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Sábado 13 agosto, 2022

Los amigos

•Hasta la muerte
•Infancia milagrosa

UNO. Los amigos

El primer amigo en la vida, quizá, y con los astros acomodados a favor, bien podría lograrse en el primer año de la escuela primaria.
El segundo, en la escuela secundaria.

Luis Velázquez

El tercero, en el Bachillerato, y quizá, claro, en el juego del billar, la cantina de la esquina, el centro nocturno del barrio.
El cuarto, en la universidad, 5 años cargando la mochila en el salón de clases, cuajado más hacia el fin de la carrera profesional.

DOS. Cruces en el camino

Muchas amistades, claro, se quedan en el camino. Más, si se considera que el quinto amigo bien puede lograrse en el trabajo profesional, acaso en la misma chamba, compartiendo sueños y utopías.
Los expertos aseguran que hay amigos que lo son porque las borracheras y la vida fifí los han unido, pero que hacia el final del día y de la noche, nada queda, porque se trata de amistades insustanciales, sin lazos fuertes y sólidos.
El escribidor, por ejemplo, recuerda tremenda borrachera en el primer año de la Facultad de Periodismo donde unos quince compitas se juraron amistad eterna y por aquí egresaron cada quien su camino.

TRES. La amistad se diluye

La vida es así. Los amigos únicamente suelen cubrir una etapa de la existencia.
En el momento la amistad es tan intensa y volcánica que pareciera para siempre.
Y con el correr del tiempo y de los años causando estragos, ni modo, la amistad se disipa y se vuelve nada.
Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, lo escribió en su libro “La llama doble”. En el amor, como en la amistad, uno ama y quiere y estima y guarda afecto y el otro se mueve por interés y conveniencia.
La vida, aseguraba don Julio Scherer García, es como el periodismo. Un matrimonio por conveniencia entre políticos y periodistas.

CUATRO. Piedras rodando…

Scherer también decía que los amigos son piedras rodando en la ladera y que a veces se encuentran.
Ninguna duda. Pero al mismo tiempo, vaya paradoja, “muchos son los llamados y pocos los elegidos”.
El viejito del barrio tan viejito y tan sabio repite el dicho popular escuchado y aprendido en su infancia, hace más de unos ochenta años.
“Los amigos se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos”.
Así, caray, le habría ido en la vida. Pero de igual manera, parece una verdad incontrovertible, dura y ruda.
Muchos meses Judas fue amigo de Jesús, su apóstol. Y lo traicionó por treinta monedas y que le sirvieron para comprar un rancho en las goteras de Jerusalem y luego de la tragedia en el Gólgota se suicidó colgándose de un árbol.

CINCO. Hora de rendir cuentas

Hoy es sabadito y quizá el lector tuviera espacio y tiempo para un ejercicio nemotécnico y espiritual y contabilizar el número de amigos que conserva desde la infancia, la adolescencia y la juventud y la edad madura.
Y con tal prueba del añejo podrá calibrar la utilidad de su vida, considerando que el único patrimonio de los seres humanos son los amigos, pues los bienes van y vienen, si regresan, como el caso de Job, el paciente, en el relato bíblico.
Un dicho azteca dice que la vida de un hombre se mide a partir del número de amigos “a prueba de bomba” que tiene a la hora de morir.

SEIS. ¡Vaya amiguitos!

Sin andar con cuentos, el abuelo aseguraba que “un amigo es el otro yo”.
Tan amigos eran que cuando uno murió, el otro se quedó con su esposa y con los hijos. Y además, como su “casa chica”.


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