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Jueves 12 mayo, 2022

Plegarias desatendidas

Las tribus gobernantes, los políticos, los activistas sociales, las ONG, los académicos, los ministros de Dios, los familiares de las víctimas, todos, denuncian los feroces ataques de los machistas a las mujeres.
En los medios publican a cada rato que una mujer más asesinada por su pareja o expareja iracunda, ya luego de un pleito familiar o conyugal y en trance etílico y drogadicto.

Luis Velázquez

Los colegios y foros y barras de abogados exigen cadena perpetua para los machitos feminicidas.
La iglesia los condena al rincón más arrinconado del infierno.
Los sicólogos aseguran que “el principal de violencia sufrida por las mujeres es emocional y la persona agresora más frecuente es la pareja o la expareja”.
Hablan de violencia emocional y física y económica y sexual.
Todos en conjunto expresan en el palenque público que combatir el machismo y el feminicidio es tarea de autoridades, defensores de derechos humanos, organismos y ONG y la sociedad en general.
Pero…vaya paradoja, los medios siguen dando a conocer un feminicidio más en algún lugar de la república amorosa y a pesar de tanta convocatoria y díceres y plegarias, todas las plegarias nunca son atendidas.
Simplemente, el machismo continúa, inderrotable, fuera de control, descarrilado.
Y por añadidura, el asesinato de mujeres y los feminicidios.
Y si antes, mucho antes, únicamente las mujeres de mayor edad eran ejecutadas, ahora también niñas y adolescentes, chicas, sea como sea.
Entonces, con tanto fuego pirotécnico lanzado y con resultados tan magros, pocos, escasos, limitados, estamos en el peor fracaso del discurso político y social.
Y, claro, el rotundo fracaso de las políticas públicas.
Los funcionarios y los políticos y los líderes políticos y sociales “curándose en salud” de que convocan al machismo “a colgar los guantes”, pero al mismo tiempo, vaya paradoja, nadie los escucha ni toma en cuenta.

TODO SIGUE PEOR Y NADA CAMBIA

Ene número de ocasiones, las tribus políticas y sociales “se han cortado las venas” en la cancha pública satanizando a los machos y a los carteles y cartelitos por el asesinato de mujeres.
Desde el púlpito, la iglesia católica clamando procuración de justicia para evitar la impunidad.
Y el resultado social es concreto y específico: el gran fracaso con los feminicidios.
Incluso, feminicidas y machitos detenidos condenados a montón de años en las cárceles y hasta cadena perpetua y quienes saldrían de la cárcel en un féretro.
Y, no obstante, la violencia descarrilada contra las mujeres.
Hora, entonces, de “ponerse las barbas a remojar”.
Esas políticas públicas a nada han llevado. Cero, mínimos, resultados.
Más, cuando la Comisión Nacional de Derechos Humanos y las Comisiones Estatales condenan los feminicidios.
Y entonces, ha de preguntarse si sirve, funciona, opera, el hecho de condenar los asesinatos de la población femenina.
Y de gritonear como chachalacas que cada tribu política y de todos los partidos defienden a las mujeres.
Peor cuando como en el caso del góber de la 4T en Veracruz asegura que aquí “las mujeres pueden soñar”.
Y, claro, lógico, obvio, las mujeres sueñan… pero con pesadillas sórdidas, truculentas y siniestras, donde la saña y la barbarie domina y predomina.
Hemos caído en un círculo vicioso. Por un lado, las mujeres asesinadas. Y por el otro, los actores políticos, sociales, culturales y religiosos “curándose en salud”.
Declarándose los más ardientes y fervientes defensores de la vida femenina y de la libertad y la dignidad humana.
Y hacia el final del día y de la noche, “el infierno tan temido”.
Todo sigue peor. Y nada cambia.
Y cada sexenio federal y estatal va imprimiendo su huella manifiesta de incapacidad.
El Estado de Derecho rebasado por la derecha, el centro y la izquierda.
Los malandros creando y recreando un Estado Paralelo, un Estado Delincuencial, un Estado de Muerte.

LA MESA DE LOS SACRIFICIOS

Cada vez que una mujer es secuestrada, desaparecida, quizá ultrajada y asesinada, los medios suelen armar un escándalo, hijo, al mismo tiempo, de los aceleres de los políticos para “lavarse las manos” como Poncio Pilatos con el matadero de niños en Jerusalem.
Durante varios días, algunos casos de mujeres ejecutadas con saña, barbarie, alevosía, ventaja y premeditación, ocupan los titulares de la prensa escrita, televisiva y digital.
Día con día, algunos medios, sobre todo, televisivos, siguen la pista de los avances y retrocesos.
Y luego de tanto incienso mediático arrojado al paso de la mujer plagiada y desaparecida y de tanto fuego pirotécnico lavando en la mesa de los sacrificios la imagen de los políticos responsables, la vida continúa igual.
En la impunidad, pues.
Y al ratito, días más tarde, el crimen de otra mujer en la primera plana.
Y de nuevo, las voces contestatarias en la calle y la avenida, en la escalinata de las Catedrales frente al Palacio de Gobierno, pronunciando discursos incendiarios.
Y pasado un ratito, cuando la mitad de la población y la otra mitad está, digamos, resignada, otra mujer desaparecida.
Así, tal cual, los días y noches se van ensortijando y evidenciando la eficacia y la eficiencia del llamado Estado de Derecho.
“Mucho ruido y pocas nueces” para garantizar la vida de las mujeres en una república amorosa donde seis de cada diez habitantes pertenecen a la población femenina.


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