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Barandal
Jueves 20 enero, 2022

Truculenta maldición

•Deuda pública
•Alcaldes maniatados

ESCALERAS: Será una maldición. Será el infierno inevitable. Será el destino trágico. Será porque ninguna autoridad asesta el manotazo y pone orden. Será porque todos están igual de sucios y “nadie tira la primera piedra”. Será, digamos, porque así es la naturaleza humana.

Luis Velázquez

El caso es que la mayoría de los 212 presidentes municipales (menos 4, donde la elección fue anulada) entraron al palacio civil con la cruz a cuestas.
Y una cruz, por desgracia, demasiado pesada…, camino al Gólgota.
El Gólgota de la deuda pública.
Todos los antecesores les dejaron, igual que sus antecesores a ellos, tremenda deuda pública.
El presupuesto, ahorcado. Y estrangulado durante montón de años en que la deuda ha de seguirse pagando.

PASAMANOS: Unos ediles fueron más cínicos que otros. Por ejemplo, la deuda pública heredada fue con cargo a las participaciones federales.
Así, y entonces, las participaciones quedaron ordeñadas, y ni modo de ponerse con Sansón (la secretaría de Hacienda y Crédito Público) a patadas y alegar que es deuda de otros.
Simplemente, los antecesores dejaron comprometida parte de las finanzas. Quizá, gravosa.
En unos casos, los alcaldes electos pidieron a los ediles en funciones que cubrieran sus pendientes. Pero nunca los escucharon.
Más porque ya iban para fuera y estaban con los pies en el andén de salida.

CORREDORES: La deuda pública de un Ayuntamiento, por ejemplo, igual que la del gobierno del Estado, es igual o peor que una deuda familiar.
Si dejas que la deuda crezca llega un momento cuando paraliza por completo la holgura económica.
Y si la deuda sigue creciendo, entonces, llega instante canijo, cuando, y por ejemplo, ha de venderse el patrimonio familiar (un departamento, un terreno, un lote, una casa, etcétera) para salir del paso, pues de lo contrario, hasta en la cárcel sueles terminar.

BALCONES: En el caso de los alcaldes, la paradoja es que siguen endrogándose con el fabuloso argumento que el siguiente paga.
Y, claro, disminuyen la oferta de servicios públicos y continúan inculpando a los antecesores sin que nunca, jamás, interpongan una denuncia penal por el abuso y el exceso del poder público.
Más, cuando de por medio hay varios filtros para controlar la deuda pública de un Ayuntamiento.

PASILLOS: Primer filtro, el tesorero municipal. Segundo filtro, el Cabildo. Tercer filtro, el Congreso local.
Cuarto filtro, la Comisión de Vigilancia del Congreso local. Quinto filtro, el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior. Sexto filtro, y por añadidura, la Contraloría.
Séptimo filtro, la alerta de la secretaría de Finanzas y Planeación, pues se trata del interés público.
Y octavo filtro, digamos, el diputado local que vigilante ha de ser del buen gobierno.
Y, bueno, si cada alcalde hereda deuda pública inmensa significa que los ocho filtros se hicieron tontos y guajes y permitieron y toleraron el abuso y el exceso en el ejercicio de la administración pública.
Ninguna autoridad se atrevió a “amarrar las manos” a los alcaldes en funciones. Y descarrilaron en las finanzas endrogando, a veces de por vida, al Ayuntamiento.

VENTANAS: Se trata, parece tratarse, de un juego de nunca acabar. En muchas Comunas, quizá la mayoría, la deuda continúa subiendo. Y lo peor, sin traducirse en servicios públicos.
Y en contraparte, los alcaldes ahí se la llevan con un parquecito, un aula, un carrito para la limpia pública, una cruzada cívica para barrer el frente de la casa como si fueran boy scouts, entrega de diplomitas a los mejores ciudadanos, regalito de juguetes baratos a los niños pobres, etcétera, etcétera.
Circo, sin pan, para la población.


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