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Viernes 02 diciembre, 2022

Adivinar la sucesión

•AMLO elegirá...
•”El tapado” tapado

UNO. Juego sucesorio

Director general de Excélsior y el semanario Proceso, en cada temporada presidencial, don Julio Scherer García solía organizar tertulias en su oficina, digamos, en “las horas muertas” de la fiebre periodística.

Luis Velázquez

El objetivo era uno solo: “Adivinar el juego sucesorio al presidente de la república” en turno.
Invitaba un cafecito en la tertulia a los jefes del medio. Y a uno que otro reportero y quienes iban rolando para que todos participaran.
Eran cada semana. Y cada uno podía llevar el nombre de su candidato y/o preferido, y, claro, siempre documentando razones de peso y con peso.

DOS. Descifrar la mente presidencial

La tertulia era interesante. Primero, porque más que analizar la posibilidad real de un aspirante y suspirante, el juego era adivinar el juego del tlatoani en Los Pinos y Palacio Nacional.
Y segundo, porque las circunstancias cambiaban a cada rato y como corresponde a la movilidad social.
Entonces, más que zambullirse en las razones de los aspirantes habían de meterse a nadar en las neuronas, el corazón y el hígado presidencial.

TRES. Ejercicio inédito

Aquellas tertulias fueron perdiendo el interés cuando y de acuerdo con las versiones de uno que otro reportero, cada semana, don Julio cambiaba de candidato.
Desde luego, y a su favor, más que el cambio de actitud de Scherer, lo importante era que las circunstancias cambian.
Y más en política, cuando “te acuestas candidato y amaneces en la lona”.
Pero, bueno, el ejercicio era inédito y más todavía significaba un ejercicio de inteligencia, formación teórica y práctica, y el conocimiento con lupa de las razones presidenciales y de los atributos de cada aspirante para dilucidar los claroscuros.

CUATRO. “El tapado” tapado

AMLO, el presidente de la república amorosa, igual, igualito que su antecesor, Luis Echeverría Álvarez, anticipó y con mucho tiempo el destape de sus favoritos y elegidos para la sucesión.
La primera, Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno en la Ciudad de México. El segundo, Marcelo Ebrard Casaubon, secretario de Relaciones Exteriores. Y el tercero, Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación y su paisano.
Desde un principio, excluyó al senador Ricardo Monreal Ávila, quien, en avisito anunciado, todo indica, agarrará camino por la oposición.
Entonces, el juego sucesorio gira alrededor de un triunvirato. Y aun cuando están destapados, “tapados” siguen, porque todo puede cambiar.

CINCO. Un sucesor fiel

En el juego hay una premisa histórica: AMLO decidirá igual que sus antecesores. Palomeará al candidato en quien tenga más, mucha mayor confianza, y certeza, de su lealtad. Y lealtad ciega, perruna, rabiosa, “y a prueba de bomba”.
Y es que por encima del destino de la nación, la brújula que norma el criterio es la seguridad de que el “Palomeado” le será fiel y nunca, en ningún momento sexenal, lo traicionará.
Ni a AMLO. Ni a sus tres hijos mayores. Ni a su segunda esposa. Ni a sus hermanos.
El presidente de la república en turno elige… en base a la certeza total y absoluta de su seguridad.
Seguridad, más que física, social, económica y moral. Sicológica y siquiátrica. Existencial.

SEIS. Presidentes equivocados

Por eso mismo designar al candidato sucesor se entiende como la decisión más trascendente, definitiva y categórica del presidente de la república en turno.
Vaya, caray, a equivocarse, como sucediera a Plutarco Elías Calles con Lázaro Cárdenas del Río.
Y a Gustavo Díaz Ordaz con Luis Echeverría Álvarez.
Carlos Salinas de Gortari con Ernesto Zedillo.
Vicente Fox Quesada con el perdedor de la contienda interna en el PAN, Santiago Creel Miranda.
Enrique Peña Nieto con José Antonio Meade.


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