Cuatro. "Nunca ha tenido una cuenta de cheques".
Cinco. "Nunca he tenido una tarjeta".
Seis. "Vivo con mi trabajo".
Siete. "No aspiro a acumular dinero".
Ocho. "Yo soy feliz de esta manera".
Nueve. "No quiero ofender a nadie, pero no me gustaría subirme a un Ferrari, ni siquiera de acompañante".
Diez. "No me gustaría ir a un hotel de gran lujo, porque no me produce felicidad. Me produce remordimiento de conciencia".

PASAMANOS: Es el decálogo obadorista. Así es. Así ha vivido. Así se ha honrado a sí mismo.
Nada, claro, del otro mundo. Los frailes franciscanos así son. Jesucristo y sus apóstoles así eran. Los espartanos en la antigua Grecia también. Los Sumos Pontífices originales igual.
Pero al mismo tiempo, vaya paradoja, insólito en un político. Y en un político que ha llegado a presidente de la república. Por eso, los Diez Mandamientos de AMLO, la república amorosa.

CORREDORES: Ha de recordarse un dato histórico. El primer trabajo de AMLO fue como delegado del Instituto Nacional Indigenista en Tabasco. El director general, Ignacio Ovalle Fernández, le dijo:
--Pero has de vivir en La Chontalpa.
--Me voy, aseguró.
Y AMLO se fue con su esposa Rocío, la madre de sus tres hijos mayores, a vivir a La Chontalpa, con los indígenas.
Vivía, por ejemplo, en una casita modesta y sencilla con piso de tierra y paredes de horcones y techo de lámina y palma.
Y dormía en una hamaca, en un catre y/o en un petate en el piso.
Vivió así "con la medianía de su salario". Profesión de fe y con fe.

BALCONES: Caminatas de Villahermosa a la Ciudad de México al frente de indígenas y campesinos en contra de Pemex.
En cada caminata durmiendo al lado de los compitas. A la intemperie. Bajo el techo del cielo, la noche, las estrellas.
La mayor parte de su vida moviéndose en un Datsun, con el leal y fiel Nico..., ahora, en otros frentes de batalla.

PASILLOS: En la ciudad de México, como líder nacional del PRD y Jefe de Gobierno, viviendo en un modesto y sencillo departamento en un condominio en colonia popular.
En las giras en la república amorosa, transportándose en camionetas y el Datsun. Y comiendo en fonditas a orilla del camino.
Ropita sencilla y modesta y que, claro, ahora, ha de cambiar porque es el jefe del Poder Ejecutivo, viviendo en Palacio Nacional como Benito Juárez, uno de sus héroes patrios.

VENTANAS: Es la formación humana, social y moral de AMLO. Camino a Damasco, estuvo a punto de ahogarse cuando era niño en una poza en un río que pasa por Macuspana, Tabasco.
Fue rescatado. Entonces, ha dicho, tuvo la revelación de que estaba predestinado a tareas superiores.
La cual ha vivido. Y es feliz, como dice. Mil, dos mil, tres años luz de distancia con la mayoría de los obradoristas. Tan dados, por cierto, han declararse Siervos de la Nación, que buen faldero era José María Morelos buscando adelitas para pasar la noche en la guerra de Independencia, embarazando a su trabajadora doméstica cuando era curita, Brígida Belmonte, madre de Juan Nepomuceno, el hijo de Morelos partidario de Maximiliano de Habsburgo.