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Sábado 26 noviembre, 2022

“No seas güey”

•“No seas mamón”
•La moda juvenil

UNO. ¡Vaya lenguaje!

Hay moda lingüística. Se está dando y desde hace ratito y sobre todo entre jóvenes. La mayoría omite hablar por su nombre a los compañeros y amigos. Tampoco por sus apodos, aquellos endilgados hasta en la infancia y la adolescencia.

Luis Velázquez

Ahora, se hablan con par de adjetivos calificativos. Uno, “güey”. Y otro, “mamón”.
Incluso, entre mujeres. “No sean güey”. “No seas mamona”. Y ni se diga, entre los chicos.
Incluso, hay quienes se duelen que el amigo, el compañero, el colega, los ha dejado de querer cuando les llaman por sus nombres en vez de los “ilustres” epítetos.

DOS. Forma cariñosa de hablarse…

La terminología es vieja. Pero como suele ocurrir con las moda, de pronto, ¡zas!, la hicieron vigente.
Así es y anda la relación humana. Tan bello, caray, que es el idioma español. Quizá, uno de los más hermosos del planeta.
Insólito: ninguno de los chicos se siente ofendido ni lastimado. Saben, están conscientes de que significa una forma cariñosa de expresarse y llamarse entre ellos.

TRES. La moda que te acomoda…

Claro, si un narco dice “no seas mamón” a otro narco, pistolero o sicario, maloso o malandro, bien puede estallar la tercera guerra mundial.
Y si le dice “no seas güey” de igual manera.
De hecho y derecho, el par de términos, modismos, resulta contemporáneo de la otra modita de los tóxicos… para denominar una característica de una nueva especie humana creada en la faz de la tierra.
Casi casi como la raza pura de Adolfo Hitler. Y/o “la raza cósmica” de José Vasconcelos Calderón. Y/o el nuevo hombre del “socialismo con rostro humano”.

CUATRO. Soberana mentada de madre

Unos padres de familia escuchan normal el lenguaje de los hijos. Pero en contraparte, la mayoría de los abuelos se sienten lastimados. Y entristecen porque entre los mismos primos se hablan así, tal cual.
Incluso, hasta poniendo énfasis y en vez de hablarse con el tono mesurado se gritonean “a los cuatro vientos” cacareando “no seas mamón”, “no seas güey”.
En el siglo pasado, don Julio Scherer García, el mítico y legendario director general del periódico Excélsior y del semanario Proceso, describía el rítmico andar y sonar y eco de una “mentada de madre” en el mejor estilo alvaradeño.
Decía: “No hay un sinónimo que la pueda sustituir y mejorar”.
De seguro, más o menos estará pasando con el par de epítetos juveniles de moda.

CINCO. Y hasta entre novios

Desde luego, las muchachitas son más, mucho más recatadas que los varones.
En casa, por ejemplo, y ante los padres, los hermanos y los primos se llaman así.
Pero apenas, apenitas, “salen del cascarón” y van a la calle, los dos adjetivos calificativos alcanzan la plenitud del ejercicio lingüístico.
Caray, hasta entre novios se los repiten cuando en el siglo pasado era un fervor religioso repetir la estrofa de Amado Nervo de que “a la mujer no se le ha de tocar ni el pétalo de una rosa”.

SEIS. Los modismos se van…

Ni hablar, “¡aquí nos tocó vivir y qué le vamos a hacer!” exclama personaje literario del escritor Carlos Fuentes Macías.
Por fortuna, como toda moda, pasado un ratito el par de modismos se irá y llegarán nuevos, quizá mejores, acaso decentes, quizá peores, sabrá el chamán de la esquina que suele anticiparse al futuro.
Insólito: hay escuelas donde los profes, para mostrarse actualizados, endilgan las frasecitas a un alumno poco afortunado en los estudios.
Y lo más interesante, el alumno les revira y todos en paz.


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