Pleitos quizá entre ambos. Pero Veracruz sigue oliendo a pólvora y sangre.

PASAMANOS: Al momento, más de cuarenta políticos asesinados en los últimos tres años y diez meses.
Diputados locales, líderes partidistas, ex alcaldes y alcaldes en funciones, alcaldes electos, en la numeralia de la muerte.
“La muerte tiene permiso” el título de la novela de Edmundo Valadés.
Nada de las olas zambulléndose en la arena a la orilla de la playa. Nada de “besos y abracitos”. Tiempo de los balazos. Quizá, el ajuste de cuentas. Acaso, el resentimiento y la venganza. “Aquí mando yo”, dirá cada uno desconfiando de la ley y apretando el gatillo.

CORREDORES: Grave cuando los ciudadanos de a pie son secuestrados, desaparecidos y asesinados.
Grave cuando una mujer más es ejecutada y entra en el terreno del Feminicidio.
Grave, mucho más grave cuando niños, mujeres y ancianos son victimizados.
Pero más terrible y espantoso cuando un político es asesinado.
Por una sencilla razón: si en términos generales la población cree y siente que los políticos tienen más medidas de seguridad que un ciudadano común y sencillo…
Y de pronto, ¡zas!, lo secuestran y desaparecen y matan…
Entonces, ya nada puede esperarse, más que el infierno.
Y al mismo tiempo, cada ciudadano, cada familia, sentirse desamparado y descobijado, expuesto a un plagio, una desaparición, un crimen, una fosa clandestina.

BALCONES: Por lo regular, la gente que vive con sencillez “y la medianía del salario” mira a los políticos, primero, siempre escoltados.
Segundo, hasta con doble y triple y cuádruple escolta.
Tercero, armados.
Cuarto, entrenados para el peor desaguisado.
Y si de pronto, también los secuestran, desaparecen y asesinan, entonces, el fin del mundo para la población en general.

PASILLOS: El 29 de mayo, en la ciudad jarocha, el director de la Policía Vial de la secretaría de Seguridad Pública, SSP, Juan Alan Cuetero Meza, 33 años, fue secuestrado y desaparecido.
“El crimen organizado” se lo llevó dijo el titular de la SSP.
Por desgracia, iba solo. Acababa de escuchar misa en la iglesia de su barrio.
Digamos, hombre bueno y honesto que es…, se confió. El alto cargo desempeñado y al frente que había estado en varias demarcaciones, era para andar siempre escoltado.
Desde entonces, la familia en ascuas, llena de incertidumbre y zozobra sobre su destino.
Más de dos meses transcurridos.
Un funcionario más, objeto y sujeto y víctima del tsunami de pólvora y sangre en Veracruz.

VENTANAS: Se dirá que en una entidad federativa habitada por ocho millones y cacho de personas resulta natural la violencia.
Y, claro, si se considera que así como hay dicha y desdicha, felicidad y sufrimiento, también tranquilidad y violencia.
Pero al mismo tiempo, y ante el caos, el Estado de Derecho cobra vigencia. Y “a estas alturas” resulta manifiesto que la 4T en Veracruz es un fiasco. No puede. Está rebasada. Los zapatos, como a los payasitos del circo, les quedaron demasiado grandes. Por más y más que AMLO, el presidente, declare al góber el político más honesto del Golfo de México.