Se lo llevaron con todo y coche. El automóvil fue ubicado.
Sus padres ofrecieron 150 (ciento cincuenta) mil pesos de recompensa a la persona que proporcionara información sobre su paradero.
Nada.
El secretario de Seguridad Pública encabezó él mismo la frenética búsqueda.
Nada.

PASAMANOS: Dijo su esposa, Lucía Martínez:
El día del secuestro "nos dimos cuenta que algo pasaba.
Y él ya no contestaba el celular.
Y en ese momento comenzamos a marcarle a las demás personas que lo conocen".
En tanto, en la Fiscalía General dicen lo mismo de siempre.
"Hay avances. Hay avances. Hay avances".

CORREDORES: 24 días son (y discúlpese), demasiados, excesivos, muchos.
La fama pública es la honestidad de "El Archi". Rechazó tentaciones monetarias y que de seguro serían indicativas y significativas.
Después, volvió de nuevo a rechazarlas.
Entonces, los malandros (quienes sean) habrían confirmado que andaban negociando por el lado erróneo de la historia.
Y decidieron el secuestro y la desaparición.
En el siglo pasado, simplemente, las personas incómodas eran asesinadas. Por ejemplo, en el tiempo de las dictaduras militares en América Latina. El tiempo de la masacre de Huitzilac, en la república amorosa.

BALCONES: De hecho y derecho es la primera ocasión cuando los malandros asestan, digamos, un manotazo en el corazón y las neuronas del aparato gubernamental.
Derecho, derechito, al gobierno de Veracruz y que ha estado, hasta donde se sabe si se sabe bien, estremecido.

PASILLOS: Tres años y medio después, nunca, jamás, en el gobierno del Estado el secuestro y desaparición de un político del gabinete legal y ampliado ni tampoco de un jefe policiaco.
Lo más, el asesinato con alevosía, ventaja, premeditación, saña y barbarie del diputado local, Juan Carlos Molina, en su rancho, y que por desgracia, todavía está impune, como impunes, por ejemplo, tantos feminicidios que tienen a Veracruz en el primer lugar nacional.

VENTANAS: En el aparato gubernamental tendrá esperanzas, fe, mucha fe, de que el director de la Policía Vial aparezca con vida, como es el deseo de los ciudadanos de a pie.
Más considerando que toda vida humana tiene su valimiento propio.
Más cuando se trata de un jefe policiaco honesto, honesto, honesto, con las tres haches y que constituye una excepción como Latinobarómetro lo expone en su encuesta anual en que la confianza pública en la policía está en el sótano, igual, igualito, que la confianza en los políticos y los reporteros.