Adiós al papel: Diario El Mundo de Córdoba 1960-2022

#Córdoba #DiarioElMundo Esta historia comenzó con un sueño. De qué otra forma podría haber comenzado sino era así. Mi padre era un idealista, un hombre de letras que conocía la fuerza de la palabra y lo que ésta puede hacer con el alma de quien la toca. Es el arma más poderosa que existe para cambiar las cosas y despertar conciencias, es la herramienta que mueve al hombre, que lo hace soñar, pero también actuar. El sabía de su fuerza y estaba convencido que tenía que llegar a todos. Y qué mejor manera de hacerlo que con un periódico, “el libro del pueblo”, como él lo llamaba. Así nació el mundo, como un proyecto que pretendía convertirlo en una “herramienta para extender la cultura”. Había que darle voz a quien no la tenía, defender al desvalido y servir de contrapeso para el poder.

Así, un 23 de febrero de 1960, Othón Arróniz arrancó esta aventura. Muchos hombres valiosos se enamoraron del proyecto y se volcaron a convertirlo en realidad. En un inicio, la labor era titánica para conseguir sacar tan solo 4 páginas a las calles, imprimiéndolas casi igual que como hace 4 siglos lo hacía gutenberg con marcos de madera en donde se iban colocando las letras de metal hasta ir formando el texto que se quería. Se revisaba, con el texto al revés, para que no tuviera errores ni faltas de ortografía, y si había un error o faltaba un acento, se sacaba la letra y se metía la que correspondía. Luego se le untaba la tinta y se metía en la prensa plana para imprimir el papel. Quienes vieron ese proceso y fueron experimentando los cambios a través de los años, nunca imaginaron que hoy en día nos pudieran leer en cualquier parte del mundo, en su mano, apenas subiéramos nosotros la noticia.

Hoy vemos con nostalgia el camino que hemos recorrido y tardaríamos otros 62 años contando las anécdotas, las noches sin dormir, la búsqueda de la primicia. Todos nos movíamos como uno para que cada edición saliera a la calle. No eran los de editorial los que hacían esto, sino todos los que trabajaban aquí, publicistas, administradores, prensistas. Todos se movían como uno para lograr el objetivo: que el mejor periódico que fuéramos capaces de hacer llegar a sus manos. Tal vez por eso dejamos de vernos como una empresa y comenzamos a vernos como una familia, la gran familia mundana. Esto no era un negocio, era la posibilidad de cambiar las cosas, de contribuir en algo, de ser parte de la historia.

Por 30 años, el periódico, el papel, fue nuestra razón de ser. En sus páginas dejamos constancia de la historia de esta región. Luego llego el internet y algunos, muy pocos, para ser sinceros, comenzaron a leernos en nuestra página web, pero aún seguía mandando el papel. Eran los primeros años del nuevo siglo. Hasta que un hombre visionario inventó un artefacto que cambiaría nuestra vida para siempre. Esta revolución tecnológica volcó a nuestros lectores hacía los medios electrónicos y fue abandonando el papel. Hoy vemos con sorpresa que nuestros lectores se han multiplicado de manera exponencial llegando a cifras que nunca hubiéramos imaginado. El reto es grande. Es hora de cambiar de piel. Hoy dejamos de ser periódico. Tiene en sus manos el último ejemplar impreso de el mundo. Quedan impresas 24,463 ediciones a lo largo de 62 años como testigos vivos de nuestra historia. Estamos satisfechos del trabajo realizado y el deber cumplido. Nos toca ahora emprender una nueva aventura, con formas diferentes, pero con el mismo fondo, los mismos valores bajo los que nacimos…

Familia Arróniz.