Reporteros agredidos
•Ciudadanos violentos
•Bajo perfil de malos
ESCALERAS: De por sí, los diez asesinatos de reporteros cometidos en el tiempo de la 4T en Veracruz son demasiados.
Más, cuando todos en la impunidad.
Más, con el desdén y la indiferencia hacia los también en la impunidad los diecinueve crímenes de trabajadores de la información, más tres desaparecidos, en el Duartazgo.
Luis Velázquez
Y cuando el dato oficial de que en el año 2022 se registraron 106 (ciento seis) agresiones a reporteros, duro y rudo en el tiempo del sexenio cuya bandera de izquierda es la defensa de los derechos humanos.
PASAMANOS: La Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (¡vaya nombrecito burlón!), CEAPP, lo ha documentado. El señor Israel Hernández, baleado en la nalga izquierda en un tiroteo en el sindicato TAMSA disputando el liderazgo, ha documentado el infierno mediático:
De las 106 agresiones, 41 (cuarenta y una) cometidos, dice, por particulares.
27 (veintisiete) por malandros.
13 (trece) por políticos.
Y 25 (veinticinco) por gente no identificada.
Es decir, de acuerdo con su estadística, la mayor parte a cargo de personas particulares. Digamos, quizá, esa cosita tan abstracta y absurda llamada sociedad civil. Y, bueno, en el tiempo de la pasión guinda y marrón descarrilada, acelerada desde “La mañanera” habrá profetas del caos y desastre pensando, sintiendo, vislumbrando, que bien pudieran ser los militantes de MORENA.
CORREDORES: De acuerdo con la CEAPP, las cabeceras municipales con mayor intolerancia a la prensa son las siguientes:
En un lado del ring, Xalapa, Veracruz, Poza Rica, Coatzacoalcos y Córdoba.
Y en el otro, Acayucan, Martínez de la Torre, Tantoyuca y Tuxpan.
En nueve demarcaciones, entonces, de los doscientos doce municipios, centradas y concentradas las agresiones a los trabajadores de la información.
Con todo y los cursitos de capacitación en derechos humanos impartidos por la CEAPP a los servidores públicos.
Pero… entonces, acaso necesitarían ampliar los cursitos a los ciudadanos de a pie.
Más ahora cuando la LXVI Legislatura les amplió el presupuesto anual, a menos, claro, esté predestinado para aumentarse salarios y viáticos dada la recesión y la inflación.
BALCONES: 106 (ciento seis) agresiones a medios en un año bien pudieran significar nada en un Veracruz donde de acuerdo con Javier Duarte cuando gobernaba, ajá, la entidad, existían ocho mil reporteros.
106 agresiones para ocho mil son pocas. Casi nada. Digamos, normales y naturales en un Estado jarocho donde la especulación (también aseguraba Duarte) es el deporte favorito.
Peor, mucho peor, ha ido con la 4T a las mujeres, Veracruz, campeón nacional en feminicidios. Y secuestros. Y extorsiones.
Y peor a los cientos, miles, de niños huérfanos y parejas viudas.
Y a muchos pueblos indígenas y rurales donde los jóvenes siguen migrando al país vecino soñando con un mundo mejor.
Peor, mucho peor, a los padres a quienes cada día secuestran y desaparecen un hijo.
PASILLOS: Por cierto, una palabrita por ahí pronunciada, y a destiempo, por la CEAPP sobre el documental “A plena luz. Caso Narvarte” exhibiéndose en Netflix, y en donde desmenuza con dudas y sospechas la masacre de cuatro mujeres y un hombre, el fotógrafo Rubén Espinoza, corresponsal de Proceso en Veracruz cometido en el Duartazgo.
Para ellos, según parece, los diecinueve asesinatos de reporteros y los tres desaparecidos en aquel sexenio priista, el último de la temporada, es, sería caso cerrado.
Por eso ha de preguntarse si basta con la declaración mediática de las 106 agresiones para alentar la posibilidad de que la vida reporteril camine sin sobresaltos.
Y mucho se duda. Sólo se muestrean en los titulares. La egoteca es canija.