Que el cadáver de Viridiana entregado a sus padres no era el suyo.
Por lo pronto, una nueva víctima. Una menor. Se llama Meliza y es de Tlaxcala. Ejecutada en la ciudad jarocha.
El miércoles 8 de junio, Viridiana cumpliría 32 años de edad. Entonces, unas doscientas personas le llevaron serenata.
Luego, la voz colectiva fue unánime. Grupos feministas y familiares convocaron a la donación de una barda en el pueblo (ya el Ayuntamiento, ya un vecino, una ONG) para que los artistas pinten un mural.
Y la recuerden siempre. Más, mucho más.

ROMPEOLAS: Su rostro pintado en una pared o un mural. Y en la calle principal del pueblo.
Será, sería, el primer antecedente, testimonio inapelable de un Veracruz Feminicida.
Antes, exposición gráfica con los rostros de los desaparecidos en varias demarcaciones del Estado jarocho.
Antes, los fines de año, árboles navideños con fotos pequeñas de los rostros de montón de desaparecidos.
Antes, las fotos con nombre de los feminicidas en los bajos del Palacio Municipal de Veracruz.
Antes, plantones en Xalapa y en el zócalo de la Ciudad de México y ante el presidente AMLO de los familiares de las víctimas.

ARRECIFES: Antes, marchas de los parientes, amigos y conocidos con fotos de los desaparecidos colgando del cuello de los manifestantes.
Antes, publicación de crónicas y reportajes con historias de vida de la frenética búsqueda de los Colectivos, unos veinte en Veracruz, atrás de una pista, una huella, un rastro de los suyos.

ESCOLLERAS: Antes, montón de veladoras y fotos en las escalinatas del Palacio de Gobierno en Xalapa reclamando justicia a la 4T.
Antes, publicación de libros sobre los desaparecidos y sobre los Colectivos buscando a los suyos.
Incluso, en algunas latitudes geográficas del país la filmación de documentales y películas sobre los desaparecidos.
125 mil desaparecidos en el país, de los cuales 5 mil en Veracruz.
Ahora, ojalá, el primer mural con el rostro de Viridiana Moreno en una barda de la calle principal del pueblo donde naciera.
Nomás, todo en su conjunto, para recordar que la impunidad sigue firme, latente, cabalgando como jinete del mal.

PLAZOLETA: Bien podrían los estudiantes de la escuela de pintura de la Universidad Veracruzana trasladarse a Tlatetela para ofrecer su voluntad pictórica.
También, los pintores libres. Y los pintores integrados en talleres de pintura y dibujo.
Más, porque se trata de una postura filosófica, social y ética ante los feminicidios.
Y, claro, ante la impunidad.

PALMERAS: En Tlaltetela los familiares y amigos desean conservar vivo el recuerdo de Viridiana.
Y al mismo tiempo, seguir reclamando justicia pronta y eficaz y creíble, cien por ciento creíble.
Es decir, como dicen, visibilizar la tragedia de cientos, miles quizá, de familiares y hogares en el Veracruz Feminicida.
El presidente municipal de Tlaltelela ha de unirse a esta causa colectiva.
También los diputados locales y federales.
Y los Senadores de la República.
Más, en un Veracruz donde 6 de cada diez habitantes son mujeres.
Las mujeres están en peligro. Y todo ha de conjuntarse para que el gobierno estatal se empeñe en garantizar la seguridad en la vida como lo establece el llamado Estado de Derecho.