Y tanto miedo, temor, terror y pánico, “no nos dejan vivir”.
Es el Veracruz que el Ministro de Dios mira desde la Iglesia. Pero…

PASAMANOS: Pero por alguna razón, quizá porque en otros ocasiones se ha ocupado del asunto, se le olvidó referir (en todo caso, recordar) que en Veracruz hay mucho más miedo… porque la entidad federativa huele a pólvora y a sangre.
Y el paisaje urbano, suburbano, indígena y rural está convertido en un tiradero de cadáveres.
Y Veracruz ocupa los primeros lugares nacionales (digamos, en un sube y baja en el ranking) en secuestros, feminicidios y extorsiones.
Y cada vez las fosas clandestinas se multiplican y aparecen más y más y más.
Incluso, los Colectivos, integrados con padres con hijos y parientes desaparecidos, aseguran que ahora, con la 4T, la purificación moral y la honestidad valiente, también hay fosas clandestinas.
Y, bueno, como ninguna autoridad enfrenta con eficacia la violencia, entonces, a cada rato ha de insistirse en el gravísimo pendiente social.

CORREDORES: Desde luego, con tanto miedo…, nadie puede vivir en paz consigo mismo ni con la familia ni con los demás.
De entrada, el infierno es interior. Por dentro. En las neuronas y el corazón. Incluso, en el hígado.
Además del miedo externo. El miedo que, incluso, depende de los otros, como por ejemplo, tener un empleo seguro, tranquilo, estable y pagado con dignidad laboral.
Y si hay miedo “a no lograr los proyectos personales”, entonces, y por añadidura, hay frustración individual, familiar y colectiva.

BALCONES: Somos en Veracruz un pueblo frustrado. Reducido. Limitado.
Y si en el ranking mundial de los pueblos felices hay quienes incluyen a la república amorosa, entonces, Veracruz tiene, tendrá, un tache mayúsculo.
Ningún ser humano, ningún jefe de familia, ninguna madre de familia, puede alcanzar la dicha y la felicidad con un trabajo mal pagado y con salarios de hambre como afirmaba Ricardo Flores Magón en 1910 desde su periódico, “Regeneración”.
Por eso, el millón de paisanos en Estados Unidos como migrantes y Veracruz convertido en el primer lugar nacional en la producción y exportación de trabajadoras sexuales según afirma la investigadora Patricia Ponce.

PASILLOS: Un pueblo frustrado, un ciudadano frustrado, una familia frustrada son un ente aniquilado.
En todo caso, la persona sigue luchando como ha de ser en cada nuevo amanecer poniéndose las pilas.
Pero al mismo tiempo, con la sensación y la percepción de la derrota.
Y lo peor, además de una derrota económica y social, una derrota sicológica, siquiátrica y neurológica.

VENTANAS: Terrible con las tribus políticas, religiosas y sociales cuando el resultado de su trabajo gubernamental es un pueblo con tanto miedo y frustración.
Ta’canijo, duro y rudo, por ejemplo, andar en la vida “con el miedo a perder el empleo”, porque así, tal cual, ningún ser humano es feliz.
Y más, en el tiempo del COVID, la recesión y la inflación galopante y de la que los expertos aseguran que será hasta finales del año entrante, 2023, cuando quizá, quizá, quizá, la economía pueda restablecerse.
De seguro el Arzobispo habrá advertido tanto miedo en los feligreses cada día cuando oficia misa y sin duda, en el secreto de la confesión.