Pero además, caray, es una guerra que ha dado paso al peor delito de lesa humanidad como es la desaparición forzada.
Y ni se diga, a las fosas clandestinas, igual, igualito que en la mitad del siglo pasado en América Latina, con las dictaduras militares.
Es una guerra que no es de ningún ciudadano de a pie ni tampoco de alguna familia.
Es una guerra, en todo caso, entre los carteles y los gobiernos federal y estatales.
Y lo peor entre lo peor, que por ningún lado se mira ni asoma una retirada final digna para la población.
Más cuando a cada rato hay civiles secuestrados, desaparecidos, asesinados, cercenados y arrojados a fosas clandestinas.
Incluso, y lo peor entre lo peor, una guerra que sigue dejando niños ejecutados, una táctica belicistas para multiplicar el terror, el miedo, el pavor y el pánico.
Es la guerra más larga de Veracruz y que lleva treinta años... y que menos tiempo han durado las guerras de Estados Unidos en Vietnam y/o Afganistán.
Y cada vez, el enemigo (los carteles) creciendo en tierra fértil, dueños de la pelota que patean y dueños del destino común.
Y dueños, caray, de la agenda setting.
La agenda mediática, pues ni modo de dar la espalda a los hechos y resultados de cada día, cada semana, cada quincena.
Una guerra sin fin, parece, y en donde únicamente se aplica la teoría y la práctica bajo la siguiente hipótesis:
"Terreno que se pierde, terreno que gana el enemigo".

BREVE RECUENTO EN EL INFIERNO
Sexenio de Patricio Chirinos Calero:
Un cartel se estableció por vez primera en Veracruz.
El jefe máximo era José Albino Quintero Meraz, con ligas con el Cartel de Sinaloa.
Bajo perfil.
Fue el jefe de la plaza, pero sin ajustes de cuentas ni tiradero de cadáveres en las calles, los pueblos y las carreteras.
Sexenio de Miguel Alemán Velasco.
Para entonces, Quintero Meraz era el chamán, el gurú, el mero mero.
Por ejemplo, llegó a tener doce casas de seguridad en el fraccionamiento Costa de Oro, de Boca del Río, más otras en la colonia Playa Linda, hacia el norte de la ciudad jarocha.
Incluso, hasta vecino se convirtió del gobernador Miguel Alemán Velasco.
Luego, por detenido por militares de la Zona Militar de Boca del Río y encarcelado en Almoloya, donde muchos años después, purgada la condena, fuera liberado.
Pero otros carteles habían llegado.
Sexenio de Fidel Herrera Beltrán.
Fue el tiempo cuando los carteles extendieron fuero y feudo y por ejemplo, llegaron a co-gobernar en los reclusorios del estado.
Tanto que hacia el final del sexenio estremecieron al góber con un paro en el penal de Pacho Viejo por una deuda de sesenta millones de pesos por la venta de tortillas al interior del reclusorio.
Sexenio de Javier Duarte:
Fue el peor tiempo para la vida en Veracruz.
Uno. La desaparición forzada.
Dos. Secuestros y desapariciones.
Tres. Veracruz, "el peor rincón del mundo para el ejercicio reporteril" por encima de Afganistán y Somalia, con diecinueve reporteros asesinados, más tres asesinados.
Cuatro. Las fosas clandestinas, la más famosa, Colinas de Santa Fe, el panteón particular de los políticos, jefes policiacos, policías y malandros.
Cinco. La aparición de los Colectivos integrados con padres con hijos desaparecidos.
Bienio de Miguel Ángel Yunes Linares:
Los carteles aquí siguieron.
Sexenio de Cuitláhuac García Jiménez:
Los carteles aquí continúan.
Veracruz, oliendo a pólvora y sangre.
Más desaparecidos.
Más fosas.
Más Colectivos.
Más de mil cadáveres rescatados de fosas por los Colectivos, pero sin aplicárseles la prueba ADN para su posible identificación.
Pero..., el secretario de Seguridad Pública sostienen que los grandes carteles ya migraron de Veracruz y solo quedan carteles locales.
¡Vaya sustazo al secretario General de Gobierno con aquel narcovideo!
Una guerra sin fin cumpliendo este año treinta años de antigüedad y lo que significa, entre otras cositas, que todos los chicos menores de treinta años de edad únicamente han conocido un Veracruz ensangrentado disputado por los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros.

MAL FARIO EN CONTRA DE VERACRUZ
Luego de treinta años de los carteles en Veracruz, nada puede esperarse.
El mal fario y los astros acomodados en contra de Veracruz.
De 1994 a la fecha, únicamente en el sexenio de Fernando Gutiérrez Barrios y Dante Delgado Rannauro, la paz soñada.
Con Gutiérrez Barrios empezó la limpia, y Dante, la sostuvo y mantuvo.
Desde entonces, ningún político a la altura de don Fernando, con todo y el poder atrás de la llamada Guerra Sucia y el movimiento estudiantil del 68.
Cierto, Veracruz no es ni ha sido una ínsula aislada del resto del país.
Y los carteles miran a "la noche tibia y callada" de Agustín Lara como la tierra prometida, la tierra deseada.
Y más, mucho más, se necesita a la Guarda Nacional, los soldados y los marinos.
Con Javier Duarte, Veracruz, "el rincón más peligroso de la tierra para el ejercicio reporteril".
Y en el sexenio guinda y marrón que camina, la tierra promisoria para los secuestros, extorsiones y feminicidios.
Mucha ganancia dejará Veracruz a los carteles y carteles que aquí continúan treinta años después.
Además, invictos, inderrotables y hasta propietarios del destino común.