Dos, el terrible y espantoso riesgo de viajar trepados en “La bestia”, el vagón del ferrocarril de sur a norte del país.
Tres, la espantosa y terrible espera en la frontera norte para ingresar a Estados Unidos.
Cuatro, el paso por el río Bravo y el desierto.

PASAMANOS: Cinco, la feroz persecución de la policía migratoria de Estados Unidos.
Seis, la separación de los padres que viajan con los hijos.
Siete, los miles y miles de niños detenidos en el país vecino.
Ocho, el acoso policiaco migratorio en EU que llega hasta las escuelas con los niños y las iglesias con las familias.
Nueve, vivir todos los días en medio de la tensión cardiaca, temerosos de una detención.
Diez, la feroz y sistemática política de repatriación de migrantes para tener contento al presidente Joe Biden.

CORREDORES: Once, huir de sus países, entre ellos, claro, México, por la errática política económica, incapaz de alentar la creación y recreación de empleos cubiertos con justicia laboral y las prestaciones de ley.
Doce, el oleaje descarrilado de la violencia.
Y trece, y de ñapa, caray, los 237 (doscientos treinta y siete) veracruzanos muertos por COVID en Estados Unidos.
El director general de Atención a Migrantes de Veracruz, dependiente de la SEGOB jarocha, Carlos Enrique Escalante, documenta sobre mayoría de paisanos fallecidos en el tiempo del COVID en EU.

BALCONES: Se trata de la peor tragedia humanitaria de la historia y que, caray, está reseñada con crudeza en el relato bíblico, treinta años Moisés al frente de su pueblo judío huyendo y soñando con la tierra prometida.
A tal grado que cuando los fariseos los alcanzaban, el Ser Superior abrió el Mar Rojo para que todos ellos pasaran y apenas, apenitas, pasó el último, el Mar Rojo volvió a cerrarse y arrasó con los perseguidores.

PASILLOS: Ahora, ya no existe un Moisés ni un Ser Superior que evite tanta masacre.
Y aun cuando AMLO, el presidente, se definió como un migrante más (“Todos somos migrantes” dijo en su girita en América Latina y que llegara a la Cuba que tanto admira y quiere), ningún presidente de la república, a partir de Porfirio Díaz Mori, incluyendo a Francisco Ignacio Madero y Lázaro Cárdenas, han podido arraigar en el país a los paisanos migrantes.
Por un lado, los presidentes con su errática política económica. Y por otro, mil años luz de distancia, los migrantes, pues, y como se sabe, “más cornadas da el hambre”.

VENTANAS: La migración es inevitable. Y un sexenio se va y otro llega y vuelve a irse y la migración continúa empeorando, recrudeciéndose, pues si antes únicamente viajaban los padres, los hombres solteros, ahora también las mujeres, y lo peor entre lo peor, los niños.
Duro y rudo y canijo y cruel mirar los videos de los migrantes caminando a orilla de carretera cargando en los brazos a los niños recién nacidos, los bebés, y a otros, durmiendo en la carriola empujado por los padres.
Y rudo y duro saber que cada quincena varios autobuses de pasajeros parten de Veracruz a la frontera norte trasladando a los migrantes de Veracruz.
Un millón de paisanos en EU dicen académicos de la Universidad Veracruzana. 800 mil dice la dirección de Migrantes de la SEGOB jarocha.