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Jueves 10 noviembre, 2022

Tarea inacabable

•Padres e hijos
•Siempre hijos serán...

UNO. Faena inacabable

Digan lo que digan los otros, la tarea de los padres con los hijos nunca termina. Un minuto antes de morir, los padres estarán pendientes del destino filial.

Luis Velázquez

Los padres están divididos en su religión, doctrina, filosofía de vida, ideología, cruzada moral, sobre si la tarea termina, por ejemplo, cuando los hijos concluyen la educación universitaria y/o cuando se casan y/o cuando ya tienen un empleo.
La realidad es que se trata de una faena inacabable. Y, claro, y como reza el dicho bíblico, son hijos hasta la muerte.

DOS. Los dejan solos…

Hay unos padres quienes de plano, “dejan morir” a los hijos cuando agarran camino.
Incluso, si enfrentan problemas familiares, económicos, laborales, sociales, los dejan solos.
Allá ellos se las arreglen como puedan.
Es más, hay padres muy valientitos argumentando que a ellos nadie les tendió la mano.
Cuestión de enfoques, claro. Más, si se considera que en la vida “todo es de acuerdo con el color del cristal con que se mira”. Y por añadidura, cada quien habla “como le fue en la fiesta”.

TRES. El hijo pródigo

Otros padres son generosos y solidarios y están con los hijos y con los nietos y hasta donde es posible, en todo y con todo.
Sea un desaguisado conyugal. Un pendiente económico. Subempleo o desempleo. Sea una tragedia.
Y es que ni modo de mirar que un hijo se ahoga y dejar que la corriente lo arrastre.
Bastaría recordar la historia bíblica del hijo pródigo. El padre, generoso, honesto, íntegro, congruente, le extiende la mano cuando su regreso a casa, en tanto los hermanos, caray, “pegan el grito en el cielo”.

CUATRO. El único patrimonio

Si hay personas que dan todo por un amigo, con más, mucha mayor razón y fuerza y peso por los hijos.
El único patrimonio de una mujer y un hombre son los hijos. Entonces, por ellos, hasta la muerte.
Un padre de familia, sin embargo, piensa y siente y actúa y reacciona diferente. Jamás extiende la mano por un hijo en el infortunio. Lo deja solo.
De seguro, y como premisa universal, así sus padres lo formaron. Y quizá habría salido adelante, y entonces, aplica su filosofía de vida.
Y si a ese hombre le fue bien, muy bien, peor tantito.
La vida, ni hablar, suele endurecer “al más pintado y bragado”.

CINCO. El mundo desmoronado

La vida es tan ríspida que cursar una licenciatura, una maestría y un doctorado con frecuencia resulta insuficiente.
Incluso, un empleo pagado sin justicia laboral y sin las prestaciones de ley se vuelve un bumerang en contra.
Y si el hijo está casado y tiene hijos, entonces, peor tantito.
Y si los hijos están ya en edad universitaria, más duro todavía.
Y si de pronto, caray, se atraviesa una enfermedad con urgencia de operación quirúrgica, el mundo se desmorona.
Y en cada caso, nada dignifica más, mucho más, la vida de una madre y un padre como estar con los hijos.
Somos padres, “en las buenas y las malas” como dice el adagio popular.

SEIS. “Mi esposa e hijos, mi única familia”

Hacia la mitad del sexenio, el gobernador Agustín Silvestre Acosta Lagunes tenía frase bíblica, memorable, recordable y citable: “Mi única familia son mi esposa y mis dos hijos”.
Su experiencia como jefe del Poder Ejecutivo estatal lo llevó a la siguiente conclusión.
Y así vivió su nueva vida.
Es el destino de los padres. Además, si los padres dejan de estar con los hijos en las horas y los días y meses y años difíciles, entonces, ni modo que el vecino salga al rescate.


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