Veracruz con SIDA
La investigadora Patricia Ponce es una respetada, admirada y respetable activista y luchadora social.
Uno de sus libros, Guerreras de la noche, documentando la vida difícil de las trabajadoras sexuales en Veracruz, causó escozor y encabritó, entre otros, a Miguel Ángel Yunes Linares, el góber panista.
También al último góber priista, Javier Duarte.
Satanizada por varios mandatarios en su momento estelar, la maestra sigue empujando la carreta de la dignidad humana.
Por ejemplo, esta semana fue categórica, concreta y específica:
Uno. Veracruz, en los primeros lugares nacionales de mujeres enfermas de VIH-SIDA.
Dos. Veracruz, primer lugar nacional donde nacen más niños con SIDA…, desde luego, transmitidos por los padres.
Tres. Veracruz, donde el mayor número de enfermos con SIDA con chicos universitarios, amas de casa e indígenas.
Cuatro. Los indígenas que migran a otros confines de la república amorosa, incluso, Cancún y Baja California, regresan enfermos de SIDA y se los transmiten a sus mujeres y parejas.
Cinco. Veracruz, donde la epidemia del SIDA se ha feminizado… por tantas mujeres con el virus.
Seis. Veracruz, donde un número elevado de enfermos con el virus son gente pobre, en la miseria y la jodidez.
Y como la clínica de Salud más cercana está lejos implica un gasto extraordinario del que carecen y les cuesta mucho seguir el tratamiento.
Y ocho. Veracruz, en el tercer lugar nacional de violaciones a los derechos humanos de las personas enfermas con el VIH y SIDA.
Si Javier Duarte y Yunes Linares se encolerizaron con la investigadora y escritora Patricia Ponce (incluso Yunes la quiso desacreditar en el palenque público, como si su palabra fuera la ley y la verdad universal por la única circunstancia de gobernar Veracruz), ahora, con la revelación volcánica que acaba de formular, el señor Cuitláhuac García Jiménez parecerá un tsunami.
MESALINA… SINÓNIMO DE VIH
Desde tiempo inmemorial, el SIDA ha causado vientos huracanados en Veracruz.
Por ejemplo, durante muchos años la autoridad sanitaria inculpó a los marineros que llegaban de otras tierras a los puertos de Coatzacoalcos, Veracruz y Tuxpan.
Fue el tiempo, siglo pasado, cuando las trabajadoras sexuales y los gays alcanzaron niveles superiores de contagio.
El tiempo cuando, por ejemplo, ser mesalina y homosexual era sinónimo de SIDA y todos ellos estaban satanizados.
Después, el trascendido fue que los migrantes de Veracruz a Estados Unidos regresaban, por ejemplo, cada fin de año, enfermos de SIDA contraído en EU, la tierra prometida, el paraíso terrenal, la utopía, donde durante tanto tiempo de soledad física, emocional, espiritual y sexual los llevaba a tener relaciones íntimas con daifas migrantes y eran contagiados.
Y desde luego, durante su estancia en sus pueblos infectaban a las esposas.
Fue cuando empezó a decirse que estaban naciendo niños con el virus.
Ahora, y en la dinámica de la investigadora Patricia Ponce, miembro del grupo Multisectorial VIH – SIDA, los más contagiados en el Estado de Veracruz son los estudiantes universitarios, las amas de casa y los indígenas.
En resumidas cuentas, antes como antes y ahora como ahora, Veracruz tiene en el SIDA uno de los grandes talones de la medicina social, quizá por encima de otras enfermedades fatídicas como el cáncer, la leucemia, el mar de Parkinson y la presión arterial.
De norte a sur y de este a oeste del Estado jarocho, la única gran activista en la materia es la maestra Patricia Ponce para llamar la atención de la secretaría de Salud y luchar todos juntos combatiendo el mal.
Tan es así que, por ejemplo, ella con otros activistas elaboró una iniciativa de ley en la materia entregada ya a la LXVI Legislatura.
MUCHOS ESTRAGOS DEJA LA CALENTURA SEXUAL
Un chico universitario confiesa que nunca usa preservativo porque “no sabe igual”. Entonces, se arriesga y expone.
Con unas copitas, los hombres suelen tener relaciones con una mesalina, pero también con un homosexual.
Basta embriagarse en una cantina de malos pasos con mujeres para que el cuerpo alcoholizado tenga relaciones sexuales con la trabajadora sexual más cercana.
Los fines de semana son intensos y volcánicos donde hacia el final de la noche, en la madrugada, da lo mismo una mujer que un hombre.
Y en tales circunstancias, los hombres casados suelen infectar a las esposas cuando la conseja popular recomienda que hasta en los matrimonios ha de usarse el globito.
Y por más y más que la secretaría de Salud lanzó campañas sanitarias y jornadas cívicas para el uso del condón, la respuesta fue baja, mínima, frágil, titubeante.
Si fue el COVID. Y/o se está yendo. Quizá.
Pero aquí continúa, inderrotable, la epidemia del VIH – SIDA.
Otro Premio Oscar para Veracruz.