Desempleado, con veinte dólares en la bolsa y su esposa embarazada del segundo hijo, llegó a México un día antes de que Ernest Hemingway se suicidara en Estados Unidos.
Durante quince meses, su amigo, paisano y colega, Álvaro Mutis, estuvo preso en el penal de Lecumberri por un fraude.
Tiempo aquel cuando también estuvieran privados de su libertad Demetrio Vallejo y David Alfaro Siqueiros.
Y en cada día de visita, el Gabito se la pasaba con Mutis en Lecumberri.

DOS. Rota la suela de los zapatos

El día cuando Álvaro Mutis lo presentaría con Gabriel Alatriste, director de la revista Sucesos, el Gabo tenía rota la suela de los zapatos.
Entonces, para evitar un desaguisado llegó media hora antes y se sentó en el bar de la cantina a esperar porque en cada paso que daba la suela de los zapatos daba tremendas palmadas en el piso. Slop. Slop. Slop.

TRES. Mundo mágico

Siempre tuvo en cuenta en su prosa periodística y literaria el mundo mágico.
Por ejemplo, los pájaros muertos en el escritorio de un alcalde. Los gallos que siempre aparecen, el más conocido, el gallo de “El coronel no tiene quien le escriba”.
En misión reporteril conoció a la gitana aquella que se alquilaba para soñar y escribió un cuento sobre ella.
En sus historias siempre incluyó a hechiceros, magos y sacerdotes, con la misma intensidad cuando el coronel lo llevó a conocer la fábrica de hielo en Macondo.

CUATRO. Leía la Biblia

Cada año leía la Biblia, igual, igualito que Carlos Monsiváis Aceves y Carlos Fuentes Macías.
Y es que para ellos la Biblia es el mejor libro de crónicas y reportajes escrito en la historia de la humanidad.
Amigo de Fidel Castro Ruz, el Gabo invitó a don Julio Scherer García a Cuba, entre otras cositas, para entrevistar al presidente cubano.
Una mañana, Castro los invitó a navegar en el Golfo de México para la entrevista y cuando estaban en el momento cumbre, Scherer dijo, aprox.: “No, Gabito, no, gracias. No me pidas entreviste a Fidel delante de ti que eres el mejor reportero del mundo”.

CINCO. Las mariposas amarillas

De los hechos más simples y sencillos escribía una crónica publicada en el periódico El Heraldo de Colombia en una columna llamada “La jirafa”.
Por ejemplo, aquel relato maravilloso de cuando una vaca llega caminando a la plaza principal de Colombia y desde el monte se queda mirando la ciudad e imaginando cosas que ocurren y volviéndose testigo creíble de la historia.
La súper crónica que escribe cuando Caracas estuvo quince días sin agua y la ciudad se volvió un caos.
El electricista que cada vez que llegaba a su casa en Macondo para reparar instalaciones aparecían mariposas amarillas.

SEIS. El arte del cronista

Uno de los libros preferidos de García Márquez era el libro de crónicas de Daniel Dufoe, “Diario de la Peste”, donde aprende y reaprende el gusto por lo sobrenatural y el efecto sicológico de las cosas y los hechos.
El Gabo decía que la primera cualidad que ha de tenerse para ser reportero es ojos y oídos… para ver y escuchar lo que para los seres humanos pasa inadvertido.
Pero más aún, aseguraba que un reportero ha de procurar convertir las cosas más sencillas de la vida en un hecho fantástico, prodigioso y mágico.