Muchas niñas. Una parte singular eran mayores de edad, con hijos a quienes dejaron huérfanos.
Y por añadidura, en el desamparo. Nada sustituye a una madre. Ni siquiera, vaya, el amor eterno y generoso de la abuela, una tía, una hermana mayor.

DOS. Seguimiento a los hijos huérfanos

Hasta donde se sabe si se sabe bien, ninguna ONG, tampoco una fundación social, académicas integradas, iglesias incluso, Comisiones de Búsqueda, Colectivos, llevan la bitácora de los hijos huérfanos por tanto feminicidio en el Estado jarocho, el peor sexenio de la historia para que las mujeres vivan sin sobresaltos ni temores.
Las madres fueron secuestradas, desaparecidas, quizá ultrajadas, asesinadas y tirados los cadáveres por ahí en la carretera, entre cañaverales, y en ningún caso se ha dado seguimiento a los hijos huérfanos.

TRES. Hijos de madres solteras

Nunca la pérdida de una madre, digamos, por una enfermedad, suele curarse. Son cicatrices que duran toda la vida.
Más, mucho más, cuando la madre perdió la vida de una forma violenta y huracanada. Ya por violencia doméstica. Violencia de los malandros y/o de los carteles.
Y duele siempre. Pero al mismo tiempo, impacta y sobrecoge el destino de los hijos huérfanos. Más, mucho más, cuando son menores de edad.
Peor, cuando la madre era el único sostén, quizá, porque era madre soltera y/o madre divorciada.
Y con los padres fallecidos. Y sin hermanos.

CUATRO. Peras al olmo…

Desde luego, esperar un apoyo humanitario y solidario para los niños huérfanos por cada feminicidio significa “pedir peras al olmo”.
Más, mucho más, cuando tantas mujeres fueron asesinadas el año anterior en Veracruz.
Más, cuando el gobierno federal y estatal en ningún momento son una beneficencia pública ni tampoco tienen casas de asignación para la gente precaria y limitada en la economía familiar.
Más, cuando hay graves pendientes, entre ellos, el desempleo galopante y la inseguridad y la impunidad.

CINCO. Patria de la desigualdad

Los niños huérfanos de Veracruz por la violencia también significan un pendiente para el Estado, la iglesia, las ONG, las fundaciones y las buenas conciencias.
Digamos, algo así como los programas del Bienestar Social.
Pero, bueno, con la ayudadita bimensual de la 4T a los campesinos sembrando árboles, los ancianos, las madres solteras y los ninis, chicos que no trabajan ni estudian, sería más que suficiente en la patria de la terrible y espantosa desigualdad económica y social del continente.

SEIS. Prioridad, derechos humanos

Los feminicidios en el Estado jarocho siguen pa’lante en el sexenio de la izquierda que ejerce el poder público desde el palacio de Xalapa y para quienes los derechos humanos son prioridad, según gritonean.
Y ni modo, decía Agustín Acosta Lagunes, “la violencia es inevitable”.
Pero entre tanto, y desde el presidente Felipe Calderón Hinojosa, decenas, cientos de niños han quedado huérfanos con esta guerra y los feminicidios “a flor de tierra”.
En otras latitudes del mundo, los niños desamparados son internados en casas de asistencia social y en donde estudian y aprenden oficios y les abren las puertas laborales.
En México, en Veracruz por añadidura, se quedan a la buena de Dios. Más ahora, en la llamada república amorosa.