Fue aquel tiempo, el Duartazgo, cuando sobre Veracruz cayó pesado fardo con la desaparición forzada.
Y cuando en las carreteras había retenes con policías donde desaparecían personas.
Y cuando los malandros se introducían en las casas particulares y secuestraban personas y luego las desaparecían.
Y cuando en los árboles aparecían cadáveres colgados.
Y en los ríos y lagunas, cadáveres flotando aguas abajo.
Y a orilla de las carreteras federales y estatales y en medio de los cañaverales aparecían cadáveres, incluso, putrefactos.
Y cuando las barrancas en los pueblos se convirtieron en panteones particulares de los carteles y cartelitos y malosos y malandros y pistoleros y sicarios.
Fue aquel el tiempo cuando “el delito de lesa humanidad”, la desaparición forzada, brotó de las entrañas abiertas de América Latina, la dictadura de los militares en el continente, y los políticos, jefes policiacos, policías y malosos se integraban en un frente común para secuestrar, desaparecer, asesinar, ultrajar, además, si eran mujeres, y sepultar en fosas clandestinas a las víctimas.
Fue el tiempo cuando Veracruz obtuvo un nuevo Premio Nobel en Derechos Humanos con las fosas clandestinas.
Tantas que, por ejemplo, el sacerdote de la Teología de la Liberación, José Alejandro Solalinde Guerra, aseguraba que Veracruz era, primero, el peor estado federativo para el cruce de los migrantes sin papeles de América Central, y segundo, que Veracruz era un fosario.
Incluso, el tiempo cuando el periódico “El País” publicó reportaje con el siguiente título:
“En Veracruz hay más fosas que municipios”.
Fue el tiempo duro y rudo, con saña y barbarie, cuando las películas de terror y horror con la desaparición forzada en América Latina (Chile, Nicaragua, Cuba, Argentina, República Dominicana, etcétera) se volvían un hecho cotidiano desde Tampico Alto hasta Agua Dulce y Las Choapas y desde Maltrata, en la sierra de Acultzingo, hasta el puerto jarocho.
¡Ay, el puerto jarocho!
Allí donde aparecieron las fosas de “Colinas de Santa Fe” que los malandros utilizaban para sepultar a las víctimas, pero también el gobierno de Veracruz, Javier Duarte al mando, jefe máximo, gurú, chamán, tlatoani, sepultaba a los funcionarios incómodos, entre ellos, un Agente del Ministerio Público y su secretario particular.
Fue el tiempo del genocidio y el exterminio.
Y como nunca en el país un político, unas tribus políticas, han sido castigadas por el delito de la desaparición forzada, entonces, todo indica, que Javier Duarte, el exgobernador preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México… por otros delitos, la sigue librando y la librará.

CINCO MIL DESAPARECIDOS EN VERACRUZ
Duarte está en la mira.
El gobierno de Guatemala, que lo detuviera, lo extraditó a México en el año 2017 por delitos de corrupción.
Pero de acuerdo con el tratado entre ambas naciones para ser juzgado por desaparición forzada, de la que tanto lo han inculpado los Colectivos de Veracruz integrado con padres con hijos desaparecidos, se necesitaba la luz verde de Guatemala para procesarlo.
Y luego de tres años de negociación, Guatemala otorgó el visto bueno.
Y, sin embargo, y desde hace ocho meses, la Fiscalía General vive en la contemplación mística sin proceder.
Por el contrario, Duarte está o estaría cabildeando su libertad condicional según reporte de los abogados.
En el otro lado de la cancha, el dolor y el sufrimiento.
Por ejemplo, de acuerdo con el Colectivo “Madres en Busca” de Coatzacoalcos, cinco mil desaparecidos del duartazgo a la fecha.
Además, Veracruz, campeón nacional en secuestros.
Y campeón nacional en extorsiones.
Plagios y extorsiones que van de la mano como hermanitos gemelos sórdidos, siniestros y sombríos.
Y es que nunca en el país un político, un jefe policiaco, acusado de desaparición forzada ha sido detenido, indiciado, procesado y sentenciado.
