hoy república amorosa.
Antes, mucho antes, incluso, el ajuste de cuentas entre las elites partidistas con el único objetivo de adueñarse del poder público.
Los trescientos mil muertos en la Guerra de Independencia, por ejemplo.
El millón de muertos en la Revolución.
Los cien seguidores de José Vasconcelos Calderón como candidato presidencial independiente asesinados por órdenes de Plutarco Elías Calles en la matanza de Topilejo.
El saqueo de los bienes materiales del país en los trescientos años de la Conquista consumadas por las elites políticas de entonces aliadas con los jerarcas eclesiásticos.

LUNES
Rancho para las Barbies Políticas

En la revolución, el montón de ranchos y mansiones expropiadas a los hacendados, latifundistas y magnates, obsequiadas por los generales a sus amantes.
Venustiano Carranza, regalando ranchos a sus tres Barbies.
Pancho Villa, regalando ranchos y mansiones a sus veintinueve mujeres.
Emiliano Zapata, obsequiando ranchos a su trío de amantes, todas chiquillas de campo de veinte años de edad.
Incluso, el primer acto presidencial de Francisco Ignacio Madero cuando ascendiera al Poder fue indemnizar a su familia, y bien, por las haciendas expropiadas en la revolución.
El segundo acto presidencial de Madero, nombrar Ministro de Hacienda al hermano mayor.
El tercero, imponer a su hermano menor, Gustavo, como diputado federal y Ministro sin Cartera.
Y el cuarto, financiar con el erario un periódico a su hermano Gustavo, Nueva Era, igual, igualito que Porfirio Díaz Mori subvencionó con cargo al presupuesto la rotativa, comprada en Estados Unidos, del periódico El Universal dirigido por su amigo Reyes Spíndola.
La corrupción es tan vieja como la historia de la humanidad.

MARTES
La tesorería… a su servicio

Durante treinta años, Venustiano Carranza fue Senador de la República cobrando su sueldito como cargo al erario.
Luego, hacendado que era, se convirtió en gobernador de Sonora.
Después, jefe del Ejército Constitucionalista… camino a la presidencia de la república.
Y en el ejercicio del poder ordenó asesinar a Emiliano Zapata, solo porque era disidente, contestatario, adversario y enemigo a sus planes faraónicos.
Álvaro Obregón, el presidente reelecto asesinado en el restaurante “La bombilla” en la Ciudad de México, trabajó con Porfirio Díaz Mori, el dictador.
Luego, y al triunfo de Francisco I. Madero, tan campante, se unió a Madero y quien lo perdonara.
Y cuando Madero fue asesinado, Obregón se fue con Venustiano Carranza, como si nada.
“Me fui con Carranza porque era el hombre fuerte” dijo justificándose.
Fue cuando empezó a conspirar contra Pancho Villa, a quien tenía envidia por su genio militar, hasta que lo emboscó con sus pistoleros y sicarios.
Pancho Villa todavía usufructuó espacio y tiempo para quedarse con 2 mil dólares para comprar un baño en Estados Unidos e instalarlo en su nueva casa en Chihuahua, tiempo cuando despachaba como gobernador, y en nombre de la Revolución ordenó imprimir millones de pesos para sus gastos.

MIÉRCOLES
Carranza, más grande que Lenin

En la locura del “pinche poder”, Venustiano Carranza contrató a un norteamericano para manejar la secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Luego, “el gringo”, conocedor de su debilidad humana por el poder, contrató con recursos públicos a parte de la prensa de Estados Unidos para lanzar incienso a Carranza.
Incluso, hasta se le adelantaron a Lenin, el ideólogo de la revolución rusa, con su “Dictadura del Proletariado” y declararon a Carranza como su autor máximo en el mundo.
Carranza, más innovador del derecho internacional, que Lenin, caray.
Es más, el gringo aquel lo convención de contratar a escritores norteamericanos para que le escribieran un libro intitulado “La Doctrina Carranza”, asentando la tesis de que “todas las naciones son iguales”.

JUEVES
Memorables trastupijes

Un hijo del curita José María Morelos, Juan Nepomuceno Belmonte, procreado con su trabajadora doméstica, Brígida Belmonte, fue enviado a Estados Unidos para cursar estudios superiores y terminó como fans de Maximiliano de Hasburgo.
Plutarco Elías Calles impuso como gobernador de Nuevo León a uno de sus hijos y a otro como diputado federal y Ministro sin Cartera.
Porfirio Díaz Mori ordenó al gabinete federal y a todos y cada uno de los gobernadores de la república amorosa le concesionaran por Dedazo obra pública a sus compañías constructoras.
Porfirito, como le llamaban, fue el gran constructor de los más de treinta años de aquella dictadura.
En el gozo del poder político, Pedro Lascuráin, Ministro de Relaciones Exteriores, se prestó al juego del general Victoriano Huerta, el asesino de Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez, y aceptó la presidencia de la república, ni más ni menos, que por 45 minutos.
Los 45 minutos que Victoriano Huerta necesitaba para darse un bañito y que se le bajara la borrachera y ponerse uniforme nuevo y tomar posesión como sucesor de Madero.

VIERNES
Estilos del Poder

El estilo personal de Plutarco Elías Calles (el fundador del partido abuelito del PRI, el PNR) y los Callistas era el siguiente:
Uno, rufianes empistolados. Dos, cínicos. Tres, espías.
Cuatro, malencarados, insolentes, arbitrarios, déspotas y autoritarios.
Cinco, serviles con el jefe de jefes y los jefes. Seis, derrochadores del dinero público.
Y siete, dispuestos a matar nomás porque los jefes lo ordenaran, incluso, con la simple mirada.
Así los describe José Vasconcelos Calderón, en su libro autobiográfico, “El desastre”, escritor y filósofo filoso, y candidato presidencial independiente ante el favorito de Elías Calles.
Y, buenos, los pecados mortales del Callismo se volvieron el legado histórico para los priistas.
Pero el origen, el punto de partida, está, incluso, desde los trescientos años de la Conquista, el poder alterno entre jerarcas políticos y eclesiásticos.
Tiempo, incluso, cuando Hernán Cortés y sus generales y coroneles entraron a México por la península de Yucatán y en el camino a Tenochtitlán, en cada región, los caciques indígenas les regalaba veinte doncellas (la Malinche en Tabasco), además de que Cuauhtémoc le enviara un montón de burritos cargados de oro despertando la codicia y la ambición sin límites.
Por eso, AMLO, el presidente, ha incurrido en un grave error histórico y político.
La corrupción política es más, mucho más vieja que el PRI, aun cuando los priistas siguieron con la tradición de “ordeñar la vaca” y “meter la mano al cajón”, y a la que, claro, tampoco escapan los predicadores de la honestidad valiente y la purificación moral.