Pero también, en el ranking de enfermos con Sida y mujeres con cáncer de mama.
Y en los primeros lugares nacionales en suicidios.
Ahora, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH, exhibe al gobierno de Veracruz en los primeros lugares nacionales peligrosos para los migrantes de América Central (Guatemala, Honduras, San Salvador y Nicaragua, y Cuba) en su paso de sur a norte del país, en la frontera norte con Estados Unidos.
Antes, mucho antes, cuando era el sacerdote de los migrantes, José Alejandro Solalinde Guerra, lo dijo con Javier Duarte de jefe del Poder Ejecutivo Estatal.
Ahora, la CNDH con el señor Cuitláhuac.
Claro, Veracruz, en las grandes ligas peligrosas para los indocumentados con Chiapas, Tabasco, Tamaulipas y Nuevo León.
Tres gobernadores de MORENA. Uno, del PAN. Y otro del Movimiento Ciudadano.
Grave, indicativo y significativo, cuando vamos en el cuarto año del sexenio.
Y, cuando, claro, ningún argumento, pretexto, motivo, de peso y con peso tiene, por ejemplo, inculpar a los antecesores del estercolero.
Y cuando resulta risible que el gobierno del Estado “se lave las manos” como Poncio Pilatos en el relato bíblico y se aseste “golpes de pecho” defendiendo, ajá, su inocencia.
Tampoco se vale, en todo caso, “tirar la piedra” al gobierno federal que porque se trata de un asunto nacional, pues cada gobernador, incluso, cada alcalde, tiene su parte en el lenguaje.
Más cuando la Comisión de Atención a Migrantes de la secretaría General de Gobierno alardea y festina la mejor política humanista de todos los tiempos para los migrantes.
Es la palabra de la CNDH (Rosario Piedra Ibarra) contra el gobierno de Veracruz.

MIGRACIÓN SEGURA Y DIGNA

Veracruz fue y es una entidad peligrosa para los migrantes por varias circunstancias.
Una. Los carteles y cartelitos que los cooptan, primero, para la extorsión. Y segundo, para incorporarlos a su red de sicarios y pistoleros. Y tercero, para la prostitución.
Dos. “Los polleros” y quienes suelen cobrar doscientos mil pesos para su traslado a EU y con frecuencia, caray, los abandonan en medio del desierto y hasta en tráileres de la muerte, como el caso de San Antonio, Texas.
Tres. Las policías migratorias, municipales y estatales.
Cuatro. La orden presidencial de perseguir a los ilegales para repatriarlos a sus pueblos en Centroamérica porque así lo dispone la ley de la Casa Blanca.
Cinco. La trata de blancas.
En contraparte, Derechos Humanos predica una migración segura, digna y ordenada, y vaya paradoja, nadie la escucha ni menos, mucho menos, le hace caso.
Con Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte, Veracruz se volvió peligroso para los migrantes como ene número de ocasiones lo reiterara Solalinde.
Incluso, hasta le enviaron a diputadas locales (tres mujeres) para lanzarse en su contra, en tanto otros duartistas lo denostaron en el café de “La Parroquia” una mañana cuando daba una rueda de prensa.
Ahora, la historia sigue reproduciéndose como comedia y tragedia en el tiempo de la 4T, cuya bandera política, filosófica y social en el mundo es la defensa de los derechos humanos universales.
Bien lo decía Octavio Paz, “somos contemporáneos de todos los hombres”.
Tiempo hubo cuando el presidente municipal de Boca del Río, Anselmo Estandía, promulgó su dicho célebre prohibiendo la estancia de indocumentados en el pueblo que gobernaba.

MIGRANTES ASESINADOS

En los últimos 3 años y nueve meses, cinco migrantes han sido asesinados en Veracruz.
Dos mujeres, una de Guatemala y otra de Honduras. La primera, en los límites de Isla y Rodríguez Clara y en el mes de diciembre del año 2018, el primero del sexenio. Y la segunda, en la ciudad jarocha.
Y tres hombres migrantes.
Al momento, ninguno de las cinco ejecuciones de los ilegales está esclarecido.
Hasta donde se sabe si se sabe bien, los pobres cónsules jamás levantaron la mano para dar seguimiento a los homicidios.
Entonces, la exhibida de la CNDH con los cinco estados “con más casos de secuestro contra personas en movilidad” únicamente sirve para el hecho noticioso, quizá una mea culpa, pero sin la mayor trascendencia.
La CNDH “se cura en salud”, “tira la piedra” y aplica el principio universal de “dejar hacer y dejar pasar”.
Mientras, los migrantes, huyendo de sus pueblos por la errática política económica para alentar la creación de empleos y por la violencia dura y ruda, siguen viajando al infierno.
Ni modo, en el relato bíblico quedó consignado. Durante treinta años, Moisés guió a su pueblo judío de una latitud geográfica a otra, de pueblo en pueblo, soñando con la tierra prometida, el paraíso celestial donde todos serían felices y dichosos.