Los ojos, sin el brillo y el resplandor que caracterizara, por ejemplo, a Santiago, el pescador, de Ernest Hemingway en "El viejo y el mar".
De perfil, la pancita tomando forma a tono, digamos, con el lema de Rius, el caricaturista, de "La panza es primero".
Unas dos, tres, tallas más en el cuerpo.
Los labios, apretujados, sin el asomo de la mitad de una sonrisa.
Las llamadas "líneas de expresión" convertidas en zanjas, surcos gigantescos.
"Las patitas de gallo" floreciendo en tierra fértil.
Y en la mejilla izquierda, un cráter lunar creciendo... cuando, caray, bien puede operarse.
Y de la quijada cayendo una ligera, apenas perceptible, papadita amenazando con multiplicarse (Foto de Yahir Ceballos, Proceso 2376).
Tenía cincuenta años cuando emergió al poder estatal. Ahora, 54 (cincuenta y cuatro) cumplidos y que su secretario de Educación, el profe Zen, le celebrara con banquetazazo con tres mil maestros.
Ni modo, es el precio "de la plenitud del pinche poder".
Pronto, antes de que el gallito bíblico cantara tres veces, el señor Cuitláhuac ascendió al poder total y absoluto, cuando, caray, a los políticos priistas y panistas y perredistas costaba toda una vida.
Una vida de Miguel Ángel Yunes Linares, Fidel Herrera, Miguel Alemán Velasco y Fernando Gutiérrez Barrios, entre otros, para llegar a la gubernatura.
Apenas, apenitas, cumplida la faena legislativa como diputado federal, el jefe del Poder Ejecutivo Estatal.
Presupuesto a sus órdenes.
El aparato gubernamental, a sus órdenes.
El gabinete legal y ampliado, a sus órdenes.
Parte de los Poderes Legislativo y Judicial, a sus órdenes.
Las corporaciones policiacas, a sus órdenes.
"Al tú por tú" con el gabinete federal.
AMLO, el presidente, tirándole incienso a su paso.
Suyas todas las mieles del poder.
Pero el poder es canijo.
Y a los tres años y medio de ejercer "la plenitud del pinche poder", los estragos físicos.
Se entiende:
El tiradero de cadáveres y Veracruz oliendo a pólvora y sangre.
Veracruz, primer lugar nacional en feminicidios.
Y secuestros.
Y extorsiones.
Cada día, muertos por todos lados.
Cadáveres flotando en los ríos y lagunas.
Cadáveres colgados de puentes y árboles.
Cabezas decapitadas abandonadas sobre las mesas de un antro.
Ni siquiera, vaya, pudo librarla Javier Duarte, preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
Ni Fidel Herrera Beltrán, en silla de ruedas.
Ni Fernando Gutiérrez Barrios, fallecido en el quirófano.
La vida, cierto, envejece, "y muchas cornadas suele dar el hambre".
Pero más, mucho más, los estragos del poder político.

LA VITAMINA "P"
El cosmetólogo y nutricionista de un político dice que la vitamina más tonificante del mundo es la Vitamia "P".
P..., de política.
P... de poder.
P... de poderoso.
P... de príncipe.
Más, mucho más, que Marilyn Monroe esperando al presidente John F. Kennedy, desnuda en la alberca con botella de champagne enfriándose.
Más, mucho más, que Cleopatra tendida desnuda en el tálamo.
Más que Helena de Troya por quien se desatara guerra y matazón entre griegos y persas.
Pero en el caso del señor Cuitláhuac, pareciera que encaramado en el poder sexenal el peor karma y la peor bilirrubina le cayeron encima.
Cada vez, más avejentado.
Lo bueno es que como lo suyo, lo suyo, lo suyo es el baile con la salsa y el huapango, quizá daría "hacha, calabaza y miel" y "las veinte y las malas" a Latin Lover y Adrián Uribe, juntos.

OTROS, DEL GABINETE, REJUVENECEN...
La Vitamina "P" causa efectos diferentes en otros políticos.
Por ejemplo: El secretario General de Gobierno se conserva igual, igualito, que hace tres años y medio, honrando y enalteciendo el apodo endilgado por enemigos y adversarios.
El secretario de Educación se refocila en su filosofía política de las sillas de ruedas, muletas y bastones para demostrar su firmeza y vigor y energía en el ejercicio del poder.
Y desde que al diputado local, Juan José Gómez Cazarín, le concesionaron la presidencia municipal de Hueyapan para su papi, se ha rejuvenecido, más, cuando fuera reelegido por segunda ocasión y por Dedazo, jefe máximo de la Junta de Coordinación Política, JUCOPO, del Congreso local, para manejar el billete público.
"El Carón" le llaman.
Cada vez más rejuvenecida en el poder la Fiscal General, quizá desde cuando fijara su postura de que "Aquí (en el palacio de justicia) mando yo".
Pero los mal pasos...
Los berrinches...
Las incomprensiones...
Las conspiraciones mediáticas en su contra para descarrilarlo como descubriera la senadora Gloria Sánchez...
Los señalamientos de que es culpable y/o responsable de los asesinatos de nueve reporteros...
Veracruz feminicida...
El tiradero de cadáveres...
Y, claro, el desgaste por la tensión de si Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, saldrá candidata presidencial obradorista...
Y más cuando ayer dijo que "no veía ni oía" (Carlos Salinas) a Marcelo Ebrard Casaubon y a Ricardo Monreal Ávila...
Etcétera, etcétera...
Todo en conjunto está envejeciendo al señor Cuitláhuac.
Ni siquiera, vaya, el bailongo de salsa y huapango en la vía pública lo han tonificado.
Quizá como su antecesor, Antonio López de Santa Anna, ya se aburrió con el poder y necesita otras razones poderosas para vivir a plenitud la política y "la vida loca" como dice Ricky Martin.