Pero más, mucho más, la razón de peso y con peso de la devoción religiosa a este santo laico es la siguiente… Nunca, nunca, nunca, se ocupó de los políticos y los funcionarios públicos en sus textos… Más, mucho más importante son las vidas comunes y sencillas, aseguraba… Claro, en sus columnas escribía sobre los famosos, digamos, “para dar sabor al caldo” de sus letras y palabras, oraciones y frases… Y así fue dichoso y feliz…

CURVA PELIGROSA: Su recuerdo, su lección de vida, se agiganta y multiplica por lo siguiente… Desde que se tiene memoria en la lectura de periódicos y revistas se ha observado la huella, el rastro, de los trabajadores de la información ocupados de la vida pública y política y contando historias descarnadas sobre el poder… Y las mujeres y hombres con poder político, económico y social… Ese periodismo, cierto, ha descrito los hechos concretos y específicos, lacónicos y macizos… Y documentada la corrupción desde el siglo pasado, digamos, hacia el año 1965, a la fecha… Desde, por ejemplo, el semanario Por qué? de Mario Renato Menéndez Rodríguez hasta Proceso de don Julio Scherer García… Y desde Scherer como director general de Excélsior hasta don Manuel Buendía con prestigiada columna, “Red Privada”…

AUTOPISTA DEL SUR: Y en contraparte, nada, absolutamente nada ha frenado la corrupción de los políticos… Desde el tiempo priista y panista hasta el tiempo de MORENA y la famosa 4T, ajá… Bastaría recordar el libro de la periodista Elena Chávez González, “El rey del ca$h” donde documenta, como testigo directo, los trastupijes y “moches” de la Gran Cuarta Transformación con la regla universal de “si te agarran te echas la culpa y te callas”… Y a pesar de aquel gran periodismo, los pillajes y latrocinios continúan… Entonces, de pronto, el reportero ha de preguntarse y volverse a preguntar la razón de ser para reportear, escribir y publicar ese tipo de historias si nada trasciende y nada pasa… Y por el contrario, los políticos continúan igual o peor, incluso, “dándose golpes de pecho” de que “no somos iguales”…

AUTOPISTA DEL NORTE: Por eso, el gran periodismo de Ricardo Rubín… Contar historias de la gente sencilla y común… Incluso, ocuparse de las curiosidades de la vida cotidiana, entre otras, del mundo animal y de los famosos y sus deslices, consejos de belleza, recetas gastronómicas, modas, viajes y horóscopos, discos, grupos musicales, lectura de libros, frases célebres de personajes connotados, los díceres a ras del suelo, cosas de la vida, los grandes divorcios, remedios caseros para curar enfermedades, el acomodo y reacomodo de los astros, etcétera… De hecho y derecho, como el cronista Ricardo Garibay intitulara una de sus columnas, “Lo que ve… el que vive”… Además, caray, toda la vida, Rubín viviendo “con la medianía de su salario” y contento y dichoso con su esposa e hijo… Y su casa llena de libros y discos… Un reportero cien por ciento honesto y con una honradez “a prueba de bomba”… Discreto, callado, con bajo perfil, reservado, con una reducida, estrecha, limitada, vida social… Quizá, acaso, familiar…

RECTA FINAL: En los medios, ya se sabe (“verdad histórica”, ajá), los sueldos son pichurrientos y miserables… Incluso, sin las prestaciones de ley… Entonces, y para ejercer su libertad con dignidad, Ricardo Rubín encontró estrategia eficaz y eficiente… Y comenzó a enviar su columna “A cien por hora” a montón de periódicos en la república amorosa… Y de pronto, ¡zas!, a los editores les gustó tanto que veinticinco lo contrataron… Y en el siglo pasado le pagaban mil pesos mensuales por la columna de lunes a viernes… Y significaban 25 mil pesos seguros, firmes, inalterables… Y con más razón ejerció su libertad a plenitud… Es más, cuando su hijo creciera, la familia se trasladó a vivir a Corpus Cristi, en Estados Unidos, para que el hijo, y también ellos, estudiaran y aprendieran a hablar el idioma inglés… Y desde EU seguía enviando y por correo las columnas a los 25 diarios del país… Por eso, más, mucho más, se le admira y se le tiene una estatuilla en el altar familiar, y como dice AMLO, “su foto la traigo en mi cartera” como si fuera, digamos, el Judas Tadeo particular…

META: El escribidor tiene un archivo con unas cien columnas de “A Mil por Hora”…Casi casi, la Biblia del periodismo… Y se leen y releen con la misma devoción, digamos, que “Los nueve libros de la historia” de Herodoto, el primer enviado especial del mundo… Y/o que el libro “Crónicas” de la Biblia… Y/o que los libros de Ryzard Kapuscinski, Julio Scherer, Ernest Hemingway, Norman Mailer, William Faulkner, García Márquez, Günter Wallraff, etcétera… Una prosa suculenta y bella que ha de leerse en voz alta para escuchar el tropel y el bamboleo rítmico de las letras y palabras… Era abstemio y nunca fumó… Y jamás le tentaban los restaurantes VIP… Vestía con ropita sencilla, por lo regular, de color café… Y cuando pocas, excepcionales, ocasiones andaba en la calle, siempre usaba un sombrero de aleta ancha y se lo ponía de lado como los campesinos ocultando su cara para pasar inadvertido… Con Ricardo Rubín, la edad de oro del periodismo…