La caída de Gabriel García Hernández como jefe máximo del Programa de Desarrollo Social, coordinando a los delegados federales, porque operaba en la Ciudad de México para la candidatura presidencial de Marcelo Ebrard Casaubon, secretario de Relaciones Exteriores.
La caída de Irma Eréndira Sandoval como secretaria de la Función Pública, por jugar las contras a López Obrador con el candidato a gobernador en Guerrero cuando el favorito era Félix Salgado Macedonio.
El enroque de Esteban Moctezuma como secretario de Educación Pública a Embajador de México en Estados Unidos… para alejarlo del altiplano.
La caída de Josefa González Blanco como secretaria del Medio Ambiente… por atrasar el vuelo de un avión comercial durante 4 horas nomás para que la esperaran.
La caída de Martha Bárcenas como Embajadora de México en EU, por lo pronto, y desde aquí un misterio, aun cuando el trascendido es que estaba a disgusto con las decisiones diplomáticas de López Obrador.
La salida de Carlos Urzúa como secretario de Relaciones Exteriores por el desacuerdo en las políticas públicas y el fuego cruzado, fuego amigo, con varios funcionarios del gabinete legal.
La salida de Javier Jiménez Espriú como secretario de Comunicaciones y Transportes, por el desacuerdo con la cancelación del aeropuerto iniciado con el presidente Enrique Peña Nieto y la construcción del nuevo.
La salida de Germán Martínez como director general del IMSS por el desacuerdo con la toma de decisiones y en donde se conflictuó con obradoristas.
La caída de Carlos Lomelí como delegado federal del Bienestar Social en Jalisco por andar haciendo negocitos vendiendo servicios públicos a los gobernadores de MORENA.
Desde luego, hay más renunciados. Pero los diez anteriores son los más indicativos y significativos, pues la mayoría estuvo cerca, quizá en el primer círculo del poder de López Obrador.
El manotazo fue canijo, teniendo como eje rector la purificación moral.
Incluso, y hasta la austeridad republicana y la lealtad ciega y la república amorosa.
Dura y sistemática la pelea de López Obrador. Luchar adentro del gabinete, como en los casos anteriores. Y luchar afuera contra los antecesores pillos, ladrones y corruptos.
López Obrador bien podría terminar en el hombre solitario de palacio.
Tres años después, parte de los colaboradores han sido incapaces de entender y comprender el apostolado social que lo mueve.

LA NATURALEZA HUMANA

Nada de extraño si se considera la naturaleza humana.
Por ejemplo:
El indio yaqui escolta de Miguel Hidalgo aceptó gustoso las veinte monedas que le ofrecieron los realistas para decapitar al padre de la patria.
El general Victoriano Huerta traicionó a Francisco Ignacio Madero con todo y los cargos públicos que le otorgara.
El coronel Jesús Guajardo emboscó a Emiliano Zapata con todo y que lo había enaltecido con la amistad privilegiada.
Francisco I. Madero desdeñaba a Pancho Villa con todo y la lealtad ciega que el Centauro del Norte le profesaba, todo porque el Apóstol de la Democracia escuchaba las intrigas de Victoriano Huerta.
Sea la ambición del poder que los políticos automáticos suelen tener…
Sea porque creen que merecen mejores oportunidades…
Sea por la ambición desmedida del billete fácil…
Sea porque la traición es consustancial a los políticos como dice el viejito del barrio y el sicólogo de la esquina…
Sea porque los políticos se vuelven frustrados y resentidos cuando otros son privilegiados…
Sea por intrigas y conspiraciones palaciegas, la llamada “lealtad ciega” cuesta mucho, demasiado, lograrla y conservarla.
Y ni modo, por más “golpes de pecho” en la 4T por la purificación moral, la Cartilla Moral, el Código de Ética, la honestidad valiente, siempre hay y existirá “un frijolito en el arroz”.
Entonces, el manotazo de López Obrador para que todos aprendan. En todo caso, para que nadie olvide.

SORPRESAS QUE DA LA VIDA

Nada de extraño, sin embargo, los cambios en el gobierno. Los ajustes y reajustes son normales. Bastaría recordar que en menos de un sexenio Javier Duarte despidió, cambió y enrocó a 85 (ochenta y cinco) funcionarios.
Además, la conseja popular es lacónica. Los únicos que en la vida traicionan son los amigos, porque los enemigos enemigos son. Y a veces, caray, los enemigos se vuelven los amigos más leales y fieles.
Pero del otro lado también “se cuecen habas”. La mayoría de los hombres brillantes de la Reforma (Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Zarco, etcétera) le renunciaron a Benito Juárez, el más puro con Lázaro Cárdenas del Río de los héroes de López Obrador, cuando cayó en la tentación reelectora. Quince años en total.
Madero impuso a un hermano mayor como secretario de Hacienda y Crédito Público y al hermano menor, Gustavo, como diputado federal y Ministro sin Cartera.
Y de ñapa, le financió un periódico, Nueva Era, con recursos oficiales.
Hay quienes en el ejercicio del poder “se pasan de tueste”. Y hasta osados, audaces y temerarios se vuelven. Por ejemplo, sentirse más que el jefe de jefes. Pero, “en el país de un solo hombre”, pues, lo dice la canción, “donde manda capitán nunca gobierna marinero”.
Germán Martínez era panista. “Fue de todo y sin medida” con su (ex) amigo Felipe Calderón Hinojosa.
Reapareció con López Obrador. Fue nombrado director general del IMSS, el mismito que en el siglo pasado ocuparan Jesús Reyes Heroles y Arsenio Farell Cubillas.
Entonces, tuvo diferencias con López Obrador y le renunció en amplia cartita poniendo “los dedos en la llaga purulenta” y embistiendo a gente cercana al presidente.
Regresó al Senado y por el lado de MORENA. Luego, de pronto, renunció a MORENA y se volvió independiente, el muy fregón.
Ahora, participa, quizá para protegerse, en el noticiero de Ciro Gómez Leyva en Telefórmula.