Si tienes apenas, apenitas, la escuela primaria, igual. Y si eres discapacitado, mucho más.
Y si eres indígena y mujer y con escuela primaria únicamente, y secundaria, incluso, igual.
Y si vistes ropa sencilla, sencillita, tenis de 400 pesos, lo mismo.

DOS. ¡Ay, república amorosa!

La investigación es del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación, COPRED, ¡vaya nombrecito!
En resumidas cuentas incluye a lo siguiente:
Personas de piel morena. Indígenas. Mujeres. Homosexuales. Pobres. Ancianos. Discapacitados. Enfermos de COVID. Lesbianas. Población viviendo en la calle y de la calle.
Discriminación, caray, y en el tiempo de la república amorosa, entre mexicanos.
Mexicanos de primera, segunda, tercera, cuarta y quinta.
¿Dónde, entonces, quedó la frasecita bíblica de “Amaos los unos a los otros” de AMLO, el presidente?

TRES. Reporteras disfrazadas de inditas

En el segundo tramo del siglo pasado, par de reporteras en la ciudad de México se disfrazaron de inditas y con el billete por delante efectuaron periplo turístico en los hoteles solicitando una habitación.
Y en todos los hoteles, unos veinte, la respuesta fue lacónica:
--Estamos llenos.
--Pero tenemos dinero para pagar y por anticipado.
--Estamos llenos.
Era porque eran inditas. Disfrazadas de indígenas.
Ninguna diferencia en el desarrollo mental, moral, social, sicológico de entonces a la fecha.

CUATRO. Derecho de pernada

La discriminación se trae en la sangre. Y en las neuronas.
Nunca, por ejemplo, los ricos aceptarán a las pobres, más que como trabajadoras domésticas. Y con salarios de hambre. Y sin las prestaciones económicas, médicas y sociales establecidas en la Ley Federal del Trabajo. Y casi casi, sin vacaciones. Y durmiendo en casa, en el cuartito de servicio, por si en la noche se les necesita.
Es la misma discriminación de los hacendados y latifundistas en el Porfirismo, cuando los patrones y capataces ejercían el derecho de pernada sobre las mujeres (casadas y solteras, niñas incluso) familiares de los indígenas y campesinos, sus esclavos jornaleros.

CINCO. Racismo vigente

La discriminación empezó hacia los indígenas. Siguió a los campesinos. Todos, pobres.
Entonces, brincó a los discapacitados. Y después, a los indigentes y personas que viven en la calle. Y luego, a la comunidad sexual.
En unos pueblos más que otros, el racismo está vigente en un país donde 6 de cada diez habitantes están en la miseria, la pobreza y la jodidez según el INEGI.
Insólito: el simple hecho de que la persona sea morena, morenita, peor si es de color, negra, negrita, la discriminación se manifiesta.
Nada que ver, por ejemplo, entre una chica de piel blanca y ojos azules o verdes, hija de ricos o riquillos, estudiando en el extranjero, con vacaciones anuales en Europa, que con un muchachito moreno, morenito, y pobre.

SEIS. Excluyentes y excluidos

Los ricos, ricos son y son excluyentes. Incluso, si son ricos de abolengo y prosapia, nunca aceptan a los nuevos ricos sexenales. Quizá, los mastican. Sin duda, los utilizan para enriquecerse más. Pero nunca los tragan.
Y si son excluyentes entre ellos, peor, mucho peor con los pobres.
¡Ay, “por el bien de todos primero los pobres!”.
El grito simbólico da para ganar elecciones en las urnas, y de paso, uno que otro funcionario enriquecerse a la sombra del poder.
La discriminación sigue y continuará por siempre…