Y más canijo, claro, cuando luego del atraco se llevan quince mil pesos de la caja y tan campantes se perdieron en la mañana intensa y volcánica de la calle Alvarado número 40, local tres el sábado 6 de agosto.
Ta’canijo que a punta de pistola en mano un hombre solitario entrara el mismo sábado a una tienda Oxxo en la colonia Ejido Primero de Mayo, en Boca del río.
El hombre solitario se fue derech9o, derechito, a la caja y exigió le entregaron el dinerito juntado al momento.
Eran novecientos pesos y con gusto se llevó y luego se dio a la fuga por la avenida Carranza, tan quitado de la pena como si estuviera ejercitándose en un campo deportivo.
Y de igual manera ta’canijo que en Acayucan, los tripulantes de una motocicleta (la nueva práctica de los malosos para asesinar y salir huyendo en medio de los automóviles en la calle y la avenida) llegaran a la carnicería “Salmo 127” y poseídos por el demonio, primero, la balearan, y luego, la vandalizaran.
Fue en el barrio Tamarindo y en el mercado Vicente Obregón y luego cuando la policía llegara, claro a destiempo, pudieron contar seis casquillos de calibre .9 en el asfalto, frente a la carnicería.
También está canijo que días antes en Minatitlán se registrara un ataque armado a la fachada del hotel Atenas ubicado sobre la colonia Miguel Hidalgo.
Además, a mediodía. Para ser precisos, a las once de la mañana.
Era un par de sicarios. Y, claro, trepados en una motocicleta. Y dispararon en cinco ocasiones.
Luego, se perdieron en la mañana violenta de Veracruz.
Según los expertos…, el tiroteo a la fachada de los negocios es un avisito parroquial para que los dueños estén conscientes de que pronto, antes de que el gallito histórico cante tres veces, los malosos llegaran a cobrar el famoso “derecho de piso”.
Ta’canijo, pues, vivir en Veracruz.
Los carteles y cartelitos, dueños de la vida.
Fachadas de casas y negocios rafagueadas.
Asaltos a comensales en un café.
Atracos en tiendas de franquicias.
La vida, prendida con alfileres, y lo más duro y rudo, todos los días y todas las noches.
Bien lo decía Agustín Silvestre Acosta Lagunes cuando en el siglo pasado gobernara Veracruz:
“La violencia es inevitable, y ni modo”.
El escritor Carlos Fuentes Macías lo dijo de la siguiente manera a través de uno de sus personajes literarios:
“¡Aquí nos tocó vivir y qué le vamos a hacer!”.
Por fortuna, ¡Oh Diosito santo, qué grande eres!, la vida sigue, y en Tlalixcoyan, la presidenta municipal anunció que cocinarán el queso más grande de México, por ahora, pues “con el tiempo y un ganchito” será el queso más grande del mundo, digamos, como la cocada más grande del planeta.
Y a tono con la austeridad franciscana, el hijo mayor de AMLO, el presidente, vacaciona en lujoso hotel de Acapulco, allí donde John F. Kennedy y Jacqueline pasarán luna de miel.
Y en donde, claro, Agustín Lara compusiera la canción “María bonita” a su pareja de entonces, María Félix.
Digo, para dar contexto social (ajá) a los días violentos, guinda y marrón, de Veracruz.

UNA SONRISA DE AMOR PARA LOS MALOS
Una realidad es clara: en Veracruz, la 4T con su política de “Amaos los unos a los otros” y “besos y abrazos en vez de balazos” ha tenido demasiados pecadores y en vez de seguir con una guerra en contra de los carteles y cartelitos, millón de veces declarar una guerra al pecado mortal.
Incluso, y de igual manera que el presidente AMLO colgarse del pecho unos escapularios con la siguiente fraseología, nomás para disimular, y que dijera “¡Détente, Cartel!”.
Es más, a partir de la fecha cuando se asaltan comensales en un restaurante y cafetómanos en un café y feligreses en la iglesia rezando el rosario y pasajeros en autobuses urbanos y suburbanos, tener predispuesta una Mirada de Bondad, una Sonrisa del Amor, el Aura y el Carisma, para saludar a los malandros cuando lleguen por ahí al café y el restaurante.
¡Ay, Jesús, tú que moriste por nosotros en el Gólgota, ten piedad de nosotros!
¡Ay, Morenita del Tepeyac, apiádate de Veracruz!
Y apiádate más desde que el cura de la Teología de la Liberación, José Alejandro Solalinde Guerra, descubriera que Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno en la Ciudad de México (de visita el domingo 7 de agosto en Xalapa) dijera que ella, la favorita presidencial de AMLO, “tiene un parecido con la Virgencita de Guadalupe.
Y de seguro, porque a Solalinde, igual que a Juan Diego, también se le apareció.