Autoridad moral
•De un periodista
•Ángel Trinidad Ferreira
UNO. Autoridad moral de un periodista
Fue, es, grande, enorme, gigantesco el prestigio periodístico y la autoridad moral del reportero Ángel Trinidad Ferreira, el autor de la columna “Frentes Políticos” al alimón con Francisco Cárdenas Cruz en el diario Excélsior de don Julio Scherer García, en el siglo pasado.
Luis Velázquez
Respetado y respetable, el periodista mejor informado del país, una biblioteca política y social ambulante, era al mismo tiempo, en rara y extraña conjunción, un hombre modesto y sencillo que por encima de otras cualidades y atributos sabía perdonar.
Además, perdonar y olvidar, y seguir empujando la carreta de la amistad sin resentimientos ni odios, y menos, deseos de venganza.
DOS. Un camino de ingratitudes
Muchos en el camino a quienes apoyó tanto políticos como reporteros fueron ingratos.
Incluso, en el tiempo más duro y rudo de las vacas flacas y que como establece el relato bíblico son más intensas y volcánicas que el tiempo de las vacas gordas.
Y sin embargo, a pesar del número insólito de desleales y hasta traidores, que ni siquiera, vaya, le contestaban el teléfono, siempre apostaba a la parte noble de la naturaleza humana.
Y si llegaba a toparse y encontrarse con algunos de los desleales los saludaba y platicaba sin ningún asomo de amargura.
TRES. La humildad de un Hombre
En el libro “Charlando con mi padre, La vida de Ángel Trinidad Ferreira, El testimonio de 67 años de periodismo”, su hijo Emilio Trinidad Zaldívar cuentas historias donde se agiganta la humildad, la sensibilidad, el sentido común y el tacto de su padre.
“Has de ser generoso con el derrotado” le dijo alguna vez a Luis Donaldo Colosio Murrieta, destapado como candidato presidencial y ante un Manuel Camacho Solís, el amigo entrañable de Carlos Salinas, dejado en la recta final de la cumbre estelar de la carrera presidencial.
CUATRO. Un presidente ingrato
Antes de la presidencia de la república, Carlos Salinas lo buscaba, digamos, como una especie de asesor político, profundo conocedor que era de la vida pública.
Más, cuando iniciara en el periodismo desde Adolfo Ruiz Cortines presidente.
Y siempre, cerca del poder y conociendo los claroscuros de los políticos encumbrados y de los políticos soñando con el siguiente cargo público y los políticos lanzados del paraíso.
En Los Pinos Carlos Salinas, “en la plenitud del pinche poder”, Ángel Trinidad le solicitó una audiencia para un pendiente que arrastraba.
Y, claro, el presidente Salinas de Gortari le otorgó la audiencia… tres meses después.
Y platicaron unos cuantos minutos. Y luego de que le planteara la razón de la audiencia, Carlos Salinas lo “cabeceó”.
Y eso que tanto lo buscaba cuando secretario del Estado y candidato presidencial del PRI.
CINCO. 8 columnas ganadas a pulso
En misión reporteril caminó por los cinco continentes. Siempre, en las grandes ligas del periodismo.
Entrevistas y reportajes publicados en la portada de Excélsior. Muchas, a ocho columnas, ganadas a pulso.
Más en un periódico como Excélsior que fue considerado uno de los más influyentes del mundo en el tiempo de Scherer, rodeado de tantas lumbreras reporteriles y editoriales.
SEIS. Gran legado
El libro de su hijo permite conocer a Trinidad Ferreira en la intimidad, con la familia y los amigos.
La historia de un periodista que nunca cayó en la tentación del embute y se mantuvo íntegro en medio de tantas pasiones borrascosas.
Su honestidad es el gran legado de su vida para la familia, cierto, pero también para los trabajadores de la información.
Y si José López Portillo elegía las mujeres y el poder por encima del dinero fácil, Ángel Trinidad siempre eligió el periodismo.