y se pasaba las horas platicando con ellos… En la mayor parte de los casos, contándoles historias…

ROMPEOLAS: Y también, claro, preguntándoles sobre la escuela… Sobre todo, alrededor de tres materias… Una, historia (y por eso leía libros)… Dos, gramática (y le gustaba conjugar los verbos)… Y tres, la aritmética (haciendo cuentas)… Se sabía montón de adivinanzas (casi una biblioteca) y las contaba para que cada uno aventurara un acierto… Además, premiaba al nieto adivinador… En su parcela tenía unas vaquitas y todos los días llegaba hacia las 4, 5 de la mañana para la ordeña… Una parte de la leche para que los nietos bebieran leche fresquecita y sana, sin agua…

ARRECIFES: Solía regalar las historietas y los comics de moda y aun cuando se trataba de Memín Pinguín, El Llanero Solitario y Toro, Superman, Batman, La Pequeña Lulú y Archi y sus amigos, aseguraba que lo importante era que los nietos leyeran y que luego, con “el tiempecito y un ganchito” encontrarían camino a los libros clásicos… Incluso, decía a sus hijos, los padres de los nietos, que en la República Dominicana los cuentos de Memín Pinguín eran libros de texto en la escuela primaria…

ESCOLLERAS: Siempre estuvo pendiente de la economía de los hijos… Y si era necesario salía al rescate… “Por ustedes, pero más por los nietos” decía y que significaba argumento infalible… Hombre de la sexta década, había domeñada carácter y temperamento y nunca se le miró enojado, molesto, encabritado… Se molestaba, claro, pero con una sonrisa llamaba la atención y era firme… “Ojalá y te sirva de lección” profetizaba cuando un hijo cometía por ahí un pecadillo venial… “Veinte y las malas” que nunca conoció de la intriga, la calumnia, el resentimiento, el odio y la venganza…

PLAZOLETA: Vivía con mucha modestia y sencillez… Casi casi, austeridad franciscana… Y gastaba muy poco en las tareas del hogar… Entonces, canalizaba su dinerito para los nietos… Una mudita de ropa… Los zapatos… Y hasta los útiles escolares… Con varios nietos se iba a la lonchería del parque del pueblo para tomar un choco milk todos con un pedacito de pastel y seguir platicando… Era su mayor entretenimiento y gozo… “Nos haces mucha falta” le decían los nietos y el abuelo era dichoso y feliz…

PALMERAS: Murió rodeado de la familia… Un cáncer de próstata se lo llevó… Poco a poco fue desmejorando y casi casi profetizó el día de su muerte… Por eso quiso despedirse de todos y hacerles encargos para allanar el camino a los nietos en el largo y extenso y sinuoso trecho de la vida… Es más, preparó a los nietos para su muerte, y, claro, le lloraron, pero al mismo tiempo, quedaron reconfortados, porque sabían que el abuelo descansaría de sus males… Ninguno de los nietos pensó que se iría al cielo porque, les decía, “aquí, con la muerte, la vida termina, y ni los buenos se van al paraíso ni los malos al infierno”…