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Diario de un reportero
Sábado 31 diciembre, 2022

Vidas Ejemplares

•Coraje humano
•Fuerza de voluntad
•Ser y trascender

DOMINGO
En las grandes ligas



Estas son algunas historias de lucha, fuerza de voluntad y coraje humano para estar, ser y trascender.
Mujeres y hombres que en un momento estelar de sus vidas “quemaron sus naves” en el pueblo y decidieron jugar en las grandes ligas.
Personas y personajes que siempre miraron lejos, dejando atrás la comodidad de la aldea, la provincia, la hamaca y el cafecito (y la copa y la disco) con los amigos.
Entre otras, las siguientes: Jorge N. es originario de Veracruz. Estudió Ingeniería en la UNAM. Y, claro, como sucede, jamás volvió al pueblo. En la Ciudad de México encontró chamba en una empresa trasnacional. Más, porque desde el primer año de la carrera se puso a trabajar y fue adquiriendo experiencia laboral y profesional y que tanto suelen exigir los empleadores.
La empresa lo fue ascendiendo. Y lo nombró gerente general de una región del país.

Luis Velázquez

Y se posicionó como el mejor en la venta de productos y servicios.
Y de nuevo fue premiado. Ahora es gerente general de la misma empresa, pero en Suiza. Habla inglés, pero aprendió francés en cuatro meses. Y luego de varios años divorciado se casó con una colombiana, a quien conociera en el otro extremo del planeta.

LUNES
Trece libros publicados

Ricardo N. es originario de la Cuenca del Papaloapan. Reportero, derivó en escritor. Por ahora, tiene trece libros publicados.
Durante unos treinta años fue periodista a ras del suelo, gastando la suela de los zapatos buscando la noticia en las mañanas y desgastando la columna vertebral en las tardes frente a la computadora, ahora escribe una columna semanal en periódico de la ciudad de México.
La mayor parte de las horas de cada día y parte de la noche las ocupa para escribir libros. Todos, especializados en el narcotráfico.
Ricardo N. es, sin duda, “veinte y las malas”, uno de los reporteros especializados en la delincuencia organizada.
Incluso, suele impartir conferencias en América Latina y en donde permanece un tiempecito sin dejar la tecla.
Un tiempo vivió en el otro extremo del mundo, en Austria, y desde allá reporteaba y escribía, pues la escritura de libros permite vivir en cualquiera de los cinco continentes. Más ahora, con el Internet y la vida digital.
Es un escritor exitoso. Vive de sus regalías. Y las editoriales disputan sus libros.

MARTES
Mirar lejos

La historia de Salma Hayek es fascinante. Hay una foto donde está vestida de estudiante de escuela secundaria en Coatzacoalcos y aparece frente a un puesto de tacos callejeros entrando a la tortilla, las carnitas y el chilito.
Dejó el pueblo y migró a la Ciudad de México. Y se puso a estudiar cine. Y al ratito le abrieron las puertas en Televisa. Y lanzaron telenovela estelar. “Teresa” (parece) se llamaba.
El dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, le ofreció un contrato por dos años. Pero ella miraba lejos.
Migró a Los Angeles. En Estados Unidos buscando una oportunidad cinematográfica anduvo hasta en las marchas de los migrantes de América Latina reclamando derechos humanos.
En un momento estelar las puertas de Hollywood se le abrieron. Talento, fuerza de voluntad, imaginación, porfía, todo se conjuntó.
Y cuando ya estaba con los vientos volcánicos de su lado migró a Europa y estableció en París donde vive en un castillo en las goteras de la ciudad casada con uno de los nueve hombres más rico de aquel continente y con quien han procreado una hija, Valeria.
Ahora, tiene compañía cinematográfica exitosa y contrata a montón de artistas para sus filmes.

MIÉRCOLES
Vientos favorables

Ciro N. conoció las cornadas del hambre y la miseria. El desempleo y el subempleo.
En el pueblo fue de todo. Lustrador de zapatos. Mandadero. Cargador en el mercado. Tablajero. Vendedor de masa para echar tortillas. Ayudante de mecánico. Mecánico. Chofer.
Y siempre con pinches salarios mugrientos.
Entonces, agarró camino a Estados Unidos como migrante. Y sin papeles.
Buen karma y mejor vibra encontró trabajo en un rancho de Texas. Y buena química con el patrón.
Trabajador laborioso, sin vicios, ni siquiera, vaya, fumaba ni fuma, menos alcohol, se ganó un espacio en las neuronas y el corazón del patrón y pronto lo nombraron jefe en aquellos campos agrícolas.
Los vientos de su lado; al ratito se llevó a la esposa y a los hijos. Y luego, a los padres.
Y los hijos fueron inscritos uno en la escuela primaria y dos más en la secundaria.
El patrón les dio una casita para vivir y reunida la familia, lo más importante de la vida, son dichosos y felices.
De Veracruz huyó ante el agudo y punzante desempleo.

JUEVES
Genio jarocho

Es fulgurante la historia de Francisco N. De Veracruz a la Ciudad de México a Cuernavaca a Estados Unidos y a Francia.
Estudió Ingeniería en la Universidad Veracruzana. Cursó una maestría en la UNAM. Y trabajaba al mismo tiempo.
En una empresa transnacional lo contrataron. Es un genio de la tecnología. Un genio de las matemáticas, el álgebra y la trigonometría. En vez de neuronas tiene números y estadísticas en el cerebro. Gran inventor de aparatos y equipos sofisticados.
De la Ciudad de México fue enviado por la compañía extranjera a Cuernavaca, a un centro de estudios que financian.
Luego de un ratito, lo enviaron a Estados Unidos a una planta nuclear.
Tres años después, a Francia, donde la matriz.
Los hijos, tres, estudiando la universidad. Y, claro, políglotas. Hablan inglés, francés y alemán. Igual que Francisco N. Igual que su esposa, maestra en Francia.
La vida, en las grandes ligas del mundo, midiéndose y probándose con los mejores entre los mejores.
Veracruz les quedó chiquito. Chiquito el país. Chiquito, incluso, Estados Unidos.
De ganar en dólares a ganar en euros. Uno de los hijos, el mayor, hasta casó con una francesa.

VIERNES
Remar la canoa

El señor Aurelio N. fue campesino toda su vida. Setenta años. Vivían en el rancho con la familia y a los ocho años de edad abandonó el tercer año de la escuela primaria para ordeñar las vacas con su padre y hermanos.
Y tal fue su destino hasta la mayoría de edad.
Y, claro, descubrió que el futuro era incierto, lleno de zozobra y desigualdad económica y social.
Pero siguió remando la canoa.
Entonces, migró del rancho a un pueblo donde con la ayuda del padre y el suegro puso un molino de nixtamal.
Cada día iniciaba la molienda hacia las tres de madrugada y hasta las doce del día.
Luego, a picar las piedras del molino y lavar el molino.
Entonces, agarraba camino a una parcelita de cuatro hectáreas recibidas en herencia paternal y sembradas con maíz y frijol y chile.
Regresaba a casa hacia las 7, 8 de la noche, para bañarse y cenar y escuchar “La hora de Agustín Lara” en la XEW.
Y platicar con la familia. La esposa y los hijos.
Así transcurrió su vida. Tranquila y sin sobresaltos. Y satisfaciendo con austeridad franciscana las necesidades vitales de la esposa, pero más aún, de los hijos.
Murió tranquilo. “En paz conmigo mismo” dijo.


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