Consulta con el urólogo: de novecientos a mil pesos.
Consulta con el dentista: dos mil pesos por una simple limpieza de dientes.
Consulta con el sicólogo para ver si puede curar la tristeza y la ansiedad: mil pesos.

DOS. 30 años fregándose el lomo

Costo de la receta médica ordenada por el geriatra: unos tres mil pesos.
Costo de la receta del cardiólogo: una sola medicina, treinta tabletas para un mes, mil ochocientos pesos.
Costo de la receta del urólogo: unos cuatro mil pesos pues suelen recetar tres y cuatro.
Cada médico especialista suele citar una vez al mes.
Únicamente con tales médicos (más, mucho más que suelen consultarse) un aproximado de ocho mil pesos mensuales.
Ha de verse, entonces, primero, si la persona de la sexta y séptima década está pensionada.
Y, claro, de cuánto es aprox., su pensión, pues y por lo regular suelen llegar a tres mil pesos mensuales luego de treinta años de estar fregando el lomo en la oficina y el taller.

TRES. Un infierno llamado Seguro Social

¡Ah!, si el adulto mayor tiene pensión del Seguro Social e ISSSTE, el reporte de los derechohabientes es el siguiente:
Primero: los médicos y/o las secretarias te dan cita cada seis meses.
Incluso, así el adulto mayor se esté muriendo.
Segundo: en el ISSSTE, por ejemplo, el día viernes es dotación de medicinas.
Y por lo regular, la respuesta es, ha sido, será, la misma:
No tenemos ese medicamento. No lo han surtido. Las fábricas están fallando.
Entonces, ni modo, cada derechohabiente a comprarla.

CUATRO. ¡Hosanna, hosanna!

El Seguro Social está anunciando que los menores de edad que trabajen serán incorporados al IMSS y recibirán las prestaciones anexas y conexas.
Según ellos, ya cabildearon lo suficiente con los patroncitos.
El Seguro Social y el ISSSTE andan por la calle de la amargura en la calidad del servicio médico y todavía de soflameros.

CINCO. Anarquía en precio de las consultas

Indicativo que ninguna autoridad (la secretaría de Salud federal, la secretaría de Salud estatal, por ejemplo) ponga orden en la tarifa de las consultas médicas.
Cada doctor especializado le pone cuota a su consulta médica y que cada paciente decida si “la toma o la deja”.
Incluso, consciente y seguros de que muchas enfermedades son incurables, como el Alzheimer, el Mal de Parkinson, la demencia precoz, la presión arterial alta y baja, la próstata, el cáncer y la leucemia.
Por tanto, apenitas van recetando medicamentos para sobrellevar la vida, quizá por ahí para hacer menos intenso y duro el sufrimiento.

SEIS. Médicos humanistas

Un médico por ahí que cobra mil pesos de consulta y únicamente quince minutos, reloj de pulsera en mano, suele abrir la puerta de su privado él mismo para que entre el paciente y cuando el paciente se retira.
Entonces, de pie en la puerta de su privado pasea la mirada en la sala y de espera y lanza la siguiente preguntita: “¿Quién sigue?”.
Digamos, como si se tratara de una peluquería, un salón de belleza, la fila en las tortillas.
Es el humanismo de los médicos. Es, aunque suene bíblico y atemporal, Hipócrates. Es la vida con prisa y de prisa. El acto mecánico de un doctor solidario y comprensivo. Ajá.