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Escenarios
Sábado 15 enero, 2022

El abuelo generoso

•Mataron a su hijo
•Perdonó al homicida

UNO. El abuelo maravilloso

El abuelo era un hombre cauto y prudente. Sereno y calculador. Pero también, generoso.
Procreó con su esposa un total de diez hijos. Y en aquel tiempo, como ahora, en el rancho los fines de semana organizaban bailes populares.

Luis Velázquez

A ras del piso. De pueblo en pueblo, en aquella región por donde circulaba el río Jamapa, los bailongos eran así.
El hijo menor tenía veinte años y trabajaba de campesino de lunes a sábado y la noche sabatina se iba a los bailes con los amigos.

DOS. “La flor más bella del ejido”

En un baile le daba al festín con una muchacha quien era guapa, casi casi “la flor más bella del ejido”.
Hacia la medianoche, un malandro la quiso para bailar con ella, pero ella se negó. Y empezó a ofenderla y amenazarla. Y los guamazos se armaron.
El muchacho de veinte años la defendió a madrazo limpio. Pero el maloso sacó un puñal y se lo enterró varias veces en el estómago y luego huyó y se perdió en la noche salvaje del pueblo en una ranchería de Paso de Ovejas de nombre Cantarranas.

TRES. Quedó muerto encima del caballo

Félix se llamaba el hijo de veinte años. Herido, se fue caminando a su caballo para ir a la casa paterna.
Sangrando, con la mano derecha en el estómago y con el pañuelo tratando de detener el sangrado llegó a casa, pero muerto, encimado sobre la silla del animal.
Era la madrugada del domingo y los padres y los hermanos dormían. Y el caballo empezó a relinchar y relinchar hasta despertar a uno de los hermanos.

CUATRO. “Déjalo vivir”

Félix fue sepultado y pasaron los 9 días del rosario y por ahí llegó el comandante de la Zona Militar, un general que era amigo del abuelo.
Y el general fue lacónico:
“Dame la autorización y mis soldados buscarán al homicida… hasta encontrarlo”.
El abuelo fue bíblico en su respuesta:
“Gracias, general, déjelo.
--Pero ¿por qué, amigo mío, si mató a tu hijo, y a la mala?
--Sí, es cierto, y es un dolor muy duro. Pero, mira, el asesino anda huyendo. Aquí, en el pueblo, dejó esposa e hijos. Y el trabajo de ese hombre ahora es andar huyendo por todos lados. Temeroso de que lo detengan. ¡Déjelo vivir! ¡El homicida vive su propio infierno!

CINCO. Andar huyendo por un delito

El general insistió pero el abuelo también se mantuvo firme, inalterable.
Nada hay peor en la vida, afirmaba, como andar huyendo por un delito.
Sin poder venir a su pueblo. Sin estar con su esposa y sus hijos. Sin trabajar en paz para llevar el itacate y la torta a casa.
El general desistió ante el argumento tan sencillo y tan práctico del abuelo.

SEIS. Vivir el dolor en silencio

El homicida se perdió por ahí, en Veracruz, o en el resto del país, y su familia en el abandono económico y social y en la pobreza.
Nunca el criminal volvió al pueblo. Nunca la autoridad siguió por oficio el delito. Quedó en la impunidad.
Pero el abuelo estaba en paz consigo mismo y también alentaba a la familia, la esposa y los hijos restantes.
Durante muchos meses los bailes sabatinos fueron prohibidos, pero esa fue decisión del agente municipal.
En las tardes tibias, el abuelo solía sentarse en la terraza exterior de su casa y siempre se quedaba mirando el camino por donde el caballo llegó cargando el cadáver de su hijo.
Y en silencio vivía su dolor…


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