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Diario de un reportero
Sábado 09 abril, 2022

El apóstol social

Vivir la Semana Santa
•Crucificado en la plaza


DOMINGO
El apóstol social



El sacerdote David Constantino García vivía a plenitud la Semana Santa, incluso, todo el año, como de seguro nunca, jamás, otro ministro de Dios.
Incluso, bien pudo considerarse hacia la mitad del siglo pasado pa’delante, un antecesor de la Teología de la Liberación.
Por ejemplo, con hechos y acciones encarnaba al Jesucristo que en el templo agarró el látigo para lanzar a los fenicios y mercaderes del templo convertido en una romería y un tianguis.
Y al Jesucristo que devolvía la vista a los ciegos y resucitaba a los muertos, entre ellos, a su gran amigo, amigo entrañable, amigo excepcional, Lázaro.
Y al Jesucristo que en el Gólgota perdona al ladrón bueno y le dice que “esta misma tarde estarás conmigo en el paraíso”.
Y al Jesucristo rodeado de pescadores como sus apóstoles y la Apóstol Número Trece que fue declarada María Magdalena, anunciando los legítimos...

Luis Velázquez

derechos de las mujeres a estar, ser y trascender.
Y al Jesucristo que sumaba siempre a los pobres y a la gente en la miseria económica y la ruindad.
Don David vivía el apostolado social todos los días del año en que transfiguraba la Semana Santa.

LUNES
Las Siete Visitas

En la Semana Santa suelen hacerse las llamadas Siete Visitas, el recorrido por siete templos.
Y como en el pueblo, Soledad de Doblado, únicamente existe un templo católico y apostólico, entonces, cabildeada con siete familias donde levantaban un altar y lo oficializaba para las visitas consabidas.
Pero, además, él mismo hacía las Siete Visitas, siempre acompañado de unos representantes de los diferentes grupos católicos que alentaba, desde niños del Frente Infantil Católico y jóvenes de la Acción Católica hasta mujeres y señores de la Adoración Nocturna.
Cada día de la Semana Santa, igual como en el resto del año, pronunciaba intensas y volcánicas homilías significando el Evangelio y los capítulos de la Biblia y con frecuencia lloraba en el púlpito de tanta pasión profesada.
Pero, además, vivía, más que “con la medianía del salario” con la generosidad de las limosnas y vivía al mejor estilo franciscano con camisita y pantalón sencillo y modesto, sin lujos, y tenía un coche viejito que a cada rato estaba en el taller.
Era feliz comiendo sopita de letras con un pedacito de carne de pollo y que saboreaba como el más grande banquete de todos los tiempos.

MARTES
Promotor deportivo

Era un activista. Por ejemplo, a un lado de la iglesia había construido una cancha para jugar básquet y volibol.
Y organizaba competencias deportivas todo el año con equipos de niños, jóvenes y adultos, y en donde incluso, él mismo jugaba básquet vestido siempre con una camiseta de manga larga y un pantalón negro deportivo y le apodaban “El charro negro” y él únicamente sonreía.
Eran cientos de deportistas los participantes y la cancha siempre estaba repleta a partir de las 4 de la tarde, aun cuando todos podían utilizarla para el entrenamiento a la hora disponible.
Cada noche juegos de básquet y voli. Y cada noche, la cancha rugía y volvía a rugir con las porras de cada equipo.
Enfrente de la iglesia estaba el parque y en el otro lado el palacio municipal y que responde al diseño urbanístico traído por los españoles.
Entonces, en el palacio municipal, el alcalde estaba lleno de envidia por la gran capacidad de convocatoria del sacerdote del pueblo.
Y más, porque nunca don David Constantino utilizaba el fervor deportivo para hacer proselitismo religioso.
Siempre guardó la distancia. Pero más aún, el respeto a la libertad de cada persona.

MIÉRCOLES
Apostolado en rancherías

Cada sábado temprano agarraba camino con grupos de jóvenes a las rancherías del pueblo para llevar la buena nueva.
Desde jornadas apostólicas para bautizar a los niños y casar a las parejas hasta tertulias sobre la Biblia y la religión.
Y la organización de juegos deportivos a partir de las tres de la tarde, sobre todo, el beisbol, tan practicado en las congregaciones rurales.
En Semana Santa se programaba con tanta efectividad que las rancherías y comunidades eran visitadas, empezando desde el Lunes Santo hasta el Sábado de Gloria.
Y es que en cada poblado rural había formado delegaciones católicas para encargarse de la tarea social.
Su mística estaba en el dinamismo civil para llegar, en todo caso, a la religión, cada ciudadano de a pie, cada familia, con total libertad, sin presionar a nadie a profesar la fe católica, apostólica y romana.
Aquel activismo, claro, enfurecía más a los alcaldes y quienes por lo regular únicamente se reducían y achicaban al trabajo en la cabecera municipal.
Y por eso mismo, hubo ediles que tocaron las puertas del Obispado de Veracruz solicitando su cambio parroquial.

JUEVES
“Aquí no cabemos los dos”

Un alcalde priista citó al sacerdote en el palacio municipal. Creyó el edil que asistiría resguardado por los feligreses y ordenó que la policía blindara el Ayuntamiento. Policías armados.
El presbítero de la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad llegó solo. Ni siquiera, vaya, el sacristán. Tampoco, el joven seminarista que practicaba en la parroquia.
Subió al segundo piso donde estaba la oficina principal y entregó el citatorio a la secretaria… quien ya lo esperaba.
--Siéntate, pidió el alcalde ofreciendo una silla dispuesta exprofeso.
--A tus órdenes, dijo el sacerdote al político.
Y el político se arropó en una diarrea verbal evocando su pasado priista. Los primeros años en la militancia. La lucha para abrirse espacios. Los cargos… hasta llegar de presidente.
Todo para que de pronto, dijo, el curita de la Teología de la Liberación le hiciera sombra.
--Y aquí no cabemos los dos, precisó. Y tú te dedicas al trabajo en la iglesia sin salir del confesionario ni el púlpito y yo me encargo del destino del pueblo.
Entonces, una hora después, le dijo:
--Ya puedes irte. Hemos dialogado mucho.
El presbítero se puso de pie y sin extender la mano para el adiós reviró:
--Hablaste tú. Yo únicamente escuché.

VIERNES
Crucificado en el palenque

La respuesta del edil fue categórica: con los síndicos y regidores y un montón de políticos priistas (“las fuerzas vivas de la población” le llamaban) viajó a la Ciudad de Veracruz para entrevistarse con el Obispo y solicitar el cambio del presbítero.
El Obispo escuchó razones. Un día después citó al sacerdote para escuchar las suyas. Y se las llevó.
Pero la decisión estaba tomada: el Obispado lo envió a Roma a un curso de Filosofía durante un año y en su lugar nombró a un relevo… y que luego se sometió a las disposiciones edilicias.
Don David Constantino García fue crucificado en el Gólgota jarocho por el Obispo.
Y luego del curso académico en Roma, nunca volvió al pueblo, pues se lo prohibieron.
Por ahí lo asignaron a otra parroquia en la Diócesis.
Además, vigilado por el comité de rodeólogos de la autoridad eclesiástica… por si insistía en su modelo social de la Teología de la Liberación.
Muchos años después, sus restos fueron depositados en la iglesia “La Lupita” donde permanecen hasta ahora.


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