Por ahora suman un aproximado de once precandidatos.
En el lado de MORENA, van cinco.
En el lado del PAN, tres.
Y en el lado priista, otros tres.
En total, once. Por ahora.
En el otro lado del palenque público está la realidad avasallante, truculenta, sórdida y siniestra:
Luego de 79 (setenta y nueve) gobernadores ocupando el trono y la silla embrujada del palacio, de los ocho millones 150 (ciento cincuenta) mil habitantes, seis millones están en la miseria, la pobreza, los pichurrientos salarios de hambre, el desempleo, la migración y la jodidez.
Además, un Veracruz que desde el sexenio de Javier Duarte se enaltece, ajá, con el tiradero de cadáveres, y en este sexenio, con los feminicidios en el primer lugar del ranking nacional.
Entonces, y más allá del fervor patrio y religioso de los once aspirantes “cortándose las vestiduras” por la jefatura del Poder Ejecutivo estatal, el vaso comunicante en todos ellos, el eje transversal le denominarían los tecnócratas, es la búsqueda insaciable del poder político.
Poder político que suele transportar a estadios superiores como el poder económico y el poder social.
Todos, connotando su fervor patrio por los jodidos, los olvidados de Dios les llamaba el cineasta Luis Buñuel, los excluidos les dijo Oscar Lewis, los lanzados del paraíso diría Franz Fanon.
Y en la mayoría de los once (los once de la tribu, los once de la cancha), la venta burda, ramplona, barata, demagógica y populista de esperanzas familiares y colectivas.

INMOLARSE EN EL PALENQUE POLÍTICO

Ni hablar, otras figuras connotadas de la política lanzaron, y con éxito, el modelito político.
François Mitterrand, tres veces buscó la presidencia de la república de Francia hasta ganar en la última.
Luiz inácio Lula de Silva, cuatro ocasiones, y ahora, caray, va por la quinta.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, tres ocasiones figuró en la boleta electoral y perdió.
Andrés Manuel López Obrador la ganó en la tercera intentona.
“Estoy formado” dijo Yunes Landa cuando el ansia de tirarse al palenque preelectoral le ganó.
Formados también están los otros.
Incluso, hasta en MORENA, primero, con el diputado federal del Estado de México, Sergio Gutiérrez Luna, obsesionado con ganar la contienda interna a la secretaria de Energía, la zacatecana Rocío Norma Nahle García, a quien le han creado la percepción de la favorita de AMLO, el presidente.
De ñapa, Ricardo Ahued Bardahuil, Éric Cisneros Burgos y Zenyazen Escobar García (todos conocidos por los cargos públicos ostentados) “tirando a la luna, conscientes de que nunca llegarán, pero de todos quizá llegarían más lejos”, como por ejemplo, la candidatura al Senado de la República.
Formados también los hermanos Miguel Ángel y Fernando Yunes Márquez, y el lado panista, el senador Julen Rementería del Puerto.
Y en el lado del PRI, Juan Manuel Diez Francos, alcalde de Orizaba, José Yunes Zorrilla, y ahora, Héctor Yunes.
De nuevo, entonces, cuatro Yunes en el carril.
Todos formaditos para la dicha y la felicidad del millón de indígenas y los dos millones de campesinos y los tres millones de obreros soñando con entrar al paraíso terrenal bajo la guía de alguno de los once de la tribu.
Bien dice el viejito del barrio, cada seis años la vida pública y social vuelve a renovarse para ver si por ahí queda un cuate en el palacio.

CAMINO AZAROSO POR DELANTE

Faltan 17 (diecisiete) meses y en tanto tiempo muchas, demasiadas, excesivas cositas pueden suceder, entre ellas, claro, la muerte.
Y más, con tanto fuego cruzado en Veracruz y el tiradero de cadáveres y los secuestros y las desapariciones y las fosas clandestinas.
Y cuando, claro, van asesinados más de cuarenta políticos entre alcaldes, ex presidentes municipales, ediles, líderes partidistas y diputados.
La mayoría, el 95 por ciento, quizá, en la impunidad, pues ya lo dijo la Fiscal General (y también el Santo Papa), “no se puede tener contentos a todos”.
Se está dando demasiada exposición a los once aspirantes de la tribu, y por razón natural, el desgaste, pues como dice el priista Jorge Uscanga Escobar, “en política te acuestas candidato y amaneces en la lona”.
Tiempo fértil, claro, para sembrar el surco de intrigas, calumnias y difamaciones.
Pero más peor, tiempo para que los ciudadanos de a pie, la población electoral, termine empachada de tanto incienso y loas y alabanzas mediáticas a los suspirantes.
Casi casi, como el empacho que tiene la mayoría poblacional con la homilía de “La mañanera”.
Uno más para la gubernatura y el grueso de las familias, en la miseria y que significa el último grado de la dignidad humana para llevar el itacate y la torta a casa.
Políticos enriquecidos con un pueblo jodido.