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Diario de un reportero
Sábado 01 enero, 2022

Cáncer de próstata

•Vivir pegado al baño
•Bajo umbral del dolor
•Hora de la Eutanasia

DOMINGO
Cáncer de próstata



Ninguna enfermedad es tan canija, sombría y truculenta como la próstata. Una, el riesgo de cáncer y los peores dolores testiculares de la vida. Y dos, las emergencias urinarias día y noche.
Y más, mucho más, cuando la vejiga anda tan dañada que cada media hora, cada quince minutos, la persona ha de estar en el baño porque la vejiga nunca se vacía por completo. Y siempre quedan residuos.
El urólogo dice, por ejemplo, que de diez hombres de 50 (cincuenta) años de edad en adelante que pasan enfrente, ocho, nueve incluso, están enfermos.
Hay hombres, por ejemplo, que han operado hasta cinco, seis veces, porque el mal persiste. Y aun cuando luego de una operación para vivir sin urgencias ni prisas urinarias la calidad de vida se restablece, vuelve a tropezarse con la misma piedra.

Lo más duro es que cada cajita de medicinas con treinta pastillas para un mes cuesta entre mil y mil 500 y dos mil pesos.
Y, por tanto, la vida se vuelve más difícil, ruda y dura. Además, claro, de los 800 a mil pesos de la consulta médica. Y el pago del ultrasonido.

LUNES
Vivir pegado al baño

Héctor Fuentes Valdés padece de la próstata. Y el peor síntoma que tiene es la urgencia urinaria. De hecho y derecho, se la vive en el baño.
En todos los lugares donde cumple citas siempre procura estar cerca del baño porque a veces las urgencias son tan obstinadas y tercas que corre el riesgo de hacerse en el pantalón.
Más duro cuando va con el urólogo y le ordena tomarse una botella, o dos, con agua, para aplicar el ultrasonido.
Y es que de pronto, cuando siente que ya no puede más y dice al doctor que está listo, el doctor ausculta y detecta que todavía le falta.
Y ni modo, ha perdido la dignidad, el rubor y el pudor, porque siempre, de forma invariable, le gana.
Y el ultrasonido queda imposibilitado.
Entonces, nada mejor que buscar urólogo que tenga un aparatito que para nada se necesita tomar agua, inventado, por cierto, en Estados Unidos y en donde se aplicara por vez primera con éxito.
El lugar más amado por un enfermo de la próstata es el baño. Hay días cuando va al baño hasta treinta veces.

MARTES
Pacientes traumados

Hay urólogos que apenas el paciente se está sentando en su consultorio de inmediato le dicen que necesita operarse ya, con urgencia.
Luego, le aplican el ultrasonido y lo aterrizan diciendo que tienes muy inflamada la próstata.
Y si el paciente va en la tercera, cuarta consulta, el médico insiste. La próstata está inflamada. No baja ni con la medicina. Y necesitas operación.
Y una operación, en hospital de cinco estrellas, cuesta noventa mil pesos, pero sin echar cuchillo.
Y sesenta mil pesos en hospital de cuatro estrellas, con cuchillo.
Y el urólogo se obsesiona con la operación y el paciente queda más traumado que nunca.
Y en todo caso, se opera, o de plano, sale huyendo del consultorio médico para buscar otras opciones.
--Estás mal porque no te quieres operar, dice el urólogo.
--No, doctor. No tengo dinero, revira el enfermo.
Lo peor entre lo peor sobreviene cuando el canal de la uretra tan dañado que ha dejado de avisar de la presión urinaria.
Y entonces, ni modo, como los bebés, el paciente se orina en el calzón y el pantalón y es la hora de utilizar pañales desechables.

MIÉRCOLES
Sabia decisión de un campesino

En el pueblo, un campesino pobre, muy pobre, estaba enfermo de la próstata. Todos los días, día y noche, con la premura urinaria.
Entonces, un día tomó sabia decisión. Desde la tarde, hacia las 4 de la tarde, luego de comer, dejaría de tomar agua para, digamos, vaciar la vejiga. Y dormir tranquilo. Sin estarse parando al baño en el transcurso de la noche.
Tampoco, tomar cafecito de olla remojado con un pancito, un bolillo. Nada de un chocolatito. Nada de un refresco.
En la primera semana no funcionó como esperaba. Pero a la siguiente y a la siguiente, su medida sanitaria, urológica, digamos, surtió efecto.
Poco a poco dejó de ir al baño en la noche, que era lo más preocupante.
En el día, a partir de las 6 de la mañana tomaba toda el agua del mundo que deseaba, digamos, para nivelarse, según pensaba y sentía.
¡Vaya maravilla de la vida!, resulta que el urólogo de Héctor Fuentes Valdés le ha dado el mismo consejo.
A partir de las dos de la tarde, nada de tés, refrescos, jugos ni café.
Y a partir de las 6 de la tarde, nada de agua.
Y por decirle ese consejo, el urólogo le cobró novecientos pesos de consulta.
Ni hablar. ¡La vida es así y qué le vamos a hacer!

JUEVES
Infieles y promiscuos

La señora G. reaccionó con furia y rubia cuando su pareja le dijo que tenía cáncer de próstata.
Ni una gotita de misericordia. Ni una pizca de generosidad y comprensión. Más bien, le declaró la guerra con tres palabras como clavos ardientes:
“¡Eres un infiel!”, gritoneó.
Y es que en las tardes pasteleras con las amigas hablan de muchos temas y una tarde trataron el asunto de la próstata y una de ellas, doctora de oficio, aseguró que el cáncer de próstata les viene a los hombres cuando son infieles, desleales, querendones y promiscuos.
Entonces, la señora G. suspendió toda relación amatoria y sexual con su pareja.
Incluso, se fue a dormir a una recámara que el hijo había dejado cuando se casó. Y todas las noches se encerraba y cerraba la puerta. Incluso, sin dar de cenar al esposo.
Semanas después, avasallada por las amigas, el cáncer de próstata como prueba científica de la infidelidad de un hombre, simplemente pidió el divorcio por aquí y se fue de la casa a vivir con una amiga.

VIERNES
Hora de la Eutanasia

Sea por la edad y factor genético. Sea porque la glándula prostática se convierte en célula cancerosa y se desarrolla.
Sea por cambios en el ADN de unas células de la próstata. Sea por los andrógenos altos.
Sea por la próstata inflamada. Sea por las dificultades para miccionar y que se desatienden.
Sea porque el chorro de la orina pierde fuerza como el chorrito de la canción de Cri-Cri, el grillito cantor.
Sea por la retención aguda de la orina.
El caso es que cuando un hombre padece cáncer de próstata, los dolores testiculares son el centro del infierno y ni al peor enemigo o adversario se desea.
Entonces, cuando la vida ha dejado de ser útil y provechosa y únicamente se vive esperando la muerte, en vez de significar una carga para la familia, es la hora concreta, específica y sencilla de la Eutanasia.
Una inyección letal acostadito en la cama en vez, digamos, de colgarse de un árbol, tirarse del piso número catorce del edificio o tirarse a las ruedas del ferrocarril como Ana Karenina en la novela de Fedor Dostoievski.
Más, cuando el umbral del dolor es mínimo y poco aguante existe para el sufrimiento.


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