Rezago educativo
El analfabetismo está canijo en Veracruz. Claro, se trata del peor rezago oficial desde tiempo inmemorial. Pero al mismo tiempo, cada gobernador tiene su tiempo y desafío. Y por desgracia, poco, demasiado poco, la 4T ha obtenido en logros.
Hacia el mes de noviembre del año 2018, el analfabetismo (de 14 años de edad en adelante) era de 550 (quinientos cincuenta mil) personas que no sabían leer ni escribir.
Luis Velázquez
Ahora, el titular del Instituto de Educación para Adultos, IVEA, dice que son 519 (quinientos diecinueve) mil.
Y, bueno, nadie dudaría de su palabra. Pero estaría bien que las personas alfabetizadas en los últimos tres años y medio fueran publicitadas con nombres y municipios y localidades para, digamos, checar.
Ahora, dice, por ejemplo, que el COVID y la recesión llevó a 170 (ciento setenta) mil jóvenes a truncar sus estudios.
Incluso, y debido a la recesión, incorporarse a la base productiva… lo que ha dado el quebradero de empresas, negocios, comercios, fábricas y changarros, mucho se duda.
Con todo, el titular del IVEA deja fuera la otra realidad avasallante: Un millón de personas con la escuela primaria inconclusa.
Otro millón con la secundaria incompleta.
600 mil chicos de Bachillerato con estudios a medias.
Y de cada cien egresados de la escuela primaria únicamente diez llegan a la universidad.
Y sólo uno se titula.
Entonces, el rezago educativo es canijo, duro y rudo, demoledor en la tierra que fuera de Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher, Carlos A. Carrillo, Rafael Delgado y Benito Fentanes.
Ahora, el titular del IVEA, Héctor Amezcua Cardiel, dice que trabajan para que los 170 (ciento setenta) mil jóvenes con estudios truncados por la pandemia puedan actualizarse.
Pero nada refiere del otro pendiente, quizá, el más grave.
MENOSPRECIO DEL IVEA
Insólito que dos millones 600 mil personas de Veracruz de un total de 8 millones de habitantes tengan estudios inconclusos en la primaria, secundaria y bachillerato, y los meses caminen sin que el IVEA se ocupe del rezago.
Bastaría, por ejemplo, un cabildeo con los 212 (doscientos doce) presidentes municipales para lanzar con la secretaría de Educación, a través del IVEA, un ambicioso proyecto social y educativo que permitiera a la mayoría terminar estudios.
Ha de recordarse, por ejemplo, el modelo Lázaro Cárdenas del Río cuando presidente de la república pactó con la UNAM una gigantesca campaña de servicios médicos de los estudiantes de Medicina en las regiones indígenas y rurales del país.
Y al mismo tiempo, con la secretaría de Educación para que con los alumnos de las Escuelas Normales alfabetizaran en las regiones marginadas y campesinas y llenaran de emoción social a las personas con la primaria y la secundaria incompleta para seguir en el salón de clases.
Entonces, existía voluntad social.
Ahora, el IVEA anuncia se ocupan de los 170 (ciento setenta) mil niños y jóvenes entre diez y catorce años que por el COVID abandonaron la primaria y secundaria para continuar los estudios.
Pero de igual manera siguen evadiendo el reto central, igual, igualito que los sexenios priista y panista a quienes simplemente, nunca, jamás, les interesó, como los últimos casos de Enrique Pérez, Adolfo Mota y Flavino Ríos Alvarado como titulares de la SEV, los dos últimos soñando con ganar por Dedazo la candidatura a gobernador.
POBRES, JODIDOS Y ANALFABETAS
En aquellos tiempos priistas y panistas, los rojos y los azules gritoneaban en el palenque público que la educación “era el pivote del desarrollo nacional”.
Grandes cruzadas cívicas para que los niños, los adolescentes y los jóvenes estudiaran.
Incluso, el CONACYT, anexos y conexos, otorgando becas para estudiar en el extranjero posgrados, maestrías y doctorados.
Desde luego, tráfico de influencias de los políticos encaramados en el poder para conseguir una beca hasta para los hijos y, de paso, para los recomendados.
Chicos estudiando en la Universidad Lumumba de Rusia y en Japón y China y África y Afganistán.
Harvard y Yale, palabras mayores, donde estudiaban los hijos de los pudientes.
Y, bueno, existía en los poblados indígenas, rurales y campesinos, un analfabetismo canijo desde niños y adolescentes con la primaria inconclusa hasta adultos mayores con la primaria y la secundaria incompleta.
Y de sexenio en sexenio, a pocos, poquísimos, ministros y secretarios de Educación Pública y presidentes de la república y gobernadores les interesó alfabetizar a la población.
Y ahí está el resultado.
Y lo peor, han transcurrido tres años y cinco meses de la 4T en Palacio Nacional y la estadística del analfabetismo sigue igual.
Ninguna diferencia entre el pasado y el presente.
Los jodidos, además de vivir en la miseria y la pobreza, el desempleo y la jodidez, analfabetas.
Nunca como hoy las películas de Emilio “El Indio” Fernández que describen la crudeza del analfabetismo son tan vigentes.