El góber, bailando danzón en la llamada Feria Internacional del Danzón en Actopan.
El góber, comiendo garnachitas en Rinconada en el festival mundial de la garnacha.
El góber machetero podando camellones y lotes baldíos de la secretaría de Educación moruna en mano.
El góber, cosechando “los elotes más grandes luego de la cosecha” según cacarea en sus redes sociales.
Ahora, el góber chicharronero comiendo chicharrones en Las Vigas, acompañado de la Fiscal General, su Fiscal, de igual manera, digamos, como antes comió garnachitas.
Es la imagen, entre otras, que el señor Cuitláhuac García ha deseado proyectar de sí para amacizar la consolidación de un político Estadista.
Casi casi a la altura de Antonio López de Santa Anna, quien cuando fue tres veces gobernador de Veracruz y se aburría nombraba un sustituto y agarraba una mulata de 20 años y se iba de pueblo en pueblo a jugar baraja, apostar a los gallos en el palenque, emborracharse y bailar y hacer el sexo en la noche y la madrugada.
La frivolidad total de Santa Anna cuando en la guerra en Tampico contra Estados Unidos perdiera una pata y la sepultara con honores militares.
En tanto, y en su momento, el presidente de la república amorosa quiso recrear y recrear el trascendido de un góber honesto “a prueba de bomba” y el más leal entre los leales de los políticos de MORENA e incapaz de matar una mosca.
Pero como dicen por ahí en el pueblo, “lo suyo, lo suyo, lo suyo” de Cuitláhuac es el baile y el pitorreo.
Bien podría en el año 2025, claro, volver a impartir clases en la Universidad Veracruzana, siempre y cuando lo necesitara para vivir, pero y en todo caso y para alcanzar la dicha y la felicidad poner una Escuela de Música y fungir como el director general y maestro.

MIENTRAS, VERACRUZ SANGRA Y DESANGRA

El góber baila salsa, huapango y danzón y come garnachas y corta elotes en un campo agrícola, mientras Veracruz sangra y se desangra.
Y once habitantes de Veracruz migrando a Estados Unidos viajando en un autobús cuyo chofer se estrelló con un trailer y murieron.
Luego, claro, de los seis paisanos de la región de Naolinco, entre ellos, tres menores de edad, que también perdieran la vida en otro tráiler de la muerte en San Antonio, Texas.
Y en las calles de Acultzingo, se agarraron tiros la Fuerza Civil y un grupo armado.
Y en San Juan Texhuacan, en la montaña negra de Zongolica, cinco hombres, al parecer familiares, se agarran a morunazos en las calles del pueblo y terminan ensangrentados en el hospital que disputando una herencia.
Y la activista Estela Casados reportando que únicamente en el transcurso de este año un total de 413 (cuatrocientas trece) mujeres han sido desaparecidas y asegurando que “la situación en Veracruz para las mujeres está desbordada”.
Ni hablar, es el estilo personal de ejercer el poder y gobernar de un político que antes de asumir la jefatura del Poder Ejecutivo únicamente se había desempeñado como diputado federal, además, periodo inconcluso, y sin dejar huella ni rastro trascendente.
Será un político leal al presidente de la república amorosa y a quien retribuye con el subejercicio del presupuesto devolviendo a la Federación recursos públicos millonarios, tan necesitados para la obra pública.
Y en contraparte, en los ciudadanos de a pie el desencanto y la frustración.
Y aun cuando los suyos (el gabinete legal y ampliado, los diputados locales y federales, los presidentes municipales y su partido político, MORENA, etcétera) le “tiren incienso a su paso”, los hechos son sangrados, indicativos y significativos y mandan.
Veracruz sangra y desangra y el góber baila salsa, huapango y danzón y come garnachas y corta elotes.

POLÍTICOS FIFÍS

Nada de qué sorprenderse. La especie política está poblada de gobernadores fifís.
Por ejemplo:
Rubén Figueroa Figueroa, de Guerrero, filmando video para una televisora francesa nadando desnudo en la alberca de la casa de gobierno.
Rubén Figueroa Alcocer, su hijo, de Guerrero, ordenando el asesinato de diecisiete campesinos en Aguas Blancas, con el grito de “Si guerra quieren… guerra tendrán”.
Ángel Aguirre, de Guerrero, ordenando a sus pistoleros y carteles “¡Matar a todos!” los 43 estudiantes de Ayotzinapa porque “Iguala es mío”, aun cuando otra versión dice que fue el presidente municipal, José Luis Abarca.
Agustín Acosta Lagunes, de Veracruz, bajándose de la camioneta blindada en una calle de Xalapa para regañar a un Agente de Tránsito comiendo una torta en hora laboral.
Porfirio Díaz Mori ordenado a su góber Luis Mier y Terán, “¡Matar en caliente (a nueve jarochos) y luego averiguas!” por el gravísimo delito de oponerse a su reelección.