A Mil Por Hora
•Juan Rulfo era un hombre callado y tímido. Y con grandeza literaria
•Siempre se sentaba en un rincón de la casa para pasar inadvertido
•Desde su paso por el Seminario descubrió que adoraba estar solo
•Habituado a escuchar a los demás era un escritor monosilábico
Luis Velázquez
BANDERAZO DE SALIDA: El escritor Juan Rulfo, El llano en llamas y Pedro Páramo, era un hombre callado, muy callado... Y lo era, primero, porque siempre fue introvertido y vivía para adentro en vez de vivir para afuera... Su riqueza sicológica era interior... Segundo, era un hombre tímido y marginal y que siempre, por ejemplo, si asistía, por milagro, a una reunión amical, se sentaba en el rincón más arrinconado... Y de espaldas a la pared... Tercero, tenía una necesidad espiritual de estar solo consigo y sus pensamientos y sentimientos
Cuarto, era tanta su fortaleza neurológica y emocional que siempre quería estar solo… Pero además, quinto, era un gigante… Un gigante de las letras… Tanto Gabriel García Márquez como Elena Poniatowska, entre tantos otros, aseguraron que Rulfo fue decisivo en sus vidas literarias… Es más, a partir de su lectura una noche de “Pedro Páramo”, el Gabo decidió por fin escribir su novela “Cien años de soledad”…
CURVA PELIGROSA: Rulfo también era un hombre hermético… Hablaba poco, muy poco… Digamos, lo necesario… Una escritora dice que si participaba en una tertulia apenas, apenitas, llegaba a pronunciar en horas unas siete frases, máximo… Una vez coincidió en una reunión amical con García Márquez… El Gabo lo descubrió arrinconado en una esquina de la sala de aquella casa… Entonces, se presentó y le invitó un café en el café de la esquina… Y se fueron… Los dos pidieron un café y durante los siguientes treinta minutos, Rulfo permaneció callado y fumando, mientras el Gabo esperaba que Rulfo pronunciara unas palabras… Y media hora después, Rulfo dijo la siguiente frase bíblica: “¡Qué bien estamos así!”… Y siguieron callados… Su padre fue asesinado… Su madre murió… Quedó a cargo de los abuelos, pero luego lo internaron en el seminario donde existía rigurosa disciplina… Y fue ahí, decía Rulfo, donde más solo que nunca se sintió y miró y percibió… Y desde entonces, desarrolló su hermetismo…
AUTOPISTA DEL SUR: El cardiólogo Diódoro Cobo Peña fue maestro en el Bachillerato y en la Universidad Veracruzana… Escribió unos diez libros, entre ellos, un libro de poemas, Perfil de humo… Los otros eran textos sobre Literatura, Filosofía y Pedagogía, sus materias básicas… El profe siempre decía que “los grandes hombres andan solos en el mundo”… Y aun cuando hay muchas mujeres y hombres grandes, grandes entre los grandes, y que rara, extraordinaria ocasión, andan y/o están solos, la experiencia de Diódoro Cobo es singular… Incluso, él mismo era un hombre solitario y quien vivía para impartir clases, escribir y atender su consultorio médico… En su casa los libros estaban hasta en los pasillos, ni se diga, en la recámara y la sala y el antecomedor… Más de cien mil libros… Todos, aseguraba, leídos… Y releídos… Y subrayados en las frases e ideas para consultarse después…
AUTOPISTA DEL NORTE: En el reino animal, los elefantes, las palomas, las gaviotas, las hormiguitas, las cucarachas, las jirafas, los hipopótamos, las hienas, los caballos, las yeguas, los búfalos, los zopilotes, etcétera, siempre andan en manada… Todo lo hacen en manada… Atacan al mismo tiempo y entre ellos se defienden y blindan… Y en contraparte, las águilas, los leones, los tigres, las panteras, las moscas, los tiburones, los perritos y los gatitos, entre otros, suelen andar solos… Es la propia naturaleza animal… Sin embargo, y como en el caso de los elefantes, cuando sienten y olfatean que está llegando la hora de la muerte, por ejemplo, cuando arrecian sus dolores musculares, entonces, dejan la manada y buscan una cueva en la montaña y se refugian y aíslan para siempre… De vez en vez, salen a buscan la comida y regresan al escondite… Y siempre, claro, viven solos, sin una elefanta de compañía, digamos, que estuviera al tanto de su salud…
RECTA FINAL: Entre los monjes, los más famosos son los franciscanos… 1) Encerrados de por vida en el monasterio entregados a la meditación y la lectura… 2) Viviendo en total y absoluta austeridad, sin soñar, vaya, ni por accidente, con los bienes materiales… 3) Muchos escribiendo… Incluso, libros que luego la Orden Jesuita se encarga de publicar… 4) Lejos de la familia y a la que acaso recibirán en el monasterio… 5) Sin ver televisión porque significa pérdida de tiempo como también pérdida de tiempo andar con el celular en la mano… Menos, mucho menos, circular en las redes sociales, los whatsaap y los tuitazos… 6) En siglos anteriores hasta se volvían santos y eran milagrosos, como fueron los apóstoles de Jesucristo quienes tenían virtudes y atributos para resucitar a los muertos… 7) Sin ningún contacto con el exterior, jamás se informan (ni les interesa) sobre el devenir del mundo… 8) Viven entregados a su Ser Superior, Dios, reproduciendo su vida monástica… Por cierto, el escritor Juan Rulfo parecía un monje franciscano…
META: Juan Rulfo fue un hombre mesurado, discreto, de bajo perfil, callado, habituado a escuchar a los demás, y que en todo caso, hablaba con prudencia sin lastimar, herir, vejar, agraviar a nadie… Incluso, en las entrevistas de prensa era monosilábico… Y con frecuencia, contestaba diciendo “sí” o “no”… “Parece”… “Eso dicen”… “Es cierto”… Era tan cuidadoso con sus letras, palabras y lenguaje que de noche solía prender fuego a las cuartillas que de día escribía y lo dejaran insatisfecho luego del tremendo éxito literario de Pedro Páramo y El llano en llamas… En cambio, se desplayaba en las cartas enviadas a su novia, Clara, quien luego fuera su esposa, y en donde, incluso, le contaba el argumento de los cuentos que escribía… Su mundo interior fue tan rico que, por ejemplo, tomó unas cinco mil fotografías en sus recorridos por la nación vendiendo llantas…