Periodista ejemplar
•Autoridad moral
•Ángel Trinidad Ferreira
UNO. Ángel Trinidad Ferreira
Era inmenso el nombre, el crédito, el prestigio y la autoridad moral del periodista Ángel Trinidad Ferreira.
Arraigado en Alvarado, Veracruz, falleció en el mes de octubre del año anterior a los noventa años de edad y parte de su vida, su vida recopilada
Luis Velázquez
en el libro “Charlando con mi padre”, escrito por su hijo, Emilio Trinidad Zaldívar.
Inició en el periódico El Universal. Y pasó a El Heraldo de México. Y ascendió al periódico Excélsior, donde su vida se empalmara con don Julio Scherer García, su compadre, y el legendario y mítico director de Excélsior y fundador del semanario Proceso.
DOS. Biblia de la Información
Con su amigo y paisano, Francisco Cárdenas Cruz, originario de Coatzacoalcos, Ángel Trinidad Ferreira firmaban la columna “Frentes Políticos” en Excélsior y que era lectura inevitable tanto de políticos como reporteros.
Una Biblia de la información política en la república amorosa hacia la mitad del siglo pasado.
Nunca, antes ni después, una columna política tan acreditada en el pantanoso terreno del periodismo político.
Dos titanes de la columna periodística. Ángel Trinidad, respetado y respetable con una autoridad moral “a prueba de bomba”.
Honesto. Honestísimo. Vida modesta y sencilla en un medio encarcelado en el fango.
TRES. En las grandes ligas
Las tribus políticas de la época los buscaban por la información privilegiada que tenían. Más, porque, digamos, una era la información publicada y otra la información reservada para mejores momentos.
Pero más todavía, con acceso al poder público en su más alto nivel, digamos, del presidente de la república en turno para abajo, los políticos buscaban una recomendación para ascender en el cargo público.
CUATRO. Solidario con los paisanos
Siempre fue Ángel Trinidad un periodista generoso.
Por ejemplo, apadrinó a su paisano, Gonzalo López Barradas, el segundo egresado de la Facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana (hoy Comunicación) en lanzarse a la aventura defeña, a quien llevó con don Julio Scherer García, director general de Excélsior.
Y luego luego fue admitido en aquella gran plantilla reporteril y en donde existía un periodista, o más, por cada entidad federativa, de tal manera que el diario era una república en sí mismo.
Pero como la vida es muy canija, rara y misteriosa, Gonzalo López dejó Excélsior para aceptar la presidencia municipal de Alto Lucero ofrecida por su amigo, el priista Manuel Ramos Gurrión, presidente del CDE del PRI en Veracruz.
CINCO. El Carbonelazo
Practicó un periodismo trascendente. Relevante. Excepcional. Fuera de serie y que incidía en la vida pública.
Por ejemplo, hacia 1974 estaba en disputa la candidatura priista a gobernador de Veracruz. El favorito del presidente Luis Echeverría Álvarez y el góber Rafael Murillo Vidal era Manuel Carbonell de la Hoz, subsecretario General de Gobierno y a quien ya habían designado.
Entonces, Ángel Trinidad Ferreira entrevistó a Jesús Reyes Heroles, presidente del CEN del PRI, y le dijo aquellas famosas ocho palabras: “Yo como veracruzano no he votado por Carbonell”.
Publicada a 8 columnas en Excélsior, a Carbonell se le cayó la nominación, episodio conocido como “El Carbonelazo”.
Y la historia cambió…
SEIS. Autoridad moral
Siempre fue un reportero modesto y sencillo. Paciente y prudente. Leal consigo mismo y con los suyos y los amigos.
Nunca conoció la soberbia ni la vanidad. Jamás el desdén y el menosprecio. Cariñoso y afectivo con los amigos, y ni se diga con la familia, los suyos.
Un hombre con una vida intachable. Y siempre, con una autoridad moral fuera de serie. Más, en un medio tan expuesto a las tentaciones.
Su historia, enaltece y honra la vida y el periodismo.