Además, decapitado.
Además, a machetazo limpio. Uno tras otro. Poco a poquito.
Veinticuatro morunazos en total.
Se llamaba Gildardo Castro Sánchez y era campesino.
A su lado, otro campesino asesinado a machetazos. Ignacio Cabrera Trejo. 48 años.

PASAMANOS: Vivían en una modesta y sencilla vivienda.
Crimen brutal.
Luego luego, la versión policiaca llegó a la línea ágata de la prensa y que habría sido por la enconada disputa por la tierra.
Y en la que, caray, los dos campesinos estaban involucrados.
¡Qué eficiencia y eficacia policiaca!
Caray, si lo sabían de antemano, entonces, nada mejor que blindar la realidad social para, digamos, quizá, acaso, evitar la masacre.
Hacia 1930, del gobernador Jorge Cerdán pa’lante, y durante diez años, unos cuarenta mil ejidatarios fueron asesinados por la banda de “La mano negra”, comandada por el cacique Manuel Parra, al servicio de los latifundistas de la época.

CORREDORES: Los asesinos físicos e intelectuales (ya se sabe, claro) volaron, más que al cielo, al infierno.
Llegaron al poblado con la moruna por delante. Ejecutaron al par de campesinos. Y luego, se perdieron en la salvaje y violenta noche de Veracruz, cuando luego, más tarde, descubrieron que uno de los asesinados, Ignacio Cabrera, 48 años, tenía en la mano un machete, señal inequívoca de que también, quizá, habría luchado.
Habrá quienes dirían que fue ajuste de cuentas en un Veracruz donde la disputa por la tierra está llena de resoluciones pendientes.

BALCONES: El recuento de Veracruz es el siguiente:
Uno, inseguridad. Dos, impunidad.
Tres, batallas campales en defensa de la tierra para integrar un patrimonio personal y/o familiar.
Cuatro, cada parte haciéndose justicia por mano propia, hartos de seguir apostando a la esperanza.
Cinco, el gobierno del Estado, la máxima autoridad, aplicando el principio francés de “dejar hacer y dejar pasar” y dejar que cada parte, cada tribu, cada grupo, cada pueblo, se las arregle como pueda, mientras el góber fifí baila música prehispánica en Tempoal en medio de indígenas disfrazados con máscaras de perros y gatos.
"Ta’güeno".

PASILLOS: Inició una nueva Legislatura. La LXVI. Con mayoría de MORENA, como la anterior.
Y de norte a sur y de este a oeste, y además, de los pendientes agrarios entre particulares, con gravísimos conflictos territoriales entre municipios.
Y lo indicativo, los pendientes han envejecido ante la indiferencia y el desdén oficial, y LXV nuca, jamás, se ocupó con todo y que hacia el día de su tiempo constitucional festinaron como los mejores Conscriptos de la Patria en la historia local.
Allá ellos con sus vanaglorias. Pero la tierra sigue tan dirimida como en el siglo pasado.
Y el campo, oliendo a machetazo y sangre. Más todavía cuando se trata de campesinos indígenas. Caso Alpatláhuac.

VENTANAS: Son las venas abiertas de Veracruz y que llegan a varias dependencias. Entre otras, las siguientes:
La secretaría General de Gobierno, encargada de la paz pública.
La secretaría de Desarrollo Agropecuario, la tranquilidad del campo.
La secretaría de Desarrollo Social, la paz como requisito número uno para la productividad.
Y, claro, las dependencias federales.
Pero la punta del iceberg ha de comenzar en Veracruz y desde el aparato gubernamental.
Además, claro, de que el campo cada vez se vuelve más improductivo porque ha dejado de significar un ingreso seguro para los agricultores.