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Escenarios
Miércoles 03 agosto, 2022

Feroz cacería humana

•Sátrapa del mundo
•José Stalin en Rusia

UNO. Diarios de un revolucionario

Hay, cierto, tiradero de cadáveres por todos lados en Veracruz, y por añadidura, en la república amorosa.
Feminicidios. Mujeres asesinadas. Niñas secuestradas y desaparecidas. Cada vez más cadáveres y restos humanos descubiertos en fosas

Luis Velázquez

clandestinas.
Niños huérfanos. Parejas viudas. Padres ancianos a la deriva social porque el jefe de familia, la hija, el hijo, fueron plagiados. Y en su casa. Y en la vía pública.
La superficie geográfica de Veracruz sembrada como bomba explosiva de sufrimiento y dolor.
Pero… nada, absolutamente nada se compara, entre otros hechos, con la Rusia de José Stalin.
Un libro, “Diarios de un Revolucionario”, de Víctor Serge, contemporáneo de Lenin y León Trotsky, cuentas historias sórdidas, quizá, las peores del mundo.
Veracruz, entonces, caray, el paraíso terrenal…, claro, si de consuelito sirve o sirviera…

DOS. Feroz cacería humana

En aquel tiempo, la URSS (Unión de Repúblicas Soviéticas y Socialistas) estaba “convertida en la cárcel más grande del mundo”.
Stalin, hijo de un zapatero alcohólico y golpeador de esposa e hijos, violento desde adolescente, golpeador callejero, jefe máximo de Rusia a la muerte de Lenin y feroz persecución de Trotsky, se amacizó en el poder encarcelando a los adversarios y enemigos, a los fans de Lenin y Trotsky, a los opositores y críticos.
El camino más fácil para tener éxito político, económico y social… era volverse, primero, un espía de Stalin, y segundo, contratarse en la Policía Secreta de Stalin, conocida como “La Cheka”, y que, caray, había fundado Lenin… con otro objetivo.

TRES. Fusilados y desaparecidos

La Cheka llegaba a la hora de la comida y de la cena a las casas de los sospechosos y en medio de la violencia madreaban a la esposa y los hijos y se llevaban al padre de familia.
Si bien le iba, lo fusilaban y dejaban el cadáver en la vía pública para que la familia lo rescatara y velara.
De lo contrario, era fusilado y desaparecido y jamás, nunca, la familia encontraba un rastro, una pista, una huella.

CUATRO. Terror y miedo

Era el tiempo cuando los amigos se traicionaban, así tuvieran diez, veinte, treinta años de amistad.
Y se volvían unos delatores con el único objetivo de salvar la vida.
Pero…, caray, la salvaban un ratito porque luego “La Cheka” iba por ellos y también los aniquilaban hasta con el famoso tiro de gracia.

CINCO. Todo olía a derrota

Amistades deshechas. Amigos traidores. Viejos camaradas asestándose “una puñalada trapera”.
La desconfianza total y absoluta entre los amigos. Incluso, en medio de la duda de si se estaba frente a un amigo delator.
“Olía derrota, a cansancio de vivir, a soledad” escribe Víctor Serge en uno de tantos capítulos del libro (696 páginas) y lo que significa una premisa universal.
Disidentes (líderes sociales y partidistas, intelectuales, historiadores, escritores, maestros, etcétera) que huían de Rusia, pero Stalin ordenaba rastrearlos hasta encontrarlos para el asesinato.

SEIS. Murió en un taxi

El trabajo más lucrativo y fácil era perseguir a la oposición.
Luego, tender un puente con el equipo de Stalin para ser contratado como espía.
Después, los espías eran habilitados como policías y les daban una pistola, un rifle, una ametralladora… para matar.
Incluso, había una cantante, Plevistskaia, que para salvar la vida aceptó casarse con un general y se volvió agente secreto de “La Cheka”.
Y la delatora más indigna de todos los tiempos.
Luego de refugiarse “a salto de mata” en varias naciones de Europa, Víctor Serge, y quien también era reportero y escritor, llegó a México, también, con un bajo perfil.
Aquí, enfrentó la peor de las miserias y pobrezas y murió en un taxi que por un paro cardiaco.


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