de cónclave religioso, cultural, sicológico y hasta siquiátrico…

ROMPEOLAS: Entonces, hacia las once de la noche de aquel día, decidieron en grupo, y excitados, llenos, digamos, de curiosidad intelectual y humana, visitar aquella plaza… Pero al mismo tiempo, primero se fueron a un café en aquel barrio desde donde ocupando una mesa miraban por los vidrios empañados, “lleno de vapores y de personajes envueltos en harapos” a los jodidos… “Boquiabiertos los mirábamos con el rostro pegado a los vidrios” dice Helena Garro de su pareja, Octavio Paz, y León Felipe.

ARRECIFES: “De pronto, se sintieron mirados y se dispusieron al ataque y nosotros huimos a toda carrera… Nos refugiamos en un cafecito vecino del hotel donde nos hospedábamos… León Felipe, muy excitado, quería descifrar el misterio que empujaba al hombre a convertirse en mendigo… Era indudable que formaban un clan aparte, no eran los mendigos que yo había conocido en México, no, no, estos eran distintos… Muchos llevaban capotes militares muy antiguos o levitas desgarradas”… Y, bueno, cada uno sus emociones, sensaciones y percepciones, de algún modo la crónica de Helena Garro se parece a las crónicas del escritor peruano, César Vallejo, cuando visitó Rusia en el tiempo de José Stalin como dictador, el asesino de León Trotsky en la Ciudad de México…

ESCOLLERAS: César Vallejo cuenta en el libro “Camino hacia una tierra socialista” que a la caída de la familia Romanov, trescientos años dueños de Rusia, y el triunfo del socialismo con Lenin (Vladimir Illich Uliánov) y León Trotsky, los ex zares y sus familiares y los ricos y hacendados quedaron en la miseria y se volvieron pordioseros… Incluso, hasta un lugar especial tenían para reunirse y estar, ser y trascender… Y en tanto seguían poniéndose su ropa millonaria, nunca aceptaban la ayuda oficial para comer… Entonces, mendigaban un taquito en los barrios donde cada noche se congregaban para, entre otras cositas, vivir de la nostalgia…

PLAZOLETA: Esos mismos pobres y en la miseria, pero en México, se fueron atrás de Miguel Hidalgo y José María Morelos en la guerra de Independencia… De 16 hombres y mujeres con quienes salió Hidalgo de León, Guanajuato, cuando llegó a las goteras de la Ciudad de México, eran veinte mil… Y de los ocho hombres con que inició Pancho Villa en la Revolución luchando por Francisco Ignacio Madero, integró el ejército “La División del Norte” con treinta mil desharrapados convertidos en soldados…

PALMERAS: Pero hacia 1937, los mendigos eran una curiosidad turística para Helena Garro, Octavio Paz y León Felipe… Entonces, de entre aquellos pedigüeños emergió un chinito pequeñito, minúsculo, chiquito, “y se llevó un dedo a los labios en señal de silencio y nos miró largamente… Y aquel chinito nos dio una lección”… La lección de no andar cuzqueando en la vida ajena, sobre todo, de los pobres… En aquel grupo también estaba el jarocho José Mancisidor, “siempre sonriente, siempre satisfecho, siempre de buen humor”… Y Mancisidor les invitó a una vueltecita por los Campos Elíseos, donde muchos años antes solía pasear a caballo Porfirio Díaz Mori en su llamado exilio dorado…