Político arrepentido
•Se volvió católico
•Mandamientos, su ley
UNO. Un político arrepentido
En campaña presidencial independiente en el año 1929, José Vasconcelos Calderón tenía un lema. El siguiente, cada vez que le preguntaban sobre su programa de gobierno: “Los diez mandamientos de la Ley de Dios son mi programa. Y por encima de la Constitución”.
Luis Velázquez
--¿De la Constitución?, preguntaban los reporteros.
Y Vasconcelos contestaba:
--La Constitución es obra de las facciones armadas.
Luego de la vida llena de soberbia y lascivia que llevara y que hacía pública, pues hasta en sus libros habla de las amantes, Vasconcelos terminó arrepentido de sus pecados mortales y veniales y acercado a Dios.
DOS. Amadas amantes
En sus libros autobiográficos (Ulises criollo, La tormenta, El desastre y El Proconsulado) cuenta de sus amadas amantes.
Incluso, hasta confiesa que cuando una amante lo dejó por los celos encendidos que tenía y luego ella casó con un norteamericano le envió una cartita detallándole las poses renovadas del Kamasutra que practicaba con ella.
Alejado de Dios en su vida política, muchos años después se reconcilió con el Ser Superior.
TRES. Sabía pedir perdón
En sus memorias nunca cita una relación cercana y cordial con algún sacerdote, obispo, arzobispo, cardenal.
Incluso, en gira europea estuvo en Roma, pero en ningún momento buscó, digamos, y con tanta fama precedida, una audiencia con el Sumo Pontífice.
Y/o en todo caso, con algún Cardenal del Sínodo.
Vivió el catolicismo a su modo como, digamos, lo viven la mayoría de católicos, entre otras cositas, perdonando a las tribus políticas que se la hacían.
Y perdonando reanudo antiguas relaciones quedadas en el camino.
Era un hombre que sabía pedir perdón con hechos concretos y específicos para restaurar la relación perdida.
CUATRO. Dejó vida licenciosa
Los Diez Mandamientos fueron su programa de gobierno en aquella campaña presidencial frustrada y fallida porque Plutarco Elías Calles operó “hacha, calabaza y miel” para el triunfo de su favorito.
Y tanto eran los Diez Mandamientos su programa de acción que, por ejemplo, luego de la jornada cívica terminó de tajo con las relaciones amatorias y su vida giró alrededor de los suyos, su familia.
Y, claro, alrededor de la lectura y estudio de libros y la escritura tanto periodística como literatura.
Y dar conferencias en universidades del país y de América Latina, como forma de vivir con dignidad y “honestidad valiente”.
CINCO. Honestidad “a prueba de bomba”
Nunca “metió la mano al cajón” ni “ordenó la vaca” gubernamental.
Jamás incorporó a sus barbies a la nómina oficial, ni menos les obsequió mansiones y ranchos como era la costumbre, entre otros, de Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón, Pancho Villa y Emiliano Zapata.
Nunca ordenó matar a los adversarios y enemigos. Jamás “deseó a la mujer” de su prójimo y próximo.
Nunca mintió. Nunca tuvo malos pensamientos, pues en todo caso, los expresaba y desahogaba para sí mismo.
SEIS. Sacar jugo a la vida
Jamás traicionó a los amigos. Por el contrario, se las jugaba por ellos. Y si algún político abrió las puertas y ventanas a los jóvenes para su desarrollo profesional en la vida pública fue Vasconcelos.
Nunca tuvo miedo a la inteligencia y el talento de los demás, sobre todo, jóvenes que elementos desechables suelen ser en la política.
Publicó más de veinticinco libros, además de su intensa y volcánica vida política. Quizá el más grande Ministro de Educación que ha existido antes y después, y lo que manifiesta su insólita disciplina para vivir sacando el mayor jugo posible a los días y las noches.