Hacia el mediodía. Y en su casa.
Un policía aseguró cuatro casquillos de calibre .40 milímetros marca Federal SW y tres ojivas deformadas.
La exrectora Sara Ladrón de Guevara siempre emitía un comunicado solidario con las familias de estudiantes asesinados. Ahora, el silencio del Rector.

DOS. Todos los días hay muertos

Sabrá el chamán que lleva la bitácora el número de alumnos asesinados en los últimos tres años y dos meses en Veracruz.
Pero toda vez que Veracruz huele a pólvora y sangre, sangre femenina sobre todo por tanto feminicidio, la lista es catastrófica.
Y lo peor, la mayor parte, quizá todos, en la impunidad en un Veracruz campeón nacional con una Fiscalía General en el principio de Peter.
Todos los días hay muertos y muertos con violencia y un asesinato hace olvidar el anterior y el anterior y el anterior y la impunidad se ha convertido en un nudo gordiano.

TRES. Días impunes

Ha transcurrido una quincena y días del crimen a balazos de Jesús Fernando y ninguna pista parece, ningún detenido.
Y como los días y semanas caminan así, entonces, la desesperanza se va tejiendo porque ningún avance notifica la autoridad a los familiares.
Es lo más grave en Veracruz. El hecho de que los malosos tengan permiso para asesinar, seguros y ciertos de que aquí “no pasa nada”, como en el duartazgo.
Y, por tanto, siguen matando como si fuera hábito normal del mundo.

CUATRO. Lo estaban cazando

Era estudiante y tenía 21 años y de seguro cursaba los últimos semestres de la carrera elegida.
Y, caray, si lo ejecutaron en su casa significa alevosía, ventaja y premeditación. Y saña y barbarie. Lo estaban cazando, se entendería.
Y si cursaba estudios superiores en la UV, el tiempo lo absorbía, digamos, para imaginar que andaba metido en malos pasos.
Grave el tiradero de cadáveres en Veracruz. Más grave la escalada de violencia feminicida. Peor, el desempleo. Empresas quebradas y cesantes multiplicándose.
Y de ñapa, la impunidad.

CINCO. 5 mil desaparecidos

Los familiares de las víctimas han marchado en las calles y avenidas y en los pueblos y carreteras clamando justicia.
Muchos familiares de víctimas secuestradas, desaparecidas, asesinadas y sepultadas en fosas clandestinas se plantaron ante AMLO en una girita en Xalapa y de nada sirvió.
Otros familiares se plantaron en el Zócalo de la Ciudad de México con otros tantos del país exigiendo justicia.
Los Colectivos siguen rascando la tierra buscando fosas clandestinas, y al mismo tiempo, proclaman la justicia que tanto tarda y tarda y tarda en llegar.
Y como son tantos los pendientes, entonces, la esperanza se pierde para que el crimen de Jesús Fernando Arcos Aguilar sea esclarecido.
Además, el gravísimo pendiente de los cinco mil desaparecidos en la entidad, un pendiente que nunca prescribe.

SEIS. Vivir acuartelados

“Aquí nos tocó, qué le vamos a hacer” exclama un personaje literario de La región más transparente, de Carlos Fuentes Macías.
Y como dice el viejito del barrio, así como están las cosas y las circunstancias, entonces, prohibido salir de noche cuando se aparecen los fantasmas empistolados y/o con cuchillo cebollero en mano.
Incluso, y tomando como referencia el COVID, nada como vivir acuartelado, pues de un asalto, un secuestro, una desaparición, un crimen, nadie está exento.