Héctor Fuentes corrió los protocolos de los dueños del circo y quienes eran casi casi dueños del destino de los cirqueros.
Y a las enanitas, todas bonitas, atractivas, cariñosas, las cuidaban más que nadie.
De entrada, el juramento de que la relación iba en serio. Luego, la bendición de la tribu completa para obtener el permiso de la visita. Incluso, de la salida al parque. Y tomados de la mano, sin avergonzarse ni apenarse, pues ni modo de ocultar deseos y amores así.

TRES. Enanita belicosa

Las partes comprendían el riesgo. Si se entendían, él se iba en el circo con ellos o ella se quedaba en el pueblo y luego luego, antes de que el circo partiera, se casaban.
Y por la iglesia.
Para infortunio de las partes, la relación nunca prosperó. Caray, los celos se atravesaron y la enanita era una furia temeraria dispuesta a todo.
La relación derivó en un cortocircuito y aun cuando fue terminada con civilidad, cada quien siguió en su camino.
Héctor Fuentes agradecía al Ser Superior que ella nunca quedara embarazada.

CUATRO. Los celos empeoraron

Los expertos dicen que los enanitos tienen un sexto, séptimo sentido, para mirar lejos.
Es más, hasta profetizan y suelen pegar a la profecía.
La enanita aquella aceptaba la intensidad volcánica de sus celos y que, caray, en otros pueblos había causado una tercera guerra mundial.
Y lo platicaba con el amigo del pueblo, su galán. Los dos apostaban a entenderse, pero ella era una rabieta crónica y nada la detenía.
Era el tiempo cuando los circos demoraban uno, dos, tres meses en cada pueblo, porque exploraban en las rancherías y comunidades entrada por salida.
Y por eso quizá pudieron conocerse mejor. Y ni modo, los celos fueron empeorando.

CINCO. Relación frustrada

Héctor Fuentes quedaba a dormir en el circo con el olor de los leones, tigres y elefantes viejos y que solían despertarlo en la madrugada con su concierto desafinado… y que, acaso, quizá, una experiencia semejante habría vivido Blanca Nieves con los siete enanitos.
Ella era bonita, de ojos grandes, bien proporcionadita, pero con todo la vanidad y la soberbia le ganaban.
Y la relación se arruinó.

SEIS. La vida es así…

Poco a poco el circo dejó de llegar al pueblo. Otros cirqueros les ganaban la plaza. Incluso, hasta los gitanos y quienes únicamente llevaban el cine ambulante y las gitanas descifrando la suerte y el destino con la lectura de las manos.
Y dada la experiencia vivida y sufrida, Héctor Fuentes se abstuvo de conquistar a una gitanita. Lo hizo, sin embargo, un amigo de la escuela.
Una mañana, el campamento había sido levantado y ninguna pista de ellos. Y el amigo también quedó encandilado.
Por fortuna, los expertos aseguran que la vida es así, llena de vivencias; la mayor parte negativas y desagradables y que mucho ayudan a formar al ser humano.


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