Ni cuando la desaparición forzada con los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez.
Ni tampoco con la Guerra Sucia, lanzada contra los guerrilleros comunistas y socialistas, anexos y conexos, entre ellos, la famosa Liga 23 de septiembre, y en donde participaba Jesús Piedra Ibarra, hijo de la activista y tres veces candidata presidencial, señora Rosario Ibarra de Piedra.
Ni tampoco con la desaparición forzada el 2 de octubre de 1968 (Díaz Ordaz) y el 10 de junio de 1971 (Luis Echeverría), y a cuyos lados las fosas clandestinas “Colinas de Santa Fe”, en el puerto jarocho, eran una caricatura.
Bastaría referir que en el sexenio de la 4T en Veracruz, 7 comerciantes de Río Blanco fueron desaparecidos, hasta la fecha, en Ixtaczoquitlán, y en donde participara un funcionario municipal aliado con las policías municipales y estatales y los malandros.
Y en Ixtaczoquitlán, un regidor electo de Morena (ni más ni menos) está detenido como presunto asesino intelectual del reportero Jacinto Romero Flores, a quien antes secuestraron y desaparecieron.
Dramático el caso de los mil cadáveres localizados por los Colectivos, sin identificar por la Fiscalía General de Veracruz
Nunca un político y/o grupo político fue detenido por la masacre de cien seguidores de José Vasconcelos Calderón como candidato presidencial enfrentado al poder omnímodo de Plutarco Elías Calles y su Maximato.
Tampoco hubo detenidos ni procesados ni sentenciados por los trescientos obreros textiles de Río Blanco asesinados y tirados al Golfo de México por órdenes de Porfirio Díaz Mori.
Ni por los 40 (cuarenta) mil ejidatarios asesinados en la enconada lucha agraria en Veracruz en 1930, Jorge Cerdán, gobernador, aliado con la banda del cacique Manuel Parra, “La mano negra2.
Ni detenidos por el asesinato y por la espalda y con tiro de gracia de los 9 jarochos sublevados a la reelección de Porfirio Díaz, consumada por su gobernador y compadre, Luis Mier y Terán.
Políticos que se volvieron sátrapas, caníbales, orangutanes.
94 mil desaparecidos en el país según la subsecretaría de Gobernación, Alejandro Encinas.
5 mil en Veracruz.
Desapariciones forzadas, crímenes de lesa humanidad.
Niños huérfanos.
Parejas viudas.
Familias enlutadas.
Dolor y sufrimiento social.
El legítimo reclamo de justicia desoído por el Estado.
Desdeñado.
Menospreciado.

JAVIER DUARTE, ÁNGEL DE LA GUARDA
En el portal digital, Animal Político, publicaron la exclusiva sobre el visto bueno del gobierno de Guatemala para llevar a Javier Duarte a proceso penal por la desaparición forzada.
Pero la Fiscalía General de Veracruz se ha tardado, mínimo, doce meses.
Primero, hubo una primera autorización. El 18 de noviembre del año 2020.
Luego, una segunda. 17 de marzo de 2021.
Incluso, dos días después, la secretaría de Relaciones Exteriores notificó a la Fiscalía General de la República la autorización correspondiente.
Y en Veracruz, los agentes federales, ni fu ni fa.
Tampoco actuó la Fiscalía General de Veracruz, “la autoridad responsable de ejecutar la orden de arresto y detonar el proceso” (La Jornada-Veracruz, 30 de noviembre, 2021).
Y, bueno, como Duarte ya cumplió la mitad de la sentencia (9 años) por los otros delitos, puede “recuperar la libertad de manera condicional”.
De ser así, otro político más en cuyo sexenio se concitó la desaparición forzada que se iría como un ángel de la pureza.
Los Colectivos siguen buscando a sus hijos y parientes en fosas clandestinas, entre otras cositas, para ver si los ubican y darles cristiana sepultura y tener un lugar en el panteón donde llevarles flores y veladoras y oraciones.